Himnología

Historia del Himno: “¡Cuán Grande es Él!”

David Alves padre

Este himno comienza con las palabras “Señor mi Dios, al contemplar los cielos”, pero en la mayoría de los himnarios se encuentra en el Índice con la primera línea del coro, que dice: “¡Cuán grande es Él!”

Hay himnos que se escribieron rápidamente, como fue el caso de “Oh, Amor que no me dejarás”, del que su autor original, el escocés George Matheson, relató que tardó sólo cinco minutos en componer cuatro estrofas. Otros himnos, como este, evolucionaron a lo largo de muchos años, en diferentes países, y a manos de varios escritores. 

Cuando el rey David contempló con asombro la creación, tanto del planeta Tierra como del universo en que vivía, exclamó: “¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra!” y finalizó su salmo así: “¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán grande es tu nombre en toda la tierra!” (Sal. 8:1). Otro salmista, pero anónimo, también dijo en la Biblia: “¡Cuán grandes son tus obras, oh Jehová! (Sal. 92:5). 

En lo personal, recuerdo la exquisita belleza de una variedad de orquídeas que cultivaba mi mamá en Venezuela, y la sensación que fue ver el Salto Ángel en el sur de ese mismo país; o ver  la Vía Láctea, un chorro de estrellas que iluminaba el cielo negro sobre el Gran Cañón del Colorado en los Estados Unidos y un sinfín de espectaculares puestas de sol aquí en México, o la profunda emoción de escuchar el primer llanto de nuestros tres bebés recién nacidos. Pasmado, el denominador común de estas experiencias fue pensar: “¡Cuan grande es Dios!”. Sin duda, eran obras, pensé, de un Creador Inteligente, el único y soberano, sabio Dios.

Imagen tomada de
https://www.casa-vale.net/romania-photos/EN515-carpathian-mountain-shepherds-hut-holiday-rental-romania.html

Aunque usualmente termino con comentarios acerca del traductor, con este himno es por donde comenzaremos. La versión en español de “Cuán Grande es Él” fue obra del Dr. Arturo Hotton (1909-1959), un año antes de que partiera a su dulce hogar, al cielo de esplendor. Fue un líder apreciado entre los Hermanos Libres de Argentina. Necesito que examine todo el himno antes de trazar algo de su historia:

Señor mi Dios, al contemplar los cielos,
el firmamento y las estrellas mil,
al oír tu voz en los potentes truenos,
Y ver brillar el sol en su cenit,

Coro

Mi corazón entona la canción:
“¡Cuán grande es Él, cuán grande es Él!”
Mi corazón entona la canción:
“¡Cuán grande es Él, cuán grande es Él!”

Al recorrer los montes y los valles,
y ver bellas las flores al pasar,
al escuchar el canto de las aves,
y el murmurar del claro manantial,

Cuando recuerdo del amor divino
que desde el cielo el Salvador envió,
aquel Jesús, que por salvarme vino
y en una cruz sufrió, por mi murió,

Cuando el Señor me llame a su presencia,
al dulce hogar, al cielo de esplendor,
le adoraré, cantando la grandeza
de su poder y de su gran amor.

La autoría original se le debe a un hombre sueco, de nombre Carl Gustav Boberg (1859-1940), que hace unos ciento cuarenta años atrás también quedó pasmado ante la majestad de la creación.  Hijo de un carpintero, fue marinero, maestro, predicador laico, e incluso miembro del parlamento en Suecia. Aunque publicó unos sesenta himnos y poesías, se le recuerda más por un himno titulado “O Store Gud” (“Oh Gran Dios” en sueco), en el que exaltó la grandeza de Dios manifestada en las impresionantes escenas en los alrededores del Estrecho de Kalmar, en el sureste de Suecia. 

En las palabras del propio Boberg: “Era en 1885, en la época del año en la que todo parecía estar en su color más intenso; los pájaros cantaban en los árboles en dondequiera que pudieran encontrar un lugar para posarse. Una tarde, algunos amigos y yo habíamos estado en Kronobäck, donde habíamos participado en un servicio religioso. Cuando regresábamos, se veía una tormenta en el horizonte. Nos apresuramos a buscar refugio. Retumbaban los truenos y rayos fulguraban en el cielo. Fuertes vientos barrieron los prados y los campos ondulados de grano. Sin embargo, la tormenta pasó pronto y en el cielo despejado apareció con un hermoso arco iris. Esa misma noche escribí unos versos al respecto”.

En 1888 la poesía de nueve estrofas de Boberg fue adaptada a una melodía folclórica sueca. En 1907 fue traducida al alemán por Manfred von Glehn, y en 1912 Ivan Prokhanoff hizo una adaptación al ruso. Tenga en mente que cinco años más tarde, en 1917, se desataría en Rusia la cruel Revolución Bolchevique, con sus terribles consecuencias para los cristianos.

En la década de 1920 llegaron a Polonia unos misioneros ingleses llamados Stuart y Mercy Hine, y escucharon por primera la edición del himno de Boberg en ruso. Aunque historiadores han dado diversas versiones de lo que sucedió con el himno, pero en 1981 escuché a un renombrado himnólogo contar que el Sr. Stuart Hine tradujo lo que hoy conocemos como las estrofas 1, 2, y 4, junto con el coro, pero sentía que le faltaba algo al himno. Cantar de la majestuosa creación y del esplendor del cielo estaba bien pero ¿cómo omitir la gran obra redentora de Cristo en la cruz? En una viaje misionero a Rumanía, el hermano Hine tuvo su respuesta.

Subiendo la cuesta de uno del Montes Cárpatos, Stuart y Mercy escucharon de lejos el llanto suelto de una mujer. Al acercarse a una casa muy humilde se encontraron con un grupo de personas que escuchaban la lectura que ella, hecha un mar de lágrimas, trataba de hacer de Isaías capítulo 53. Entre gemidos y sollozos, conmovidos sobremanera por todo lo que sufrió el Señor Jesucristo en la cruz, se preguntaban cómo era posible que Él los amara tanto, a tal grado de sufrir tanto y morir por ellos. 

Stuart K. Hine no tardó en añadirle la tercera estrofa al himno:

Cuando recuerdo del amor divino
que desde el cielo el Salvador envió,
aquel Jesús, que por salvarme vino
y en una cruz sufrió, por mi murió,

Mi corazón entona la canción:
“¡Cuán grande es Él, cuán grande es Él!”…

Este hermoso himno ha sido traducido a muchísimos idiomas, y por más de seis décadas ha sido uno de los favoritos entre cristianos alrededor del mundo. Sí, la obra creacional de Dios es asombrosa, pero realmente palidece cuando uno considera la excelsa obra redentora de Cristo en la cruz. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Jn. 3:16). “Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero” (1 T. 1:15). 

En el ajetreo y vaivén de la vida, sí, admiremos la creación a nuestro alrededor, pero también tomemos unos momentos hoy para adorar al pie del Calvario y contemplar por fe a nuestro Salvador. ¡Cuán grande es Él!


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1 comentario en “Historia del Himno: “¡Cuán Grande es Él!””

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