Ensayos

Debate Entre el Catolicismo y los Protestantes Sobre la Transubstanciación

David Alves hijo

Introducción

La Iglesia Católica a lo largo de los siglos, especialmente durante le Edad Medieval, desarrolló distintas falsas enseñanzas en cuanto a la cena del Señor. Entre los siglos XIII, XIV y XV se fue formulando una doctrina que llamaron “transubstanciación”. Los teólogos del catolicismo fueron propagando esta idea que se demostrará como siendo contraria a las Sagradas Escrituras. Este dogma y otros más relacionados a los sacramentos, descarriaron a muchas personas a creer un sin fin de doctrinas aberrantes y blasfemas. Aun en tiempos relativamente recientes, el papa Pablo VI en su obra Mysterium Fidei, publicada en 1965, pidió que se retuviese el dogma de la presencia real de Jesús en cuanto a lo enseñado en la transubstanciación.1 Esto demuestra cómo la doctrina de la transubstanciación ha prevalecido por tantos años y es algo con lo cual la Iglesia del Señor aun tiene que lidiar en el siglo XXI.

En la providencia de Dios, distintos hombres fueron levantados por el Señor en el siglo XVI para contrarrestar esta doctrina errónea de la iglesia romana, y muchas más. Fueron grandemente usados para que se diera a conocer el verdadero evangelio de Dios y para que se aclararan muchas confusiones en cuanto a la eclesiología. Se considerará cómo Lutero, Calvino y Zwinglio se opusieron a la enseñanza de Roma sobre los sacramentos. Se demostrará que ellos se opusieron vehementemente a esta doctrina al enseñar lo que verdaderamente representa el pan y el vino. Una consideración también será realizada sobre el pasaje principal que es utilizado por la Iglesia Católica para afirmar su postura sobre la transubstanciación.

Se analizará cómo estos tres varones mencionados, al negar la transubstanciación, tuvieron diferencias de convicción en cuanto a los elementos de la cena del Señor y la presencia del Hijo de Dios en dicha celebración. Se buscará llegar a la conclusión sobre cuál de los tres teólogos mencionados se apegó más a las Escrituras sobre este tema. Este análisis por delante tiene como objetivo distinguir entre la enseñanza que es falsa y la que es pura. Se busca también identificar cómo Dios fue guiando a los reformadores a entender la verdad en tiempos de tanta oscuridad espiritual para que la pudiesen enseñar a otros. Con todo esto se comprueba la importancia de que la iglesia en la actualidad estudie la historia de La Reforma de la Iglesia para que no se cometan los mismos errores que se cometieron anteriormente, y así sea glorificado el nombre del Dios de toda verdad.

Postura Católico-Romana sobre la Transubstanciación


I. Base dogmática

La religión católica ha enseñado la doctrina de la transubstanciación por varios siglos. Esta enseñanza afirma que en la misa los sacramentos del pan y del vino, aunque su apariencia permanece igual, sus sustancias son transformadas.2 Esto resulta en que el pan y el vino pasan a ser de manera literal el cuerpo y la sangre de Jesucristo. En el Concilio de Trento, llevado a cabo entre los años 1545-1563, se acordó que:
“Si alguno niega que el cuerpo y la sangre, junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y por tanto todo el Cristo, están verdadera, real y sustancialmente contenidos en el Sacramento de la Sagrada Eucaristía, sea anatema”.3

II. Base teológica 


Los dogmas del catolicismo se basan en distintas enseñanzas del hombre y de Jesucristo para aseverar tal doctrina. Uno de los pasajes bíblicos que comúnmente han utilizado para enseñar la transubstanciación es lo que dijo Jesús en Juan 6:54-56. En dicho pasaje el Hijo de Dios habla de aquellos que comen su carne y beben su sangre y que así tienen vida eterna. El teólogo católico-romano Ludwig Ott defiende esta postura al escribir:

“Sin embargo, la necesidad de aceptar una interpretación literal en este caso es evidente: a) Por la naturaleza de las palabras utilizadas. Se destacan especialmente las expresiones realistas alathas brosis = comida verdadera, verdadera (v.55); alathas posis = bebida verdadera, real (v.55); trogein = roer, masticar, comer (v.54) b) De las dificultades creadas por una interpretación figurada. En el lenguaje de la Biblia, comer la carne de una persona y beber su sangre en sentido metafórico significa perseguirla sangrientamente, destruirla. Cf. Sal. 26:2; Isa. 9:20; 49:26; Miq. 3:3. c) De las reacciones de los oyentes, que Jesús no corrige, como había hecho anteriormente en caso de malentendidos (cf. Mt. 16:6; Jn. 3:3; 4:32). En este caso, por el contrario él confirma su aceptación literal de sus palabras a riesgo de que sus discípulos y sus apóstoles podrían abandonarlo (v.60).”4

