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Superando el Abuso Espiritual Junto con Job: Interacciones con Dios 

David Alves hijo

Job había sido confundido y afectado severamente por lo que le habían dicho Elifaz, Bildad y Zofar. Les hemos utilizado como ejemplos para aprender acerca del daño espiritual que personas pueden causarle a los hijos de Dios. Se ha buscado considerar lo inicuo que es cuando cristianos son manipulados a través de distintas técnicas crueles y destructivas. Se ha tratado de identificar lo que es el abuso espiritual para que los que lo practican, puedan ver el gran error en el que están; y para que los que lo sufren, sepan cómo pueden sobrellevarlo.

Habíamos contemplado que después de que hablaron los tres varones, un joven llamado Eliú le dirigió la palabra a Job. Llegamos a la conclusión de que sus intenciones muy posiblemente fueron buenas y que buscó hacer lo correcto con lo que le dijo a Job. Notábamos que Eliú se enfocó en ayudar a Job a corregir sus equivocadas nociones al hablarle acerca de Dios. Le habló de Su grandeza, sabiduría, justicia, soberanía, poder. Esto habrá ayudado enormemente a Job, porque no hay mejor cosa que oír acerca de Dios cuando uno está en gran aflicción. Pero le faltaba una cosa a Job. Ahora le correspondía escuchar a Dios hablándole directamente a él.

En los capítulos 38-41 de Job tenemos el sumo privilegio de leer lo que Dios le dijo a su siervo al final de este libro. Realmente estas son también las palabras de Dios a todos nosotros cuando de igual manera nosotros hemos pensado, sentido y dicho cosas que no debimos, por causa de lo que nos han hecho los perversos dentro de la iglesia.

Nuestros corazones se postran en adoración a Dios cuando vemos cómo Él escogió hablar con Job. El sabio Dios pudo haberle hablado de una y mil maneras, pero eligió hacerlo mayormente a través de preguntas. El Dios que todo lo sabe y que no necesita que nadie le aconseje (Isa. 40:14; Rom. 11:33, 34), le hizo más de 70 preguntas. No lo hizo porque Job tenía información que Él desconocía. Lo hizo porque deseaba que Job entendiera lo singular que Él es y para que comprendiera lo débil que era él como hombre. Esto es lo que Dios quiere para cada creyente que sufre por causa de la necedad y arrogancia de otros. Él quiere que conozcamos más profundamente acerca de lo único que Él es y lo deficientes que somos nosotros.

Las preguntas se enfocan principalmente en la creación de Dios. En aquello que cuenta la gloria de Dios (Sal. 19:1). La asombrosa, hermosa y gigantesca creación de Dios comunica muy efectivamente la peculiaridad de Dios y la insignificancia de las personas. David veía estas dos vertientes en la creación de Dios. “Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, La luna y las estrellas que tú formaste, Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, Y el hijo del hombre, para que lo visites?” (Sal. 8:3, 4). Miramos la creación del Altísimo y exclamamos: ¡Cuán grande es mi Dios! ¡Cuán frágil soy yo!”

Analicemos la manera en la que Dios cuestionó a Job. Tratemos de entender cómo fue que las interrogantes de Dios buscaban contestar las siguientes preguntas en la mente de Job.

