Vida Cristiana

Tu Fe

David Alves padre

Nos referimos en este escrito al momento cuando pusiste tu fe en Cristo como tu único Salvador personal.

Pablo escribió a los efesios: “Por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Ef. 2:8-9).

En todas las edades la salvación que Dios ofrece al pecador ha sido, es, y será por gracia. Esta salvación le costó a Dios el precio infinito de la muerte de su Hijo en la cruz (Jn. 3:16), y es por la inmerecida bondad de Dios que pecadores pueden disfrutar gratuitamente del perdón y de la vida eterna (Hch. 15:11; Ro. 3:24; Tit. 3:7).

“Por gracia sois salvos por medio de la fe” significa que la gracia es la base sobre la cual Dios ofrece la salvación (sin obras o mérito humano, Gál. 2:16; Ro. 11:6), pero la fe es el medio por el cual el pecador recibe la salvación (Ro. 4:16; 5:2).

Ahora, ¿a qué se refiere el apóstol cuando escribe que “esto no de vosotros, pues es don de Dios”? Algunos entienden, y predican, que “esto” se refiere a la fe, y que, por lo tanto, el pecador necesita que Dios le dé la fe necesaria para poder creer el mensaje del evangelio.

¿Significa que Dios da esta fe salvífica a algunos pero a otros no? ¿Procede, entonces, que los que no son salvos es porque no recibieron fe de parte de Dios para creer el mensaje del evangelio?

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La gramática griega nos ayudará a entender mejor el texto. “Esto” es un pronombre demostrativo neutro, mientras que el sustantivo que le antecede, “fe”, es femenino. Como en español, debe haber concordancia entre el pronombre y el sustantivo (p. ej.: esta casa; este niño). Si Pablo se estaba refiriendo a la fe, hubiese escrito “… la fe, esta no de vosotros”. Más bien, “esto” concuerda con el sustantivo, “don”, que le sigue, que es también neutro.

El don de Dios (Jn. 4:10) es el regalo, la dádiva (Ro. 6:23) de la salvación que Dios otorga al que le cree. Pablo ha venido desarrollando este tema en Efesios, y particularmente en el capítulo 2. Al salvarnos, Dios “nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)”, y nos va a “mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús” (2:5 y 7).

“La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios (Ro. 10:17). “El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna”, dijo Cristo (Jn. 5:24). Aunque se ven muy diferentes en español, en el griego las palabras “fe” y “creer” son afines, uno es el sustantivo y el otro el verbo, respectivamente, de la misma raíz.

Cuando le creíste a Dios en cuanto al mensaje del evangelio decidiste por voluntad propia arrepentirte de tus pecados y poner tu fe en Él para salvación.

Lucas recolecta en su Evangelio cuatro historias que ilustran tu fe:

  1. A la mujer pecadora en la casa de Simón, Cristo le dijo: “Tu fe te ha salvado, ve en paz” (7:50).
  2. A la mujer enferma, Cristo le dijo: “Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz” (8:48).
  3. Al samaritano leproso, Cristo le dijo: “Levántate, vete; tu fe te ha salvado” (17:19).
  4. Al ciego de Jericó que pidió por su vista, Cristo le dijo: “Recíbela, tu fe te ha salvado” (18:42).

El pecador es responsable de lo que hace con el evangelio, puede creerlo o rechazarlo. “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (Jn. 3:36).

El profeta Habacuc le acertó veintiún siglos atrás cuando declaró: “El justo por su fe vivirá” (2:4).