David Alves hijo

¿Qué es una virtud?
Una virtud es la capacidad que posee una persona para actuar correctamente para así agradar a Dios. La palabra virtud viene de virtus en latín que significa: “excelencia”. Por lo tanto, una virtud es una excelencia moral que puede llegar a manifestar una persona.
La Biblia nos habla de un sin fin de virtudes que el Señor exige que sean demostradas en las vidas de aquellos que le adoran y sirven. Dios quiere que siempre tengamos fe y esperanza en él. Dios desea que seamos humildes, amorosos y pacientes. Estos son solo algunos ejemplos de las virtudes que debemos manifestar en nuestras vidas.
¿Quién decide si algo es virtuoso o no?
La sociedad siempre busca dictarnos todo aquello que es correcto y todo aquello que es indebido. Como cristianos no podemos permitir que esto ocurra. Nuestra cosmovisión no debe verse moldeada por lo que el mundo indique.
Como pueblo de Dios nosotros debemos regular nuestros principios y valores únicamente a través de las Sagradas Escrituras. Al ser Dios nuestro Señor y aquel que nos gobierna en todo, él debe ser el único quien nos dicte cómo debemos vivir. Al ser nuestro Padre la autoridad moral del universo, es a él quien debemos recurrir para ser ordenados sobre cómo es que viviremos en este mundo.
En vez de pensar como el mundo, debemos tener siempre la misma mente que Jesucristo (Fil. 2:5) y no debemos conformarnos a este tiempo sino renovar siempre nuestras mentes (Rom. 12:2).
El dilema del cristiano
En cuanto a la tolerancia, la sociedad lo presenta como siendo lo mejor, pero la Biblia no lo ve de la misma manera. Comprobaremos que Dios te pide que no seas tolerante. ¿Qué debemos hacer? ¿Nos permitiremos ser dominados por la ideología de este mundo regido por Satanás? O ¿Nos someteremos a lo que dicta el Rey del reino al que ahora pertenecemos?
Antes de contestar esas preguntas es importante que entendamos lo que es la tolerancia. Se ha definido como “el respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias”.
Por lo tanto, meditemos en la pregunta: ¿Es la tolerancia una virtud?
La tolerancia no es una excelencia moral que Dios alaba en su Palabra, y por lo tanto, no debe ser estimada como siendo una virtud.
Dios nos pide que tratemos a los demás gentilmente (Ef. 4:32), recíprocamente (Lc. 6:31), amorosamente (Jn. 15:12), afectuosamente (Rom. 12:10), humildemente (Fil. 2:4), honradamente (1 Pe. 2:17), compasivamente (1 Pe. 3:8), pacientemente (Col. 3:12), pacíficamente (Rom. 12:18).
De eso no hay ninguna duda. Pero por otro lado, las Escrituras nos instruyen a que reprendamos a los que persisten en pecar (1 Tim. 5:20). El contexto de este pasaje demuestra que se refiere a la iglesia. El Espíritu Santo también nos indica: “no participen en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien repréndanlas” (Ef. 5:11). El contexto de este pasaje indica que se refiere a los incrédulos. Por lo tanto, Dios nos manda que reprendamos la maldad de los cristianos y de los inicuos.
Hay otra situación que debemos considerar. En el caso de otros cristianos, seríamos irresponsables si no los ayudáramos a abandonar alguna perversión que están cometiendo. En el caso de los incrédulos, no siempre es fácil saber cómo tratarles y ayudarles. En Proverbios 9:8, por ejemplo, se nos aconseja que no debemos reprender al burlador. Lo que debemos hacer es pedirle a Dios que nos dé sabiduría para saber cómo manejar cada situación.
En términos generales, el cristiano no puede quedarse callado. El hijo de Dios no puede hacer creer a alguien que está de acuerdo con la vida que lleva al no decirle algo. Con gracia y amor, nuestro deber es ayudar a los que no conocen al Señor a comprender que están mal delante de Dios.
El otro problema es que la sociedad quiere que seamos tolerantes en el sentido de que no solo respetemos su forma de pensar o actuar, pero también desean que les aseguremos con claridad que estamos de acuerdo con sus vidas. Quieren que digas que no tienes problemas con el matrimonio igualitario. Desean que les hables utilizando los pronombres que ellos prefieren. Obviamente nosotros no podemos hacer tales cosas.
¿Cómo actuar si no debemos ser tolerantes?
A pesar de tanta presión que podemos llegar a tener, honremos a Dios por encima de todas las personas. Oremos para que Dios nos dé sabiduría para saber cómo conducirnos en relación a los pecados de otros. Pidamos por las vidas de aquellos que conocemos que están mal para que sus corazones sean cambiados. Si el Señor nos permite hablar con ellos, con ternura y compasión, necesitamos señalarles el verdadero evangelio. Hazles ver que han pecado contra un Dios que es infinitamente santo, pero que él puede perdonarles si creen en su Hijo Jesucristo. Apoyarles en su maldad no es una opción.
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