Himnología

Historia del Himno: Tierra de Palestina

David R. Alves

En la mayoría de los índices de himnarios evangélicos este himno se titula: “Tierra de Palestina”. También se le conoce por su primera línea, que es: “Tierra bendita y divina”.

En Apocalipsis 6, en lo que se conoce como el Quinto Sello, se describe una escena celestial que sucederá en el futuro en la que creyentes mártires le hacen una pregunta al Señor. Eso es tema para otra ocasión pero me anima a pensar que todos en el cielo un día vamos a poder hacerle preguntas al Señor. Una de las mías será: “Señor, ¿quién escribió el hermoso himno “Tierra de Palestina”?

Así es, el autor de este bello himno es anónimo, aunque sí sabemos que fue escrito por un cristiano cubano, al parecer en la década de los años cincuenta del siglo pasado.

También sabemos que la tonada es una melodía cubana, quizás por eso ha tenido tan buena aceptación en el mundo evangélico latinoamericano, a diferencia de algunas tonadas europeas que para nosotros han sido más difíciles de cantar.

Un misionero americano, de perfil bautista, llamado Roberto Carlton Savage (1914-1987) fue el que en 1954 hizo el arreglo de la melodía cubana para las palabras de este himno. Él sirvió al Señor en Colombia por dos años y luego en Ecuador, y allí estuvo asociado con la emisora radial HCBJ, “La Voz de los Andes”, por 29 años. Le debemos unos 40 himnos que tradujo o escribió. Destacan “He decidido seguir a Cristo”, el corito “Solamente en Cristo” que el cantante cristiano Steve Green hizo tan popular.

Antes de seguir, fijémonos en la primera estrofa de “Tierra de Palestina”:

Tierra bendita y divina
es la de Palestina
donde nació Jesús.
Eres de las naciones cumbre
bañada por la lumbre
que derramó su luz.

De entrada nos damos cuenta de que el himno elogia el tremendo privilegio de que en Israel haya nacido el Señor Jesucristo.

El profeta Miqueas predijo, de parte Dios, con quinientos años de anticipación: “tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad” (Miques 5:2). Fíjese que se detalla el país, Israel, la provincia, Judá, y el pueblo, Belén (de la cual historiadores nos dicen su población al tiempo del nacimiento de Cristo fue de unas 20 familias).

La estrofa alude a la mucha luz que derramó el Señor en Israel: “Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles; el pueblo asentado en tinieblas vio gran luz; y a los asentados en región de sombra de muerte, luz les resplandeció” (Mt. 4:15-16).

Mapa de Ptolomeo, Siglo 2. Aparece Palestina en griego.

Dice la segunda estrofa:

Cuenta la historia del pasado
que en tu seno sagrado
vivió el Salvador,
y en tus hermoso olivares,
habló a los millares
la palabra de amor.*

* Ayudaría el ritmo cantar esta última línea así: “historias de su amor”.

Basta con leer algunas de las parábolas (historias terrenales con significado espiritual) que Cristo contó durante su servicio público para Dios. Hay unas treinta parábolas en los evangelios, de las cuales destacan, por ejemplo: La Oveja Perdida, El Hijo Pródigo, El Buen Samaritano.

En Juan 7:45 está uno de los tributos más hermosos al Señor Jesucristo, dado por hombres que no eran sus seguidores: “Los alguaciles [siervos de los sacerdotes judíos] vinieron a los principales sacerdotes y a los fariseos; y éstos les dijeron: ¿Por qué no le habéis traído? Los alguaciles respondieron: ¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!”.

Quedan en ti testigos mudos
que son los viejos muros
de la Jerusalén.
Viejas paredes ya destruidas,
que si tuvieran vida
nos hablarían también.

De Marzo a Septiembre del año 70 de nuestra era (d. de C.), los ejércitos romanos, comandados por el general Tito sitiaron la ciudad de Jerusalén y por fin la destruyeron.

Unos 35 años antes, Cristo mismo había predicho esto, al decir: “¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas! Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. Él, respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían. Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos. Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán, y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación” (Lc. 19:38-44)

El presente conflicto entre los Hamás e Israel ha hecho repensar las primeras dos líneas de este himno: “Tierra bendita y divina es la de Palestina”.

No debemos confundir lo que muchos hoy conocen como Palestina con Israel. El país se llama Israel. Palestina (etimológicamente relacionado a la palabra “filisteos”) fue imposición del emperador romano Adriano, en el año 135 de nuestra era. Lo hizo para enardecer a los judíos después de que aplacó un rebelión. Es por esto por lo que mapas de Israel que datan de los tiempos de Ptolomeo, designan la tierra de los judíos como Palestina. Pero si revisa mapas bíblicos de hace ya 3000 años verá que era ya se llamaba Israel en los tiempos del rey David y su hijo Salomón. Palestina es una palabra que no aparece en la Biblia, que hoy se usa con tintes políticos pero sin fundamento bíblico.

Por lo que les invito a cantarlo así:

Tierra de Israel bendita,
así por Dios descrita,

donde nació Jesús.
Eres de las naciones cumbre
bañada por la lumbre
que derramó su luz.

Coro
Eres la historia inolvidable,
porque en tu seno se derramó
la sangre, preciosa sangre,
del unigénito Hijo de Dios;
la sangre, preciosa sangre,
del unigénito Hijo de Dios.

Al pensar en la sangre de Cristo vertida en las afueras de Jerusalén me viene a la mente una anécdota acerca del General francés Napoleón Bonaparte. Todo un genio militar, perdió solamente 11 de las 81 batallas que peleó. Pero en Junio de 1815 perdió su última batalla que peleó en Waterloo, hoy Bélgica. No mucho tiempo después abdicó como emperador. Después de esa batalla fallida se cuenta que Napoleón reunió a sus hombres más allegados que habían sobrevivido alrededor de una mesa con un enorme mapa de Europa. Etiquetas azules mostraban docenas de lugares en donde había triunfado, pero llamaba mucho la atención la etiqueta roja sobre Waterloo. Dijo Napoleón a sus generales: “Si no fuera por ese punto rojo el mundo sería mío”. Creo que sus palabras hacen eco a lo que el Diablo resiente acerca del Calvario, ese punto rojo, el lugar donde Cristo derramó su sangre pero triunfó una vez y para siempre sobre nuestro enemigo, y por eso hoy Cristo puede ofrecer salvación a todo aquel que cree. Sí, fue sangre, preciosa sangre del unigénito Hijo de Dios que fue derramada en la cruz.


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3 comentarios en “Historia del Himno: Tierra de Palestina”

  1. Buenos días. El Señor continúe bendiciendo su servicio a favor de la obra y de los creyentes. Supe por Google, que el presidente Nayib Bukele, nació en Palestina precisamente en el lugar de Belén. Que opina usted mi estimado hermano David de este hombre que da tanto que hablar y se ha ganado la admiración y elogios de muchos por su forma de gobernar y de conducirse sin temor ante los otros gobernantes y lideres mundiales.

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