David R. Alves
Aunque quizás sea conocido más como un villancico popular que se escucha en diciembre, realmente es un himno que debería ser disfrutado todo el año. Para conocer su historia necesitamos remotarnos a poco más de tres siglos atrás, cuando apareció en un himnario impreso en Inglaterra en 1719: “Joy to the World” (su título original en inglés).
La primera estrofa dice así:
¡Al mundo paz, nació Jesús!
nació ya nuestro Rey;
El corazón ya tiene luz,
Y paz su santa grey,
Y paz su santa grey,
Y paz, y paz su santa grey.
“Grey” (4 veces en RVR 1960; ver 1 P. 5:2-3) es, comunmente, un rebaño de ovejas pero figurativamente describe al pueblo cristiano en general, siendo Cristo el Pastor (con P mayúscula). Aparte de Dios y de Cristo no hay nadie más en la Biblia con ese título Cristo (ver: Gé. 49:24; Sal. 80:1; Ecl. 12:11; 1 P. 2:25). En el contexto de una congregación local la grey es cuidada por pastores subalternos a Cristo (pastores con p minúscula; ver: Heb. 13:7).
“¡Al mundo paz nació Jesús! nació ya nuestro Rey”. Este mundo no conocerá paz verdadera y duradera hasta que Cristo, el Mesías prometido por Dios, se manifieste como Rey de reyes.
Isaías profetizó (9:6-7) que: “Un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre”.
Voy a llamar este himno “el himno de tres gigantes”: Isaac Watts (Inglés), George Frederick Handel (Alemán-naturalizado Inglés), y Lowell Mason (Estadounidense).
- Autor: Isaac Watts (1674-1748). “El padre de la himnodia inglesa”. Después de siglos de los cantos gregorianos del romanismo de la Edad Media, y las salmodias de la Reforma, con la rigidez de sólo aceptar el canto de textos bíblicos, especialmente los Salmos, el canto congregacional en Europa estaba en ruinas. Watts se convirtió a Cristo a la edad de 15 años y no tardó en quejarse de esta situación con su padre, diácono de la iglesia a la que asistían. La respuesta cortante de su padre fue: “Si crees que puedes producir algo mejor, ¡hazlo!”. Así fue, Watts escribió un himno esa noche y durante su vida contribuiría unos 700 himnos al mundo cristiano. Uno muy conocido en español es: “La Cruz Sangrienta al Contemplar do el Rey de Gloria padeció”.
Tuve oportunidad hace años de visitar la Abadía de Westminster, en Londres. Es uno de los edificios religiosos de mayor importancia en el Reino Unido. Reposan allí los restos de unas 3,300 personas. Desde el año 1006 se han hecho todas las coronaciones de los monarcas ingleses allí, y es donde unos 40 de ellos están enterrados. De particular interés me fueron la tumba de David Livingstone (misionero al África), y los monumentos dedicados a John y Charles Wesley (predicadores, himnólogos, y fundadores del metodismo) y el de nuestro protagonista hoy, Isaac Watts. El aprecio que le tienen los ingleses a este último se ve reflejado en su monumento conmemorativo (su cuerpo yace en el cementerio de Bunhill Fields, a 5 kilómetros de la Abadía). ¡Es más impresionante que el de los monumentos de varios reyes allí! En la parte inferior del monumento se representa a Isaac Watts en su escritorio escribiendo, un ángel le sostiene su mano con que escribe. Es la representación de una creencia popular de que sus himnos eran tan sublimes que ángeles han de haberle guiado al escribirlos.

Isaac Watts – Abadía de Westminster, Londres
Foto: Wikipedia Commons, 14GTR
Dice la segunda estrofa:
¡Al mundo paz, el Salvador
en tierra reinará!
Ya es feliz el pecador,
Jesús perdón le da,
Jesús perdón le da,
Jesús, Jesús perdón le da.
Para muchos de sus himnos, Isaac Watts tomaba pasajes del Antiguo Testamento y adaptaba sus palabras a la luz de lo que enseña el Nuevo Testamento. “Al mundo paz nació Jesús” es su adaptación del Salmo 98. Que dice, en parte: “Cantad a Jehová cántico nuevo… Jehová ha hecho notoria su salvación… Todos los términos de la tierra han visto la salvación de nuestro Dios. Cantad alegres a Jehová, toda la tierra… Delante de Jehová, porque vino a juzgar la tierra. Juzgará al mundo con justicia, y a los pueblos con rectitud”.