III. Base filosófica

El teólogo cristiano Reid Karr señala una distinción que es importante tomar en cuenta al buscar entender la transubstanciación. Él explica que el catolicismo corrobora la enseñanza de la transubstanciación al basarse en la filosofía de Aristóteles. Él diferenciaba entre cambios sustanciales y cambios accidentales. El filósofo enseñaba que la sustancia de algo se refiere a lo que realmente es en su esencia, y que el accidente son las características incidentales que algo posee en su apariencia pero que puede ser removido sin modificar su sustancia. Karr concluye lo siguiente al respecto:
“Durante la Eucaristía, pues, la sustancia del pan y del vino se transforma en el cuerpo y la sangre de Cristo, mientras que los accidentes siguen siendo los mismos. Se afirma que el pan y el vino en realidad se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo, pero mantienen la apariencia, textura, olor y sabor del pan y del vino.”5

Postura Protestante de la Transubstanciación 

I. Martín Lutero 

Un monje alemán llamado Martín Lutero que había abrazado y enseñado las doctrinas de la Iglesia de Roma, descubrió que la justificación es por medio de la fe y rompió todo lazo con la religión a la que él había pertenecido. Públicamente denunció varias cosas con las que difería con ese sistema. Una de ellas fue el tema de la transubstanciación. En 1520 publicó una obra titulada La Cautividad Babilónica de la Iglesia. En el capítulo sobre los sacramentos, él recalcó distintos errores graves sobre la misa católica. En la segunda cautividad, como él lo llama, Lutero trata el asunto de la transubstanciación. 

En la obra ya mencionada, el reconocido reformador desaprobó por completo lo que enseñaba Roma sobre el pan y el vino. El hecho de que enseñaban que el pan se convertía en el cuerpo de Jesús y el vino en su sangre, lo aseveraba como siendo el producto de la imaginación de Roma, y no como el resultado del poder divino. Veía como absurdo que se usara la filosofía aristotélica en relación a la diferenciación entre la sustancia y el accidente que ya fue mencionado. Él especificó que consideraba que en el pan y en el vino se encontraba la presencia real de Cristo y que no se requería creer en la transubstanciación para entenderlo de esa manera. “Aun así, para que el cuerpo real y la sangre real de Cristo estén presentes en el sacramento, no es necesario que el pan y el vino sean transubstanciados y Cristo esté contenido bajo sus accidentes; pero ambos permanecen allí juntos, y con verdad se dice: “Este pan es mi cuerpo, este vino es mi sangre” (Mateo 26:26) y viceversa”.6

Esto significa que Lutero creía en lo que fue llamada la doctrina de la consubstanciación. El maestro de la Biblia, R.C. Sproul, definió esta postura de Lutero de la siguiente manera: “lo que significa que Cristo está sustantivamente presente con la presencia sustantiva del pan y del vino”.7 Esto significa que Lutero creía que la presencia física pero invisible de Jesucristo se hace presente cuando la Iglesia participa de los sacramentos.8 Llegó al grado de decir que cuando un cristiano participa de los elementos, está tan cerca a Cristo físicamente como lo estuvieron aquellos que estuvieron cerca de él durante su vida terrenal.9 El historiador de La Reforma de la Iglesia, W. Robert Godfrey, recalca el hecho de que la perspectiva de Lutero no debe ser considerada como siendo basada en la mística o en la magia. Lutero creía fervientemente por medio de la fe que Cristo se había atado a los sacramentos.10

II. Juan Calvino 

A pesar de tener mucha cercanía al catolicismo, el francés Juan Calvino, se convirtió a Dios al conocer el verdadero evangelio. Sus estudios minuciosos de las Escrituras le llevaron a escribir La Institución de la Religión Cristiana, publicado primeramente en 1536. Es considerada como la obra más impactante que fue redactada durante el tiempo de La Reforma. En la cuarta sección de su libro se centra en el tema de la cena del Señor. Al igual que Lutero, él consideraba como siendo perversa la doctrina de la transubstanciación. Veía dicha enseñanza como una artimaña de Satanás que alejaba las mentes de los hombres del cielo al convencerles del error “de que Cristo está anexado al elemento del pan”.11 

En relación a la consubstanciación, la enseñanza promovida por Lutero, Calvino en términos generales estuvo de acuerdo con él. Hubieron cosas que Calvino contradijo y mejoró, pero en general estuvo de acuerdo con el teólogo alemán. Calvino enfatizó más el asunto de los signos en los sacramentos. El teólogo Keith Mathison lo explica de la siguiente manera: “Según Calvino los sacramentos son signos. Los signos y las cosas significadas deben distinguirse sin separarse. Calvino rechaza la idea de que los signos sacramentales sean meros símbolos (por ejemplo, Zwinglio). Pero también rechaza la idea de que los signos se transformen en las cosas que significan (por ejemplo, Roma). Calvino sostiene que cuando Cristo usa las palabras “Esto es mi cuerpo”, el nombre de la cosa significada (“cuerpo”) se aplica a la señal (el pan).”12

