Cristo en toda la Biblia

Expectativa de un Mejor Sacerdote

David Alves hijo

1 Samuel 2:12-36

Foto por Dave Hoefler

La tipología en la Biblia al relacionarse con el Hijo de Dios, es presentada de dos maneras distintas. Las cualidades de personajes veterotestamentarios hacen que el estudiante trace en ese individuo las bellezas de su gran Redentor. Pero también podemos notar que el Espíritu Santo desea que admiremos al Hijo del Altísimo al contrastarlo con individuos inicuos de los que leemos en el Antiguo Testamento.

Por ejemplo, cuando leemos de reyes corruptos en Israel, Dios quiere que el lector admire a Jesús como el Rey justo que un día dominará toda la tierra. Cuando leemos acerca de sacerdotes impíos en Israel, Dios quiere que el lector contemple a Cristo como el Sumo Sacerdote perfecto que nos representa fielmente delante de la presencia de su Padre.

Esto último es lo que tenemos por delante. Tomaremos el retrato sucio de Elí y de sus hijos para contrastarlo con el retrato puro de nuestro glorioso Salvador.

Contrastes entre sacerdotes

La mayor parte de 1 Samuel 2:12-36 se enfoca en exponer lo malévolo que era el sacerdocio en los tiempos de personajes virtuosos como lo fueron Ana y Samuel. De hecho, es muy claro que la manera en la que el Espíritu movió al autor humano para escribir esta porción, es contrastando las vidas de los rectos y de los perversos.

Nuestro objetivo no es enfocarnos en eso sino en comparar a los sacerdotes con nuestro Sacerdote, Cristo Jesús. Dependeremos principalmente de lo que el autor anónimo de Hebreos nos enseña sobre este oficio tan glorioso del Señor.

Disfrutemos al Cristo a través de los siguientes contrastes: 



(1) Los hijos de Elí eran impíos (v.12). Nuestro Sumo Sacerdote es sin pecado (Heb. 4:15). 



(2) Los hijos de Elí carecían de conocimiento de Dios (v.12). Nuestro Sumo Sacerdote fue “constituido a favor de los hombres en lo que a Dios se refiere” (Heb. 5:1). 



(3) Los hijos de Elí se robaban los sacrificios y las ofrendas (v.13-16). Nuestro Sumo Sacerdote se dio a sí mismo como sacrificio (Heb. 7:27) y ofrenda (Ef. 5:2). 



(4) Los hijos de Elí cometían pecados muy grandes (v.17). Nuestro Sumo Sacerdote es completamente santo (Heb. 7:26). 



(5) Los hijos de Elí menospreciaban las ofrendas de Jehová (v.17). Nuestro Sumo Sacerdote se ofreció a sí mismo como ofrenda desde la eternidad (Heb. 9:14). 



(6) Los hijos de Elí fueron fornicarios (v.22). Nuestro Sumo Sacerdote es inocente (Heb. 7:26). 



(7) Los hijos de Elí procedían perversamente (v.23). Nuestro Sumo Sacerdote es misericordioso y fiel (Heb. 2:17). 



(8) Los hijos de Elí no tenían buena fama (v.24). Nuestro Sumo Sacerdote debe ser considerado como el “apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión” (Heb. 3:1). 



(9) Los hijos de Elí hacían que el pueblo pecara (v.24). Nuestro Sumo Sacerdote santifica a su pueblo (Heb. 13:12). 



(10) Los hijos de Elí no hacían caso a su padre (v.25). Nuestro Sumo Sacerdote fue “tomado de entre los hombres” y “constituido a favor de los hombres en lo que a Dios se refiere” (Heb. 5:1). 



(11) Elí pisoteaba los sacrificios y las ofrendas (v.29). Nuestro Sumo Sacerdote honró y cumplió las leyes sobre los sacrificios y las ofrendas al ofrecerse a Dios a nuestro favor (Heb. 10:12). 



(12) Elí honró más a sus hijos que a Dios (v.29). Nuestro Sumo Sacerdote honró a su Dios por encima de todo (Heb. 5:5-10). 



(13) Elí y sus hijos fueron castigados y despojados de sus oficios (v.30-34, 36). Nuestro Sumo Sacerdote “permanece sacerdote para siempre” (Heb. 7:3).

El Sacerdote ideal y el Sacerdote fiel

Al exhibirle a Elí la corrupción en su familia, Dios le hizo ver cuál era el ideal de él para su oficio para que viera lo mucho que había fallado (v.27, 28). De entre todas las tribus, la casa del padre de Elí había sido escogido para conducir el sacerdocio en el templo. La familia de Elí debió haber ofrecido sacrificios sobre el altar del Señor. Debieron haber quemado incienso y llevado el efod delante de Jehová. Habían recibido de Dios mismo las ofrendas de los hijos de Israel. En vez de tratar su responsabilidad con dignidad lo hicieron con menosprecio en sus corazones hacia Dios.

Lo mucho que erró Elí junto con sus hijos, nos hace deleitarnos en la gran verdad de que Jesucristo cumplió en todo para ser el Sumo Sacerdote ideal que siempre había buscado su Padre. Exaltamos a Dios por darnos un Sumo Sacerdote tan perfecto. Se hizo ofrenda y sacrificio para expiar nuestros pecados. Al haber sido exaltado, ha sido hecho nuestro intercesor, y él nos socorre en nuestras tentaciones y tribulaciones. No hay duda de que Jesús es el cumplimiento del Sumo Sacerdote ideal.

Cristo también es el el Sumo Sacerdote fiel. Cuando Dios le hizo saber a Elí que él y sus hijos serían despojados de su oficio en el sacerdocio por causa de su iniquidad, él prometió que levantaría a un sacerdote fiel. Dios dijo: “Yo me suscitaré un sacerdote fiel, que haga conforme a mi corazón y a mi alma; y yo le edificare casa firme, y andará delante de mi ungido todos los días” (v.35).

Esta promesa se cumplió parcialmente en alguien como Sadoc quien reemplazó a Elí. En cierta manera, Sadoc fungió su sacerdocio fielmente a Dios, su familia fue afirmada y anduvo delante de Salomón, el ungido del Señor. Pero sabemos sin duda alguna que la promesa de 1 Samuel 2:35 no se cumplió en Sadoc ni en ningún otro hombre, por más devoto que haya sido a Dios en su responsabilidad en el templo.

Esta promesa se cumplió plenamente cuando Jesús fue exaltado al cielo para comenzar su sacerdocio en el templo celestial. Solo él ha satisfecho el corazón y el alma de su Dios. Nadie más “verá linaje” ni “vivirá por largos días” como él (Isa. 53:10). Cristo como Sumo Sacerdote no estará delante del ungido de Dios por toda la eternidad. Él es tan grande que él es el Sumo Sacerdote y el Ungido a la misma vez.

Glorificado sea aquél que cumple con un triple oficio perfectamente. Honrado sea el sabio Profeta. Exaltado sea el majestuoso Rey. Adorado sea el gran Sumo Sacerdote. Él es el cumplimiento perfecto de la expectativa de un mejor Sacerdote.


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