David Alves padre
Quizás conoces una Iglesia Metodista en tu ciudad, o has escuchado del metodismo, o de la teología wesleyana. El término metodista surgió de manera peyorativa para designar a un pequeño grupo de estudiantes de la Universidad de Oxford, Inglaterra que estuvo reuniéndose entre 1729 y 1735 con la finalidad de estudiar la Biblia de manera metódica y vivir vidas de rigurosa disciplina. Entre estos estudiantes destacaron los hermanos John (Juan) y Charles (Carlos) Wesley, y George Whitefield. Los Wesleys no aceptaban el término como el nombre de un movimiento nuevo que habían iniciado. Sin embargo, después de tres siglos habría unos 80 millones de cristianos alrededor del mundo que se denominan metodistas.
Los hermanos Wesley fueron influenciados por las enseñanzas de Jacobo Arminio en relación con la libertad que tiene todo ser humano de ejercer su voluntad propia (o libre albedrío) para creer o rechazar el mensaje del evangelio. Esto impulsó, sin duda, a que Juan Wesley, el más conocido de los dos hermanos, y cuatro años mayor que Charles, recorriera unos cuatrocientos mil kilómetros a caballo (diez veces la circunferencia de la tierra) predicando unos cuarenta mil sermones durante su larga trayectoria de incansable servicio en llevar el evangelio a los perdidos. Sin embargo, a Charles, aunque predicaba bien, se le conoce más por sus himnos.
Recuerdo una ocasión en que estuve en Oxford, frente a una casa muy antigua en donde John Wesley había predicado, y me impactó la manera tan sucinta en que mi guía retrató a estos dos gigantes espirituales. Me dijo: “John Wesley puso a Inglaterra a llorar con sus prédicas, pero Charles Wesley puso a Inglaterra a cantar con sus himnos”.
Charles nació un bebé prematuro el 18 de diciembre de 1707, en el pequeño poblado de Epworth, Inglaterra (a unos 300 km al norte de Londres) y pasó las primeras semanas de su vida envuelto en lana hasta que, por fin, abrió los ojos y comenzó a llorar. Era el décimo octavo hijo, de diez y nueve en total, que tuvo Samuel Wesley, un clérigo anglicano, y su esposa Susanna (la cifra de hijos varía según historiadores, ¡yo también me confundiría!). A los catorce meses Charles casi murió junto con su familia cuando la rectoría en que vivían se incendió.
Cabe mencionar que la Sra. Susanna era una mujer cristiana excepcional. Sus muchos hijos los crio de manera estricta, a pesar de muchas carencias en la vida, dándoles una sólida educación básica en casa, y enseñándoles también idiomas como griego, latín, y francés. Además, era siempre muy celosa de reservar dos horas diarias para su tiempo devocional a solas con el Señor.
Después de terminar estudios académicos en Oxford, Charles acompañó a John a los Estados Unidos en 1735 para evangelizar a los indios nativos y a los colonizadores, pero este viaje fue un fracaso. A pesar de conocer las Escrituras, Charles no conocía a Cristo como Salvador y fue verdaderamente convertido a Dios el 21 de Mayo de 1738, a los 31 años. Se cuenta que ese día abrió su Biblia y señaló un versículo “al azar” con su dedo índice, que dice así: “Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios; verán esto muchos, y temerán, y confiarán en Jehová” (Sal. 40:3). Aunque no recomiendo este método para discernir la voluntad de Dios, en el caso de Charles Wesley resultó ser una profecía.
Por la calidad y cantidad de himnos que escribió, se ha considerado a Charles Wesley el mejor himnólogo cristiano de todos los tiempos. Se le atribuyen unos seis mil quinientos himnos. No sólo escribió himnos majestuosamente cristológicos, así como himnos muy descriptivos de la vida cristiana, pero también se interesó en los cantos para niños. En un himnario wesleyano de 770 himnos, 623 fueron escritos por Charles Wesley. Para una lista de mil doscientos ochenta y un himnos escritos por Charles Wesley en inglés puede ver este enlace: http://www.hymntime.com/tch/bio/w/e/s/l/wesley_c.htm.
