Cristo en toda la Biblia

Amado Esposo, Nadie Como Tú

David Alves Jr.

Jueces 21

Parte del castigo de las tribus de Israel a la tribu de Benjamín, por causa del funesto acto cometido a la concubina del levita, fue que decidieron no darles sus hijas para que se casaran con ellas.

Después recapacitaron y se entristecieron por todo lo que estaba aconteciendo dentro de la nación. Por el juramento que hicieron de no darles sus hijas en matrimonio, fueron a Jabes-galaad, mataron a todos los varones y a todas las mujeres, excepto a las vírgenes. Ellos sufrieron esto como castigo por no haber obedecido a Dios.

Esto resultó en que cuatrocientas vírgenes pudiesen casarse con varones de la tribu de Benjamín. Esto era para que no desapareciera esta tribu. Pero no hubieron suficientes mujeres para todos. 

Las tribus tuvieron compasión de Benjamín. Decidieron que tomarían por esposas a las mujeres que habían escapado. Tendrían que hacer una emboscada y tomarlas para ser suyas.

Eso fue lo que sucedió y así tuvieron suficientes mujeres para que todos se casaran. 

Se señala que si hubiesen dado sus hijas por sus esposas, hubiesen caído bajo maldición.

Este relato, por extraño que parezca, nos hace pensar en la mejor historia de amor que ha habido entre un esposo y una esposa. Concluiremos viendo a Cristo en el libro de Jueces al pensar en él como el esposo y la iglesia siendo su amada esposa.

En el caso de los benjamitas, otros pelearon y ganaron una batalla para conseguirles sus esposas. En el caso de nuestro glorioso Esposo, él tuvo que pelear la guerra solo al padecer sobre una cruz. Él venció todo lo relacionado a la maldad al morir y a al resucitar de entre los muertos. En el caso de algunos benjamitas, las esposas que llegaron a tener fue porque ellos tuvieron que ir por ellas y tomarlas. En nuestro caso, nuestro esplendoroso Esposo vino a nosotros e hizo todo para poder tomarnos como esposa suya. Nosotros no hicimos nada, sino solo poner nuestra fe en él.

En el caso de los benjamitas, sus esposas pertenecían a una comunidad en Jabes-galaad que desobedecieron al no presentarse en la reunión hecha a Yahweh. En el caso de nuestro hermosísimo Esposo, él decidió tomar por esposa a una numerosa multitud de personas depravadas, contaminadas, sucias, despreciables y detestables. No había nada atractivo en nosotros. El único atractivo que ahora tenemos ya que somos de él, es lo que él nos ha hecho en nosotros por su infinita e inmerecida gracia.

En el caso de los benjamitas, ellos no pudieron recibir esposas de las demás tribus, por el juramento que habían hecho y hubiesen caído bajo maldición. En el caso de nuestro admirable Esposo, él estuvo dispuesto a sufrir la terrible maldición por causa de nuestro pecado al haber sido hecho maldición y pecado por nosotros.

En el caso de los benjamitas, las mujeres de Jabes-galaad fueron tomadas de su lugar y se casaron con ellos sin poder externar su opinión. En el caso de nuestro magnífico Esposo, nosotros le tomamos y le aceptamos porque esa fue nuestra voluntad. Vimos su belleza, sus manos heridas, su amor, y nuestros corazones respondieron al tomarle como nuestro. Voluntariamente nos dimos a él.

Hoy somos la virgen desposada de Cristo, el que amó nuestras almas hasta la muerte, pero viene el día cuando en las bodas del Cordero, él nos recibirá como Esposo.

No hay nadie como nuestro amado Esposo.

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