Cristo en toda la Biblia

Misericordioso

David Alves Jr.

Jehová haga con ustedes misericordia.
Rut 1:8

Después de que Noemí sepultó a su esposo y a sus dos hijos con gran tristeza, ella decidió regresar a Belén. Al salir de los campos de Moab sus dos nueras la siguieron. Noemí con insistencia les pidió que se devolvieran. Viendo la situación tan carente en la que se encontraban sus nueras, Noemí les expresó el deseo que tenía de que Dios tuviese misericordia de ellas.

Orfa y Rut estaban muy necesitadas. Lo que más requerían no era un esposo, empleo, comida o dinero. Lo que más necesitaban era la misericordia de Jehová. Esto es lo que nosotros también requeríamos, y en gran manera.

En Hebreo la palabra “misericordia” es hesed. Esta preciosa palabra conlleva la idea de: “bondad, amabilidad, fidelidad, compasión”. Permitamos que nuestras mentes se sumerjan en las profundidades de la misericordia al pensar en Dios manifestándonos Su ternura inmerecida.

La moabita experimentó la bondad y compasión de Jehová de muchas maneras. Permitió que conociera a la familia de Elimelec y que a través de ellos conocería acerca del único y gran Dios de Israel. Permitió que se convirtiera a Él al renunciar a la idolatría y a todas las costumbres perversas de su tierra. Permitió que regresara a Israel junto con su suegra. Permitió que consiguiera trabajo en los campos de un varón ejemplar como Booz. Permitió que fuese redimida por Booz y que se casara con él. Permitió que fuese la bisabuela de David y que tuviese el increíble privilegio de formar parte de la genealogía del Mesías.

¡Tanta misericordia que tuvo Dios de esta mujer! Y estas solo son algunas muestras de la sobresaliente gracia que el Señor tuvo sobre Rut. Ella no hizo ni una sola cosa para merecer ni uno solo de los favores que ella disfrutó de la mano generosa de Dios. Noemí deseó que el Señor tuviese misericordia de su nuera, y eso fue exactamente lo que Él hizo.

La historia de Rut es la historia de cada uno de nosotros también. ¿Qué sería de nosotros si no fuese por la misericordia de Dios? ¿Cuál sería nuestra condición si no fuese por la magnífica bondad desplegada por el Altísimo a cada uno de nosotros, gusanos que somos? Así como en el caso de Rut, nosotros no hicimos nada por merecer la compasión de Dios.

Exaltemos y honremos a Dios por la misericordia que Él nos ha tenido. Pablo escribió a la iglesia en Éfeso: “Dios, que es rico en misericordia, por Su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia son salvos)” (Ef. 2:4, 5).

John Fowler

Meditemos lo siguiente en cuanto a estas preciosas palabras.

  1. La cualidad de la misericordia de Dios. Pablo no dice que Dios es misericordioso; sino que Dios es “rico en misericordia”. Solo un Dios con una inagotable misericordia pudo haberse compadecido de Rut y de nosotros, siendo deplorables y despreciables. La magnitud de Su misericordia fue tal, que Él estuvo dispuesto a castigar a Su Hijo sobre el madero.
  2. El afecto de la misericordia de Dios. El Señor no solo nos tuvo misericordia, sino que también nos amó. No fue cualquier amor que nos tuvo. Lo que Él sintió por nuestros fue un “gran amor”. Fuimos el objeto de Su enorme y profundo afecto. ¡Qué maravilla que Él puso Su mirada en nosotros, fue rico en misericordia y nos amó con un amor insondable! Miserables seres como nosotros requeríamos un Dios que tuviese mucha misericordia y mucho amor.
  3. El objeto de la misericordia de Dios. Hubiese sido llamativo si la misericordia que vino del cielo haya descendido sobre personas buenas. El Espíritu nos dice a través de Pablo que la misericordia del cielo descendió sobre nosotros quienes estábamos muertos en nuestros pecados. Esto hace la misericordia de Dios algo aún más llamativo y glorioso. ¡Misericordia para personas muertas! Solo Dios pudo habernos tratado de esa manera, y por lo tanto, bendecimos Su eterno nombre.
  4. El propósito de la misericordia de Dios. La misericordia que gozamos, no solo es increíble porque nos salva del infierno; pero aún más, es extraordinaria porque nos eleva hasta el cielo. Nos da la vida de Jesucristo, de tal manera que ahora vivimos juntamente con Él. Está en nosotros y nosotros estamos junto a Él. Tal misericordia nos hace humillarnos y adorar. El propósito de la misericordia de Dios es brindarnos la vida de Jesús y también salvarnos. Amamos las palabras: “Por gracia son salvos”. ¡Estamos vivos! ¡Somos salvos!

Admiremos la misericordia de Dios. No hay nada que se compare a ello. Tomamos las palabras del salmista sobre nuestros labios para bendecir al Señor de misericordia y decimos de Él: “Ha hecho memorables sus maravillas; clemente y misericordioso es Jehová” (Sal. 111:4).


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