Himnología

“Lleno de Angustia y Temores”

David R. Alves

El himno de hoy se titula: “Lleno de Angustia y Temores”, y la primera estrofa dice así:

Lleno de angustia y temores,
en brava y oscura mar,
El hombre perdido navega
cual barco en la tempestad.
Olas de mal le rodean,
nubes de gran pavor;
el naufragio eternal le amenaza
y su alma llena el terror.

La figura en este himno, como fue el caso con una gran variedad de himnos escritos durante el siglo 19 y la primera mitad del siglo 20, es la de un barco en una furiosa tempestad, y refleja cómo tantas personas se identificaban con esa experiencia ya que muchos viajaban así años atrás, especialmente en las rutas transatlánticas entre Europa y Norteamérica. 

Se describe en el himno la experiencia del ser humano como la de una frágil embarcación en las tempestades que produce el pecado y sin fin de peligros que se enfrentan en la vida.  Dice la Biblia: “Los impíos son como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto… No hay paz, dijo mi Dios, para los impíos” (Isa. 57:20-21). El naufragio eternal, en esta primera estrofa, se refiere al hecho de morir sin Cristo, sin Dios, y sin esperanza e ir a un lugar de eterno sufrimiento que, curiosamente, la Biblia llama el Lago de Fuego (Ap. 20:15). Para ilustrarlo con el vocabulario de Lucas, será una furiosa tempestad, y no apareciendo ni sol ni estrellas por muchos días, y acosados por una tempestad no pequeña”, pecadores en la condenación perderán toda esperanza de ser salvos (ver Hch. 27:18-20).

La composición original de la música la hizo un caballero estadounidense llamado Horatio Richmond Palmer. Él nació en 1834 y murió en 1907, y llegó a ser muy reconocido en el ámbito de la música seglar y cristiana. La manera en que esta tonada encaja con el sentir del himno es impresionante, y resalta la exquisita habilidad de este compositor.  Menciono tres cosas más acerca de él:

  1. Cuando Palmer tenía apenas 20 años, hubo un festival de música en Rushford, en el estado de Nueva York, donde él vivía, y el director del coro que había sido contratado para este evento anual, a última hora tuvo que cancelar su participación por enfermedad. Aunque Horatio era más joven que los demás directores de coro presentes, él fue escogido para hacerlo y se dijo que desempeñó sus funciones de la manera más satisfactoria.
  2. Recibió un Doctorado Honoris Causa en Música de la Universidad de Chicago. A lo largo de su vida contribuyó cuarenta tomos de música y temas musicales.
  3. Fue el autor de las palabras y también compositor de la música de otro himno muy conocido: “Tentado no cedas, ceder es pecar”.

“Lleno de angustia y temores” es la adaptación al español de un himno escrito originalmente en inglés por una mujer cristiana llamada Mary Ann Baker (1831-1921). Ella vivió una vida sumamente turbulenta en el este de los Estados Unidos, con varios cambios de domicilio en los estados de Nueva York, Michigan e Illinois.  A los siete años murió su padre y una hermanita, dejando a su madre sola con tres niñas. Su madre se volvería a casar en dos ocasiones más, y murió en 1870, habiendo criado a un total de diez hijos (seis suyos, y cuatro que ya eran de su tercer esposo). En ese mismo año murió en California, también de tuberculosis, un hermano de Mary Ann que ella apreciaba mucho. Ella hubiese ido a verlo en su lecho de muerte pero no pudo porque ella misma estaba enferma en Chicago. Lamentablemente, Baker empezó a renegar de Dios, y dijo algo así: “Dios no se preocupa por mí ni por los míos. Esta manifestación particular de lo que llaman ‘la providencia divina’ no encaja con un Dios de amor. Siempre he tratado de confiar en Cristo y darle al Maestro una vida consagrada, pero esto es más de lo que puedo soportar. ¿Qué he hecho para merecer esto? ¿Qué he dejado sin hacer para que Dios se vengue de mí de esta manera?”

Cuatro años más tarde, Horatio Palmer le pidió a Mary Ann Baker escribir unos coros para la Escuela Dominical de su congregación, cuyos temas se relacionarían al programa de clases que pronto iniciaría. Uno de los pasajes bíblicos a tratar sería Marcos 4:35-39, que relata la historia de Cristo y sus discípulos en una barca en el mar de Galilea, que describe que: “Se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba. Y él [Jesús] estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos? Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza.”

Años después de hacer la composición musical, Palmer contó del privilegio que fue navegar las tempestuosas aguas del Mar de Galilea, el escenario del himno para el cual había compuesto la música.

“Lleno de Angustia y Temores” es una adaptación al español para ser usado en la evangelización, y aparece en el himnario Himnos y Cánticos del Evangelio (#71). Fue escrito por Enrique Turrall (1867-1953), un misionero inglés de muy alta estima, que dedicó más de cinco décadas de su vida a la obra del Señor entre asambleas que se congregan al nombre del Señor en España, particularmente en la ciudad de Marín. Le debemos muchos himnos a él; otro muy conocido es: “Nuestra vida acabará, cual las hojas caerá”.