  1. ¿Qué tan insensatos, ignorantes y débiles somos? Dios le preguntó: “¿Quién es ese que oscurece el consejo con palabras sin sabiduría?”. Las adversidades suelen que pensemos de acuerdo a nuestra sabiduría, porque tendemos a ser egocéntricos y auto-suficientes al sufrirlas. Dios quiere que siempre recordemos que no es “con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Zac. 4:6). Nuestro Padre anhela que descubramos que es en nuestras debilidades que somos fuertes, porque es en esa condición que se perfecciona el poder de nuestro El-Shaddai (2 Co. 12:9, 10).
  2. ¿Quién puede medir la fuerza de Dios manifestada en la creación? Job oyó al Creador dándole a entender que Su omnipotencia le permite dar el amanecer a los millones de días que se han realizado desde la creación del mundo. Job aprendió que solo su Dios puede atar los lazos de las Pléyades. Una constelación de mil estrellas que se ubican a 410 años luz de la tierra. Vio que la fuerza de Dios puede ser vista en la fuerza que poseen los caballos, quienes pueden cargar cientos de kilos de peso y pueden correr a una impresionante velocidad. Comprendió que Dios domaba perfectamente al gran behemot y al poderoso leviatán que todos temían en su tiempo.
  3. ¿Quién puede definir la sabiduría de Dios mostrada en la creación? El Señor se presenta como aquél que le fijó medidas a la tierra. Asentó a la tierra sobre sus bases. Le puso límites a los mares. Aunque sea imposible para el hombre, Él afirma que sí conoce perfectamente las profundidades del más hondo abismo y las anchuras de toda la tierra. En algo tan diminuto como una escarcha de nieve, Dios exhibe la ignorancia del hombre y Su conocimiento ilimitado. Solo Él conoce “los tesoros de la nieve” y que no hay una escarcha igual que otra. El Dios de Job era tan sabio que escogió no darle sabiduría a la avestruz.
  4. ¿Quién puede calcular la bondad de Dios mostrada en la creación? El Dios fuerte y sabio de la creación también es bueno hacia todo lo que Él ha formado. El rey de la selva necesita que el Rey del universo le consiga su presa. Las más de 11,000 especies de aves sobre la tierra reciben su alimento del “Padre de las luces, con el cual no hay cambio ni sombra de variación”. El Sustentador de todas las cosas, está al tanto de todas las preñeces de todas las ciervas en el campo.
Joseph Daniel

Al escuchar todo lo que Dios le dijo y le preguntó, Job dijo: “He aquí que yo soy vil; ¿qué te responderé? Mi mano pongo sobre mi boca. Una vez hablé, mas no responderé; aun dos veces, mas no volveré a hablar”. Por más difícil que sea, lo mejor que podemos hacer después de sufrirlo todo, como ocurrió con Job, es acallarnos en la presencia de Dios para admirarle, confiarle y adorarle. En vez de cuestionar, protestar y defender, lo más provechoso es hacer lo que hizo el salmista. “En Dios solamente está acallada mi alma; de él viene mi salvación” (Sal. 62:1).

En los ataques que has sufrido, no te enfoques en tus agresores ni en tus pérdidas. En el abuso espiritual que has padecido, mira detenidamente la gloria, la sabiduría, el poder y la bondad de tu Dios. En las agresiones que has sufrido, concéntrate en lo que hay en ti que Dios desaprueba y que tu pudieses confesárselo. Deja en las manos del Juez justo las atrocidades que otros han cometido contra ti. Deja que Dios decida cómo y cuándo se encenderá Su ira sobre los Elifazes, Bildades y Zofares en tu vida. Perdónalos y ora por ellos, porque cuando Job oró por sus amigos, Dios quitó su aflicción y lo bendijo mucho más de lo que había hecho anteriormente.

Al final de la interacción de Job con Dios, él también determinó en su mente en cuanto a su Señor: “Yo conozco que todo lo puedes, Y que no hay pensamiento que se esconda de Ti. ¿Quién es el que oscurece el consejo sin entendimiento? Por tanto, yo hablaba lo que no entendía; cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía”. ¿Pudiéramos nosotros llegar a la misma conclusión? ¿Pudiéramos nosotros también comprender que Dios está detrás de todo aquello que Él ha permitido en nuestras vidas aunque nos duela profundamente y no podamos comprenderlo? Descansemos —no en nuestras circunstancias — sino en nuestro sabio Padre que permite toda angustia para nuestro bien y para Su propia gloria.

De maneras misteriosas

Suele Dios aún obrar,

Y así sus maravillas

Por los suyos efectuar.

Él cabalga sobre nubes

Y los vientos y tempestad

Son sus siervos enviados

Para hacer su voluntad.

En abismos insondables

Con destreza y gran saber

Atesora sus designios,

Efectúa su querer.

¡Alentaos, pues miedosos!

Estas negras nubes son

De sus bendiciones llenas,

Traerán la salvación.

No juzguéis por los sentidos

Los designios del Señor,

Si parece que las pruebas

Contradicen a su amor.

Descansad en sus promesas,

En su gracia confiad,

Estas sombras son el manto

Con que envuelve su bondad.

Sus propósitos perfectos

A su tiempo cumplirá,

Y lo que es ahora amargo

Dulce fruto llevará.

La incredulidad es ciega,

Pues no mira más allá;

A la fe Dios se revela,

Todo nos aclarará.

(T. Ward)