Cristo en toda la Biblia

La Sepultura de Cristo Bajo la Óptica de los Cuatro Evangelios

David Alves Jr.

Imagen: Penélope Alves

El Día

Juan es el que nos dice que el Señor fue sepultado durante la preparación de la Pascua que era celebrada el día de reposo, o sea, el día Sábado (Jn. 19:31). Esto nos ayuda a saber que el Señor murió y fue sepultado un día viernes.

La Hora

Mateo y Marcos nos dan el dato de que la sepultura de Cristo fue de noche. El Señor entregó su vida a la hora novena o 3:00 pm (Mr. 15:34). En el horario hebreo el día terminaba a las 6:00 pm. De manera que el Señor fue sepultado a la caída del sol cuando ya oscurecía.

Los Presentes

Según los evangelios, los que estuvieron presentes fueron: José, Nicodemo, María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José y otras mujeres. Cuando los reyes eran sepultados, miles de personas asistían y era un evento que podía alargarse hasta por varios meses. No así en el caso de nuestro Amado. Fue una sepultura discreta, poco asistida y de muy corta duración.

Algo que notamos al leer cada uno de los evangelios es que ni una sola palabra es hablada. En silencio y con mucha reverencia, el cuerpo de Cristo fue preparado y sepultado por aquellos que tanto lo amaban.

El Cuerpo

Mateo, Marcos y Lucas registran que fue José quien pidió el cuerpo del Señor a Pilato. Marcos describe cómo José lo hizo con valentía (Mr. 15:43). El mismo evangelista es el único que también que nos dice que Pilato se sorprendió de que el Señor ya había muerto cuando José le hizo la petición (Mr. 15:44).

Mateo nos dice que José era discípulo de Cristo (Mt. 27:57). Lucas lo describe como siendo un hombre bueno y justo (Lc. 23:50). Durante la crucifixión manos de inicuos lo maltrataron (Hch. 2:23). En su sepultura, manos limpias lo manejaron.

Juan es el único de los evangelios que menciona a Nicodemo (Jn. 19:39). De manera que fueron dos hombres prósperos quienes sepultaron al Señor. Esto lo había profetizado Isaías 700 años atrás cuando escribió: “Se dispuso con los impíos su sepultura, más con los ricos fue en su muerte” (Isa. 53:9). Los romanos habrán pensado en enterrarlo en una fosa común junto con los cuerpos de otros malhechores. Dios no lo iba a permitir. Él obró para que a su Hijo se le diera una digna sepultura. Nos conmueve pensar que en su nacimiento, José y María, dos personas pobres, cuidaron al Señor; y en su sepultura, su cuerpo fue manejado por dos varones ricos.

Pensemos por unos momentos en el cuerpo del Señor siendo bajado de la cruz por José y quizás también por Nicodemo. Quitaron sus manos y sus pies que habían sido clavados a un madero. Lo habrán cargado en sus brazos con sus brazos. Habrán visto su cabeza tan lastimada por la corona de espinas, su cuerpo severamente lacerado por los latigazos y sus manos y pies con grandes huecos por los clavos.

La Preparación

Mateo nos dice que José lo envolvió en una sábana limpia (Mt. 27:59). Limpia porque el Señor así lo merecía y porque nos habla de su carácter intachable. Marcos añade que había comprado la sábana después de que Pilato le entregó el cuerpo (Mr. 15:46).

Juan señala de que Nicodemo llevó 100 libras de compuesto de mirra y de áloes (Jn. 19:39). Esto equivale a unos 3.5 kg de especies que le habrán costado lo que equivalía el salario de un jornalero de todo un año. ¡Cuanto amor y sacrificio mostrado por ambos hombres hacia el Señor en su sepultura!

José y Nicodemo tomaron el cuerpo del Señor y lo enrollan con el compuesto y con la sábana.

El Sepulcro

Mateo dice que era un sepulcro que José mismo había labrado en una peña (Mt. 27:60). José lo pudo haber utilizado para algún familiar o para él mismo. Pero él decidió dárselo a su Señor.

La sábana era limpia pero también lo era el sepulcro. Mateo, Lucas y Juan nos informan de que nadie más había sido sepultado allí. En ese tipo de sepulcros eran sepultados más de una persona. No así en este. Aún en su sepultura vemos la grandeza e importancia de nuestro Señor.

El Lugar

Juan es el único que nos comparte el hermoso detalle de que el Señor fue sepultado en un huerto (Jn. 19:41). En un jardín es donde vemos la belleza de nueva vida. Describe lo que Cristo haría con nosotros. A través de su muerte y resurrección nos daría vida y vida en abundancia. Todo es vida con Cristo Jesús.

La Piedra

Las mujeres observaron cuando José y Nicodemo pusieron la piedra en su lugar para cerrar el sepulcro. Gracias a Dios, la piedra fue removida y el Señor de gloria triunfó sobre la muerte para vivir por los siglos de los siglos.


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