La Religión Pura y sin Mácula

Al Otro Lado del Río

David Alves Jr.

Providencia nos tiene aun de este lado del río. Pero si fuera por nosotros preferiríamos ya haberlo cruzado junto con los que ya se nos han ido.

Algunos seres queridos ya lo cruzaron para llegar al paraíso que está del otro lado. Fue muy acongojante verles cruzar esas aguas caudalosas. En algunos casos, pasaron de este mundo a la vida eterna sin que lo esperáramos. De un momento a otro, dejaron nuestra costa, para abrir los ojos en aquella orilla que es como ningún otra.

En otros casos, pasamos la gran congoja de ver a nuestros amados luchar y sufrir al pasar por estas aguas turbulentas. Algunos fueron envejeciendo y otros sucumbieron a las terribles enfermedades que solo hay de este lado del río.

Nuestra percepción de este río suele ser paradójica. Por un lado, nos desagrada por el dolor y el vacío que nos ha causado por los seres amados que nos ha quitado. Pero por el otro lado, nosotros los ciudadanos de una patria en los cielos, este río es algo que nos atrae porque entendemos que es el medio por el cual llegamos a Cristo, lo cual es muchísimo mejor.

Algo que nos consuela es que no cruzaron solos las aguas del río de la muerte. No lo hicieron solos porque el que colgó en el árbol y fue sumergido en las aguas más tormentosas, fue quien les acompañó. Cuando dieron su último suspiro, durmieron en los brazos fuertes de su Señor. El enemigo hubiese querido arrebatarles de sus manos al navegar por esas corrientes, pero no fue exitoso porque nada nos puede arrebatar de las manos de nuestro Pastor y nada puede separarnos del amor de Dios que es en nuestro Redentor.

Pero nosotros aquí seguimos. Aún estamos de este lado del río. Vamos peregrinando en un mundo que nos aborrece por nuestra fe y al que nosotros detestamos por su perversión. Caminamos hacia la ciudad celestial a la orilla de este río. En vez de mirar a las cosas vacías que nuestra tierra nos ofrece, fijamos nuestra mirada a todo lo que nos espera a la orilla de la tierra nueva que el Creador formará especialmente para nosotros. Somos atribulados en esta vida, levantamos la mirada, y encontramos paz en el hecho de que muy pronto estaremos allá, al otro lado del río.

Peregrino, compañero mío, no desmayes. Levanta tu mirada y mira conmigo desde acá todo lo que se ve que hay allá.

Al otro lado del río se puede ver que la nueva ciudad en la que viviremos es tan hermosa como una novia vestida el día de su boda.

Al otro lado del río se puede ver que los que ya cruzaron, están viviendo una vida en abundancia, de acuerdo a lo que nos vino a prometer el tierno Salvador. Se ven infinitamente más alegres, más sanos, más satisfechos y más activos de lo que jamás pudieran haberlo sido en este mundo nuestro. Nada en ellos nos hace pensar que quisieran regresar a este mundo en el que seguimos. Continuamente vemos que se acercan para comer del fruto del árbol de la vida que les permite nunca enfermarse y nunca tener que cruzar el río otra vez para morir. Les vemos ser llevados por el Cordero que fue inmolado a las fuentes de aguas de vida para ya no sufrir sed. Estaban tan cansados acá, pero allá ya no están trabajados ni cargados. Con asombro observamos al Dios que controla el vasto universo dedicarle atención a cada uno de ellos para enjugar sus lágrimas.

Al otro lado de río se puede ver lo que mas llama la atención. Podemos ver que lo que ilumina esa orilla dorada es el resplandor del Dios Triuno. ¡Mira la gloria del Espíritu que hizo morada en nosotros! ¡Mira la gloria de nuestro Padre que cuidó de nosotros tan delicadamente cada día de nuestras vidas! ¡Mira la gloria del Cordero de Dios y del León de la tribu de Judá que aún lleva las heridas del Calvario! Esto y mucho más podemos ver qué hay allá. Desde acá también escuchamos el canto de los redimidos, pero también escuchamos el canto sin igual del Salvador, cantando sobre los redimidos, de acuerdo a lo profetizado por Sofonías.

Amado: sé fiel, sé fuerte. Muy pronto el Rey de gloria vendrá a esta orilla llena de penumbras y nos recogerá para llevarnos a la orilla llena de gloria. Nos pondrá sobre sus alas para que lleguemos a las moradas que él nos ha ido a preparar y así no tendremos que cruzar el río. Al estar allá y al ver todo lo qué hay al otro lado del río, todas nuestras dudas serán despejadas y todas nuestras heridas serán perfectamente sanadas.

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