La segunda estrofa de nuestro himno de hoy dice así:

Contra las olas y el viento,
batalla con ansiedad,
Valiente procura librarse
del piélago de maldad*.
Mas ya sus fuerzas gastadas,
rendido y sin valor,
Desmayando desea un refugio,
un guía y un Salvador.

*Nota: en la cuarta línea: “del bravo mar de impiedad”, es un cambio reciente en Himnos del Evangelio. El piélago es la parte del mar que dista mucho de la tierra. La idea original de Turrall aquí fue expresar la lejanía e impotencia del que navega sin Dios.

En nuestros pecados no podemos hacer absolutamente nada para salvarnos por nuestros propios esfuerzos. Pero dice la Biblia que “Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos” (Romanos 5:6). Apreciado oyente, deja que Cristo te rescate del pecado y del infierno, acepándole como tu Salvador personal, y lo conocerás como el “capitán de la salvación” (Heb. 2:10; VP). Jonás, el profeta pródigo que sobrevivió una de las tormentas más feroces en la Biblia, por fin pudo exclamar: “La salvación es de Jehová” (Jon. 2:9).

El coro del himno resalta la solución, dice:

Mira, oh turbado, tu Salvador cerca está;
vio tu peligro y con suma bondad
acude a librarte de ruina y dolor,
domina los vientos, las nubes y el mar,
y te abre el puerto del bienestar.
Su voz potente en la tempestad,
trae paz, dulce paz.
Recibe a Cristo y navegarás,
en calma y paz.

En la versión inglesa del Rey Jaime (KJV), que leía la Sra. Baker, las palabras de Cristo a los vientos y el mar (en inglés: Peace, be still) se traducirían algo así: “Paz. Quédate quieto”. Este sería el título original del himno en inglés, y se nota que la autora echó mano de sus propios infortunios en la vida para aplicar esta escena turbulenta a la necesidad que todos tenemos de Cristo en la vida.

Volviendo a “Lleno de Angustia y Temores”, la última estrofa enfatiza la seguridad que disfruta toda persona que tiene a Cristo en su corazón:

Fuerte y solícito acude Jesús,
y con gran bondad,
aborda la frágil barquilla,
y calma la tempestad.
Libre de todo peligro,
salvo, seguro y en paz,
Hoy con Cristo navega
el marino a eterna felicidad.

A diferencia del himno en inglés, Turrall añadió al himno en español ideas tomadas de Marcos 6:45-52 en donde se describe a los discípulos en otra tempestad en el Genesaret, primeramente con Jesús ausente, pero luego Él llegó a ellos oportunamente. Con Cristo a bordo era imposible que ese barco se hundiera. Así, el que tiene a Cristo disfruta de seguridad eterna y paz. “Yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás”, dijo Cristo (Jn. 10:28).

Con el paso de los años, Mary Ann Baker hizo caso a la exhortación dada por el apóstol Pedro, cuando escribió: “Creced en la gracia y en el conocimiento del Señor Jesucristo” (2 P. 3:18). Después de haber expresado tanto resentimiento años antes, la autora de nuestro himno pudo confesar hacia el final de sus días: “El camino de Dios es el mejor”.

Existe una excelente traducción del himno de Mary Ann Baker, que se enfoca más en las experiencias del creyente, y comienza así: “¡Maestro, se encrespan las aguas y ruge la tempestad!”; y aparece en el himnario Himnos Majestuosos (#109). Esta traducción fue hecha por el hermano Vicente Mendoza, quien nació en 1875, aquí en México, en Guadalajara (la Perla Tapatía), y murió en 1955. Él fue un reconocido líder metodista, dentro y fuera de México, con un rico acervo de contribuciones a la himnodia hispana. Destaca su himno original, “Jesús es mi Rey Soberano”, para el que también compuso la música.

Siete años después de que este himno de Baker fue publicado, se hizo viral a raíz del asesinato del vigésimo presidente de los Estados Unidos, el Sr. James Garfield. Apenas tenía cuatro meses en el cargo y un sábado por la mañana en 1881 caminaba en una estación de tren en Washington, la capital, cuando fue sorprendido a balazos por un agresor, y murió de sus heridas 79 días después. Mientras la conmocionada población americana oraba por su presidente, muchos encontraron consuelo en las palabras de este himno que cantaban una y otra vez durante esas largas semanas de incertidumbre.

Pienso hoy (8 de febrero de 2024) en el luto que embarga al país de Chile, cara a cara de nuevo con el tema de la fragilidad y brevedad de la vida: No sólo con las muertes de tantos a raíz de los incendios forestales, pero ahora la trágica muerte del expresidente Sebastián Piñera. Es bueno para todos, confesar lo que dijo Isaac en la Biblia: “No sé el día de mi muerte” (Gén. 27:2). “En una o en dos maneras habla Dios, pero el hombre no entiende”, dijo Eliú en Job 33:14. Ojalá usted, apreciado oyente, sí recapacite hoy mismo, y entienda que es urgente prepararse para la eternidad, creyendo en Cristo como su Salvador personal.

Escuche esta interpretación congregacional del himno “Lleno de Angustia y Temores”, aquí:


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