Juan Calvino, al insistir que la presencia de Jesucristo estaba en los elementos en la cena del Señor, no enseñaba lo que sí aseveraba Lutero en cuanto a que Jesús se presenta en los elementos de manera física. Calvino estaba convencido de que su naturaleza humana no se hace presente, sino que es su presencia divina. Al estar su naturaleza humana a la mano derecha de Dios, Calvino enseñaba que la iglesia tiene comunión con su naturaleza humana al hacerlo con su naturaleza divina.13 Mientras que la presencia de Cristo estaba en los elementos de manera literal, de acuerdo a lo enseñado por Lutero, para Calvino la presencia de Cristo en el pan y en el vino era de forma espiritual.

III. Ulrico Zwinglio

El teólogo Ulrico Zwinglio fue justificado de sus pecados siendo sacerdote católico. Habiendo conocido la verdad, tuvo el deseo de enseñar fielmente las Escrituras en su país natal de Suiza. Él tuvo una perspectiva completamente distinta a las de Lutero y Calvino en cuanto a los elementos en la cena del Señor. Zwinglio, a diferencia de Lutero, no se enfocó tanto en contestar preguntas que tenían que ver con cuál era el verdadero significado de la palabra institución; o cómo era exactamente que Cristo estaba presente; o cómo debían los cristianos comer apropiadamente el cuerpo natural de Cristo para vida eterna.14 Esto causó mucha discusión entre ambos teólogos. El enfoque de Zwinglio fue en el significado de los elementos de la cena del Señor.

Otra cosa que perturbó grandemente a Lutero fue que Ulrico Zwinglio afirmaba que en la cena del Señor solo estaban presentes el pan y el vino, pero no el cuerpo y la sangre del Señor. Contrario a lo que entendía Lutero, él no consideraba que se comía el cuerpo de Jesús al participar del pan. Para Zwinglio la cena del Señor solo era un memorial o recordatorio de la muerte del Hijo de Dios. Enseñaba que en este servicio de la iglesia se participaba del pan y del vino porque ayudaban a los cristianos a pensar en el cuerpo lastimado de Cristo y en la sangre derramada por el Salvador.15 Obviamente el teólogo suizo rechazó por completo la doctrina de la transubstanciación y también la consubstanciación.

Por causa de la diferencia de opinión entre Lutero y Zwinglio, se llevó a cabo una reunión en el Coloquio de Marburgo en el año 1529. Ambos teólogos presentaron sus distintas perspectivas al respecto. No pudieron llegar a un acuerdo y decidieron separarse para ya no gozar comunión entre ellos y entre sus seguidores. Lutero concluyó esa reunión diciendo: “Nuestro espíritu y vuestro espíritu no están en consonancia”. Un año después, en la Dieta de Augsburgo, los zuinglianos y los luteranos hablaron sobre este mismo tema, pero tampoco pudieron llegar a un acuerdo.

Conclusión

Lutero, Calvino y Zwinglio estuvieron en lo correcto al refutar rotundamente la herejía católico-romana de la transubstanciación. La Biblia claramente enseña que el pan y el vino no se convierten en el cuerpo ni en la sangre de Jesucristo. Cuando Jesús dijo del pan: “tomen, coman, esto es mi cuerpo”; y del vino: “beban de ella todos; porque esto es mi sangre” (Mt. 26:26-28), estaba hablando en un sentido figurado. Lo escrito por Pablo a los corintios hace esto abundantemente claro. Debían partir el pan y beber de la copa en memoria de él (1 Co. 11:24, 25). Los elementos solo eran recordatorios del cuerpo entregado de Jesús y de su sangre derramada a favor de los que creyesen en él. En 1 Corintios 10, el Espíritu Santo enseña que el pan representa la unidad que debe haber en la iglesia al ser un solo cuerpo. Entre los teólogos considerados, lo enseñado por Zwinglio es lo que más se acerca a lo enseñado por Dios en su Palabra.