Su himno más conocido en inglés es “Jesus, Lover of My Soul”, escrito en 1740. De hecho, algunos lo han catalogado como el mejor himno en ese idioma. El sitio hymnary.org registra que este himno ha sido publicado en tres mil ciento veinticuatro himnarios anglosajones.
Entre los himnos de Charles Wesley que conocemos en español destacan: “Cristo ya ha resucitado, Aleluya”, “¿Cómo en su sangre pudo haber tanta ventura para mí” (escrito a pocas semanas de haberse convertido a Cristo), “Oíd un son en alta esfera” (considerado ahora un villancico navideño, cuya tonada suena mucho en centros comerciales durante las fiestas decembrinas en el Siglo 21), y “Cariñoso Salvador” (la traducción de “Jesus, Lover of My Soul”).
El himnólogo Ira D. Sankey relató que este himno nació cuando Charles Wesley estaba predicando en los campos de Irlanda y fue atacado por hombres que no aprobaban de sus doctrinas. Buscó refugio en una casa en donde la esposa del granjero le dijo que se escondiera en el ordeñadero. Cuando llegó la turba buscándolo, Wesley se escapó por la ventana trasera del ordeñadero y se escondió cerca de un arroyo. En ese escondite, rodeado por los gritos de sus perseguidores, escribió este himno inmortal.

Thomas Martin Westrup (1837-1909), otro caballero inglés, lo tradujo al español en México en 1880 de esta manera:
Cariñoso Salvador, huyo de la tempestad
a tu seno protector, fiándome de tu bondad.
Cúbreme, Jesús Señor, de las olas del turbión;
hasta el puerto, oh Redentor, guía Tú mi embarcación.
Otro asilo ninguno hay; indefenso acudo a Ti.
Mi necesidad me trae, porque mi peligro vi.
Solamente en Ti, Señor, tengo yo consuelo y luz.
Vengo lleno de temor a tus pies, Señor Jesús.
Cristo, Salvador, en Ti sólo puedo yo confiar.
¡Oh! protégeme a mí en el turbulento mar,
hasta que la tempestad de la vida terrenal
cese con tranquilidad en el puerto celestial.
Una característica conocida de Charles Wesley es que su mente estaba impregnada con versículos de la Biblia. Uno se pregunta si en esos momentos de peligro hilvanó este himno pensando en las palabras del profeta, refiriéndose a Dios: “Fuiste fortaleza al pobre, fortaleza al menesteroso en su aflicción, refugio contra el turbión” (Isa. 25:4). Y también: “Jehová es la fortaleza de mi vida… Porque él me esconderá en su tabernáculo en el día del mal; me ocultará en lo reservado de su morada; sobre una roca me pondrá en alto” (Sal. 27:1, 5). “Alma mía, en Dios solamente reposa, porque de él es mi esperanza. Él solamente es mi roca y mi salvación. Es mi refugio, no resbalaré” (Sal. 62:5-6).
Apreciado lector, ¿en qué, o en quién, estás confiando para el bienestar eterno de tu alma? ¿En cuál puerto atracará tu barco en la eternidad? Los únicos destinos son el cielo y el infierno. Ojalá que tú puedas también disfrutar de Cristo en esta vida, y cuando ruja la tempestad de la muerte puedas encontrarte con tranquilidad en el puerto celestial. Así fue con Charles Wesley quien murió el 29 de marzo de 1788 y partió para estar eternamente con su cariñoso Salvador.
Escucha una interpretación de “Cariñoso Salvador” cantada aquí:
https://youtu.be/yFaLj0x81_o?si=i5GeVm9yn9XTk6-m
O, con música instrumental aquí:
https://www.himnosycanticosdelevangelio.org/himnos/017-carinoso-salvador/
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