David Alves padre
Este es otro himno escrito por la conocida poetisa americana llamada Fanny Crosby. Cuando ella murió en 1915, a los 94 años, había escrito unos 9,000 himnos y poesías. Lo impresionante es que había quedado ciega apenas 6 semanas después de nacer, por un tratamiento equivocado para una inflamación en los ojos. Para colmo, antes de cumplir un año también se le murió su padre. Fue criada por su madre y su abuela materna (una mujer muy temerosa de Dios). A los 8 años Fanny escribió una pequeña poesía que expresaba cómo rehusaba tener resentimiento y amargura por su ceguera, que decía algo así (traducción mía):
Una alma muy contenta soy,
aunque no puedo ver;
en este mundo en que estoy,
feliz resuelvo ser.
¡Qué bendiciones Dios me da!;
son más que a otros, sé.
Ser ciega no me afligirá;
tampoco lloraré.
Es de notar, adelantándome un poco, que a los 85 años Fanny Crosby contó cómo nunca tuvo resentimiento hacia el hombre que le recetó el remedio que le quitó la vista, y que siempre vio el suceso como algo que Dios permitió para poder ser de tanta bendición por medio de sus himnos. Quienes la conocieron admiraron cómo su rostro irradiaba gozo y su actitud tan entusiasta en cuanto a la vida.
Aunque fue criada en un hogar cristiano, Fanny no se convirtió a Cristo hasta los 30 años. La congregación metodista a la que asistió la noche de su confesión de fe, más tarde esa misma noche, también cantó el famoso himno de Isaac Watts, el padre de la himnodia inglesa, que comienza así: “La cruz sangrienta al contemplar, do el Rey de gloria padeció”. Fanny contó que cuando llegaron a la última estrofa, se estremeció al cantar, “¿Y qué podré yo darte a Ti a cambio de tan grande don? Es todo pobre todo ruin, toma, oh Señor, mi corazón” y, apenas convertida, decidió en ese momento consagrar su vida al servicio del Señor. Ocho años después se casó con un caballero cristiano de nombre Alexander van Alstyne, también invidente y 11 años menor que ella. Se conocieron en la academia de música donde él fue alumno de ella. Como sucede en países anglosajones, el nombre legal de Fanny después de casada sería Frances Jane Alstyne, pero su marido quiso que se le siguiera llamando por su nombre literario, ya muy famoso: Fanny J. Crosby. Trágicamente, una hija única, recién nacida, se les murió súbitamente mientras dormía. Estuvieron casados por 44 años, pero se desconoce porqué llegaron a vivir hasta 20 años separados aunque manteniendo una relación amigable. Crosby insistió que amaba a su marido hasta que la muerte de él los separó definitivamente en 1902.
Algunos editores de himnarios cristianos en aquella época rehusaban incluir muchos himnos por el mismo autor, por lo que Fanny Crosby usó unos 200 seudónimos diferentes para firmar sus himnos y poesías. Por esta razón, este himno, “Quiero al Salvador Conmigo”, lleva el nombre de Lizzie Edwards en algunos himnarios.
La primera estrofa dice:
Quiero al Salvador conmigo,
sin Jesús no puedo andar;
necesito su presencia,
en su brazo confiar.
La Biblia enseña que el hombre fue creado a la imagen de Dios y, entre otras cosas, esto significa que fue hecho para disfrutar comunión con Dios. Lamentablemente, cuando Adán y Eva pecaron contra Dios tuvieron que ser expulsados del huerto del Edén. Toda su descendencia, incluyéndonos a usted y a mí, nacimos pecadores. El rey David resumió nuestra experiencia, cuando dijo: “He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre” (Sal. 51:5). El apóstol Pablo recordó a los efesios que en un tiempo en sus vidas estaban muertos en sus delitos y pecados, o sea, estaban espiritualmente separados de Dios, viviendo sin Cristo en el mundo (Efe. 2:2, 12). Vivir sin Cristo produce un vacío en la vida que muchos tratan de llenar con los vicios, el trabajo, la familia, los placeres, la farándula, el deporte, o la religión. Sin embargo, bien se ha dicho que un mundo redondo no puede llenar un corazón triangular.