El texto citado anteriormente del evangelio de Juan, que es usado por Roma para enseñar la transubstanciación, el cual habla de aquellos que comen el cuerpo del Señor y beben Su sangre, no enseña tal cosa. En ese mismo capítulo Jesús habló acerca de él siendo el maná del cual comieron los israelitas en el desierto. En base a eso, él enseñó que él era el Pan de Vida y que los que creyeran en él, jamás sufrirían hambre. Todo eso fue en un sentido espiritual y simbólico. Lo mismo aplica al texto usado por los católicos para enseñar la transubstanciación. No interpretarlo de esa manera sería ser inconsistente con la interpretación de la simbología en las Escrituras. Por ejemplo, Cristo dijo que él es la puerta (Jn. 10:9) y que él es el camino (Jn. 10:14). Sería ilógico decir que él es eso en un sentido físico o literal. Obviamente es en un sentido simbólico. Lo mismo ocurre cuando el catolicismo quiere aseverar su enseñanza de la transubstanciación en las palabras de Cristo en Juan. El pan y el vino no son el cuerpo ni la sangre de Jesús, sino que simbolizan preciosas verdades relacionadas a su sacrificio perfecto.

En cuanto a las posturas de Lutero, Calvino y Zwinglio sobre la presencia de Jesús en la cena del Señor, lo enseñado por el teólogo suizo también es lo que más se apega a las Escrituras. No hay indicio bíblico de que la presencia de Jesucristo se presenta en los elementos de una manera física o espiritual como lo enseñaron Lutero y Calvino. El Nuevo Testamento claramente enseña que el Señor Jesús se hace presente entre los que se reúnen a su nombre (Mt. 18:20; 1 Co. 5:4). Al tener un cuerpo y al encontrarse a la diestra de su Padre, su presencia entre los redimidos al reunirse es a través del Espíritu Santo. El énfasis bíblico en cuanto el pan y el vino, no es la presencia de Jesús, sino lo que simbolizan en cuanto a su muerte. El énfasis bíblico en cuanto a la presencia de Jesús, no es en cuanto a los elementos en la cena del Señor, sino que se presenta entre aquellos que se reúnen a su nombre.

Por lo tanto, se puede concluir con toda seguridad que la postura católica de la transubstanciación es completamente errada, y que los protestantes corrigieron acertadamente esta falacia con el sustento pleno de las Sagradas Escrituras que son infalibles, inerrantes e inspiradas. Debemos dar gracias al Señor por haberle mostrado a distintos hombres del pasado lo que se considera como enseñanza sana sobre la cena del Señor. La Iglesia debe sostener firmemente una convicción y una práctica adecuada del partimiento del pan para ser guardada de las herejías que promueve el padre de mentira y para que el nombre de Dios sea debidamente exaltado. Los cristianos de la actualidad deben estar dispuestos a sacrificarlo todo por defender la verdad, así como lo hicieron aquellos que vivieron durante los tiempos en los que vivieron Lutero, Calvino y Zwinglio.

  1. «Brittanica», Britannica, 4 de Junio de 2024, https://www.britannica.com/topic/transubstantiation. ↩︎
  2. Joseph Zacchello, Secrets of Romanism, (Neptune, NJ: Loizeaux Brothers, 1987), 56. ↩︎
  3. Zacchello, Secrets of Romanism, 57. ↩︎
  4. Norman L. Geisler y Ron Rhodes, eds., Correcting the Cults, (Grand Rapids, MI: Baker Books, 1997), 169. ↩︎
  5. «Desiring God», Reid Karr, 13 de Septiembre de 2022, https://www.desiringgod.org/articles/transubstantiation. ↩︎
  6. Martín Lutero, The Collected Words of Martin Luther, e-artnow, 2018, edición para Kindle, cap. 8. ↩︎
  7. «Ligonier», R.C. Sproul, 1 de Noviembre de 2006, https://www.ligonier.org/learn/articles/battle-table. ↩︎
  8. «The Theologian: The Internet Journal for Integrated Theology», Matthew W. Mason, 4 de Junio de 2024, http://www.theologian.org.uk/doctrine/calvinonthelordssupper.html. ↩︎
  9. Martin Lutero, Luther’s Works, (Philadelphia, PA: Fortress, 1961), 94. ↩︎
  10. R.C. Sproul y Stephen J. Nichols, The Legacy of Luther, (Orlando, FL: Reformation Trust), 114. ↩︎
  11. Juan Calvino, La Institución de la Religión Cristiana, (Peabody, MS: Hendrickson Publishers, 2021), 902. ↩︎
  12. «Ligonier», Keith Mathison, 1 de Noviembre de 2006, https://www.ligonier.org/learn/articles/calvins-doctrine-lords-supper. ↩︎
  13. «Ligonier», R.C. Sproul, 1 de Noviembre de 2006, https://www.ligonier.org/learn/articles/battle-table. ↩︎
  14. «The Standard Bearer», Nathan Langerak, 15 de Octubre de 2017, https://sb.rfpa.org/this-is-my-body-luther-and-calvin-on-the-lords-supper/. ↩︎
  15. «Zondervan Academic», Zondervan Academic, 20 de Octubre de 2017, https://zondervanacademic.com/blog/transubstantiation-consubstantiation-catholic-protestant. 
 ↩︎

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