Iglesia según la Biblia

Un Asalto a la Autonomía de las Iglesias

David Alves Jr.

Al hablar de autonomía, nos referimos a todo aquello que es hecho para interferir con la rendición de cuentas que una iglesia, única y exclusivamente, le debe rendir al Señor y de estar solo bajo su autoridad. Las congregaciones son autónomas porque se rigen por sí mismas, obviamente bajo la autoridad de Cristo y de la Palabra de Dios. Aunque la palabra autonomía no aparece en la Biblia, la enseñanza que hay detrás de esta palabra, la podemos encontrar en los Hechos, en las epístolas y en el Apocalipsis.

Hay distintas maneras en las que la autonomía de las iglesias del Señor es asaltada. La más común es cuando ancianos de una iglesia o cuando aquellos que se dedican a hacer la obra de evangelio y enseñanza, se entrometen en los asuntos de otra iglesia. Lo más recurrente es que quieran imponer lo que una iglesia deba hacer. Aún cuando una congregación está en desobediencia, nadie tiene la autoridad de imponer lo que debe hacerse, sino solamente el Señor Jesús. Uno puede dar recomendaciones, pero al final los ancianos de cada asamblea le tendrán que rendir cuentas al Señor por las decisiones que toman.

Otro medio por el cual se pone en riesgo la autonomía de las iglesias, es por el requerimiento legal de los gobiernos, de que las congregaciones posean personalidad jurídica al pertenecer a una asociación religiosa. Nota que señalo que se pone en riesgo. No estoy diciendo que automáticamente una iglesia pierde su autonomía al cumplir con estos requisitos legales. Tristemente, en el caso del que escribe, he notado que este asunto legal solo ha resultado en conflictos y en una falta de sujeción a la palabra de Dios.

El problema no es poseer la personalidad jurídica o pertenecer a una asociación religiosa. Tener a una iglesia legalmente registrada ante el gobierno no resulta en nada catastrófico. Las crisis vienen cuando queremos combinar lo legal con lo espiritual. Quiero ser muy claro, y por lo tanto, presentaré distintos ejemplos.

Normalmente el gobierno exige que los ancianos de cada congregación que pertenece a una misma personería jurídica se reúnan en un mismo lugar, por lo menos una vez al año. Esto ha resultado en que se organicen conferencias para ancianos. En estos eventos, se decide lo que se va a llevar a cabo en todas las iglesias. Por ejemplo, se decide quienes serán enviados a la obra del evangelio, cual himnario se va a utilizar de ahora en adelante o con cual iglesia ya no se mantendrá comunión.

En primer lugar, conferencias para ancianos no aparecen en el Nuevo Testamento. Muchos usan el concilio que hubo en Jerusalén al inicio de la Iglesia en Hechos 15 para justificar esa práctica. Ese fue un caso muy especial. La propagación del evangelio verdadero y puro estaba en peligro porque habían algunos que no veían correcto que se le predicara a los gentiles. No habría nada de mal organizar conferencias en las que los temas sean sobre los ancianos, pero se tendría que permitir que cualquier persona pueda asistir. En segundo lugar, los hermanos que presiden ese tipo de reuniones especiales para ancianos, no tienen ninguna autoridad para estar dictaminando lo que deben hacer todas las iglesias. Bíblicamente, los ancianos de cada iglesia serán los responsables de decidir lo que se realizará sobre distintos asuntos en las congregaciones donde sirven. Organizar una conferencia para ancianos porque así lo requiere el gobierno y legislar lo que se hará en cada asamblea es afrentar la autonomía de las iglesias.

Otra cosa que suele hacerse es imponerle a una iglesia que desea pertenecer a una asociación religiosa ya existente, que en práctica tiene que ser absolutamente igual a las demás congregaciones. Hermanos de una asociación religiosa me hicieron saber que para que una congregación perteneciera a su acta constitutiva, las hermanas tenían que usar velo blanco; los hombres tenían que sentarse por un lado y las mujeres del otro lado; y los varones tenían que vestir saco. Esto es muy incorrecto. Nuestra comunión con otras iglesias es en base a la doctrina, no en cuanto a la práctica. Si una iglesia quiere que las hermanas usen el color de velo que quieran, ese es asunto suyo. Si una iglesia quiere reunirse los días Domingo, Jueves y Sábado, ese es asunto suyo. No se le puede dictar a una iglesia sobre las cosas que tienen que ver con la práctica. No podemos usar una asociación religiosa para interferir con lo que decidan hacer los pastores en cada congregación.