Fíjese que el tema del reino futuro de Cristo reluce, como en el Salmo 98, también en la tercera estrofa de nuestro himno:
Al mundo él gobernará
con gracia y con poder;
A las naciones mostrará
Su amor y su poder,
Su amor y su poder,
Su amor, su amor y su poder.
El ángel Gabriel le dijo a María: “No temas… concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre… y su reino no tendrá fin” (Lc. 1:30-33). De Cristo y su reino, Isaías (2:3-4) predijo: “Juzgará entre las naciones… y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra”.
2. Compositor: George Frideric Handel (1685-1759).
En cuanto a este mundialmente afamado compositor resalta una anécdota que cuenta Patrick Kavanaugh en su libro Las Vidas Espirituales de los Grandes Compositores:
“En una pequeña casa de Londres… un sirviente suspira con resignación mientras prepara una bandeja llena de comida que supone que no se comerá. Desde hace más de una semana, sigue fielmente atendiendo a su patrón, un excéntrico compositor, que pasa hora tras hora encerrado en su habitación. Por la mañana, al mediodía, y por la noche, el sirviente entrega comidas apetitosas al compositor y regresa más tarde para encontrar los platos prácticamente intactos.
Una vez más, se arma de valor para seguir la misma rutina, murmurando en voz baja sobre lo extrañamente temperamentales que pueden ser los músicos. Cuando abre la puerta de la habitación del compositor, el sirviente se detiene en seco.
El sorprendido compositor, con lágrimas corriendo por sus mejillas, se vuelve hacia su sirviente y exclama: “Creí ver todo el Cielo ante mí y al mismo gran Dios”. George Frideric Handel acababa de terminar de escribir un movimiento que ocuparía su lugar en la historia como el ‘Coro Aleluya’”. (Si no lo conoces te animo a buscar en YouTube con las palabras “Aleluya. Mesías. Handel”. Es estremecedor.)
3. Lowell Mason (1792-1872), que hizo el arreglo musical con que lo conocemos. Aunque algunos dudan de que la composición original es de Handel, Mason aseveró que sí fue, y le atribuye a Handel el nombre de “Antioch” a la tonada.
Mason fue un músico autodidacta americano. Pasó veinte años de su vida aprendiendo a tocar todo instrumento a su alcance. A los 16 años ya era director de un coro. Con el pasar de los años recibió reconocimientos, aun de prestigiosas universidades, e hizo una tremenda contribución al impulso a al estudio de música en escuelas publicas. En 1827, Lowell Mason se convirtió en presidente y director de la Sociedad Handel y Haydn. Compuso más de mil seiscientas melodías. Llegó a ser conocido como el padre de la musica sagrada en los Estados Unidos. Le debemos los arreglos musicales para himnos com “Yo Quiero obedecerte” (Bautismo), “Cerca de Ti, Señor” (El himno del Titanic, así conocido). El arreglo para el himno “Al mundo paz, Jesús nació” hecho por Mason fue publicado en himnarios en 1838.
Lastimosamente, el traductor de este himno al español nos es deconocido.
Aunque el mundo no lo reconozca, el anhelo es encontrar paz y felicidad, no solamente en el ámbito internacional sino también en lo personal.
Hageo (2:7) profetizó: “Vendrá el Deseado de todas las naciones”. Vino ya hace casi dos mil años y fue puesto en un pesebre en las afueras de Belén; unos 33 años después fue puesto sobre una cruz en las afueras de Jerusalén. Pero resucitó y subió al cielo. Vendrá otra vez.
Zacarías (9:10) predijo su influencia internacional: En su segunda venida, Cristo: “Hablará paz a las naciones, y su señorío será de mar a mar, y desde el río hasta los fines de la tierra”.
En lo personal, Isaías (53:5) me ha sido de eterna bendicion: Cristo fue “herido por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él” Hace 46 años comencé a disfrutar de paz con Dios al haber reconocido que el castigo que yo merecía por mis pecados lo sufrió Cristo en mi lugar. Él murió por mí. Por medio de Cristo, Dios me perdonó. Puedo cantar de corazón: “Ya es feliz el pecador, perdón Jesús les da”. ¿Y tú?
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