Thomas Bentley, quien predicó la palabra por muchos años en el país asiático llamado Malasia, injustamente fue desconocido su ministerio por los demás que también trabajaban allí en el evangelio. En Malasia, como en muchos otros lugares, la asociación religiosa era dueña de todos los edificios en donde se reunían las asambleas. ¿Qué crees que hicieron? Cada grupo de creyentes que querían invitar al hermano Bentley a que les enseñara la palabra, los amenazaban de que si lo hacían, les cerrarían las puertas de su inmueble donde se congregaban. Lo que hicieron fue absolutamente fuera de lugar. Si una iglesia quería invitar a este hermano, esa era su libertad hacerlo delante del Señor. Si estaban en lo correcto, el Señor se los recompensaría; si estaban en un error, el Señor les pedirá cuentas un día. No se tenía que amedrentar a los creyentes de esa manera.

En el caso de un servidor, una asociación religiosa se dejó utilizar por un cierto grupo de personas para intentar sacarme del país donde he vivido desde que tengo 11 meses de nacido, en el que nacieron mis cuatro hijos, en el cual he predicado la palabra por 15 años. Tengo un hijo sepultado en las tierras de mi México Lindo y Querido. Aún así quisieron despojarme de mi residencia permanente. Obviamente no fueron exitosos, pero el punto es que se hizo el intento y fue por medio de una personería jurídica. ¿Qué autoridad tenían para determinar donde iba a vivir o en meterse en asuntos migratorios? Ninguno.

Lo otro que se complica es con asuntos económicos. Uno trata de enseñarle a los nuevo creyentes en un lugar que las ofrendas son voluntarias y anónimas. He sabido de asociaciones que exigen una cierta cuota y que tratan de avergonzar a los que no cumplen al publicarlos en listas. Esto después de hacer varias llamadas para insistir que tenían que dar dinero a beneficio de cuestiones muy ambiguas. Esta no es una manera de manejar las iglesias del Dios vivo. Otras personerías jurídicas de carácter religioso han buscado imponer como cada iglesia manejará sus ofrendas. ¡Cuánta tristeza ha de traer todo esto al corazón de Dios! Cada iglesia manejará sus fondos como el Señor les guíe.

Muchos de estos problemas se originan, porque una vez más, combinamos lo legal con lo espiritual. El gobierno pide que cada asociación religiosa tenga un presidente y un tesorero. En vez de que esto se vea como algo simbólico, porque esta no es la manera en la que se estructuran las iglesias según la palabra de Dios, se pone en práctica. El presidente cree ser presidente de las iglesias y el tesorero cree poder obligar a congregaciones hacer con sus finanzas lo que él diga. ¿Dónde quedan Dios, el Hijo y el Espíritu, quienes son los únicos que deben presidir sobre las congregaciones?

En algunos países, los gobiernos han decidido que cada iglesia tenga su propia acta constitutiva. Ellos no tienen el problema de querer regir a otras iglesias, porque legalmente no pueden tener a otras en su acta constitutiva. El problema con ellos es que el gobierno les pide que se reúnan una vez por año para realizar una reunión administrativa. Lo que termina sucediendo es que se abordan distintos temas a la asamblea, y cualquier miembro tiene el derecho de presentar una queja a lo que los pastores han decidido hacer. ¿Qué resulto de esto? Caos, conflictos y divisiones. Este tipo de reuniones no aparecen en el Nuevo Testamento. Los ancianos deben tomar decisiones que consideren para el bien de la Iglesia, y sobre todo, que sean de acuerdo a la palabra de Dios y la guía del Espíritu Santo. ¿Desde cuando las iglesias se rigen por medio de la democracia?

¿Cuáles son las soluciones a todo esto?

Si es posible, recomendaría evitar pertenecer a una asociación religiosa lo más que se pueda. Esto se tomará como algo tan nefasto por algunos, pero no hay ningún versículo bíblico que diga que tenemos que cumplir con este requisito legal. Seamos como la primera iglesia. Obedecía a Dios por encima de obedecer a las autoridades locales.

Si no es algo que pueda evitarse, porque el gobierno en tu lugar lo exige estrictamente, separa lo legal de lo espiritual. Reúnanse para orar por el bien de las congregaciones. Enseñen la palabra en forma general para cualquier persona que quiera estar presente sin que tenga que ser anciano. No traten asuntos que necesitan ser vistos por cada iglesia a través de sus respectivos ancianos.

Para muchos, este escrito se considerará como siendo fuera de lugar o radical. Pero si queremos realmente respetar la autonomía de cada iglesia, y si queremos que Cristo realmente tenga el lugar que él merece entre nosotros, entonces tendremos que hacer cambios. Es hora de que las iglesias le rindan a Cristo la gloria que solo él merece, al permitirle tener pleno señorío sobre nosotros, en vez de que sea el hombre que nos esté rigiendo y gobernando.