Sólo Cristo puede llenar el vacío en el corazón del ser humano. Cuando uno recibe a Cristo como su Salvador personal (Jn.1:11), Él establece residencia permanente en el cristiano. Pablo escribió a los gálatas: “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gál. 2:20). En este himno se enfatiza otra gran verdad, y es la compañía indispensable de Cristo que todo creyente necesita y quiere disfrutar. Considere estos pasajes:
- Cristo prometió a sus discípulos antes de subir al cielo: “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt. 28:20). Aunque, sin duda, aplica a todo creyente que está viviendo en el centro de la voluntad de Dios, recordemos que esta promesa fue hecha a los que iban a evangelizar el mundo. Saludo de manera especial a todos aquellos que en su servicio para Dios están expuestos a maltrato, injusticia, falsas acusaciones, castigos, encarcelamientos e, incluso, muerte.
- Fíjese en dos escenarios en la vida del apóstol Pablo:
a. En Corinto, durante su servicio activo, el Señor le dijo a Pablo en visión de noche: No temas, sino habla, y no calles; porque yo estoy contigo (Hch. 18:9).
b. Ya fuera de servicio activo, encarcelado injustamente, Pablo escribió a Timoteo desde la cárcel en Roma: “En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta. Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas” (2 Tim. 4:16-17).

El compositor de la música de este himno fue un caballero, también estadounidense, llamado John Robson Sweeney (1837-1899), de Chester, Pennsylvania. Muy conocida también es su melodía para el himno “Más de Jesús Quiero Aprender”. Era reconocido por su habilidad para dirigir el canto congregacional en eventos cristianos multitudinarios. Un dicho común entre los evangelistas de la época fue que: “Sweeney sabe cómo hacer cantar a una congregación”.
Dice la segunda estrofa:
Quiero al Salvador conmigo,
porque flaca es mi fe;
y su voz me da coraje
cuando vacilante esté.
Cuando uno vacila, necesita la valentía que da el Señor. En las tormentas de la vida, a veces nos sentimos como Pedro cuando se hundía en el Mar de Galilea. En esa ocasión, “Jesús, extendiendo la mano, asió de [Pedro], y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?” (Mt. 14:31). Cuando Josué estaba por cruzar el Jordán con la nación de Israel y conquistar la tierra prometida, Moisés le animó, diciendo: “Jehová va delante de ti; él estará contigo, no te dejará, ni te desamparará; no temas ni te intimides” (Dt. 31:8).
La tercera estrofa dice:
Quiero al Salvador conmigo,
cada día en Él morar;
en la tempestad o calma,
en la lucha o bienestar.
Algunos aseveran que la expresión “No temas” aparece 365 veces en la Biblia, ¡una para cada día del año”! Yo sólo he podido encontrar unas 150 menciones. Sea como fuere, con que Dios me diga “No temas” una sola vez es más que suficiente.
Qué promesa tan preciosa le dio Dios a su pueblo Israel, pero bien hacemos en aplicarla a nuestras circunstancias el día de hoy: “No temas, porque yo te redimí… Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador” (Isa. 43:1-3).
Del traductor de este himno, sólo sé que fue alguien de apellido Ward, y nombre con inicial “T” (¿Tomás?, no sé). Se le atribuye otro himno precioso: “De maneras misteriosas suele Dios aún obrar”. Aunque tendremos que estudiar ese himno en otra ocasión, no puedo resistir la necesidad de citar una porción, que dice así: “No juzguéis por los sentidos los designios del Señor, si parece que las pruebas contradicen a su amor. Descansad en sus promesas, en su gracia confiad, estas sombras son el manto con que envuelve su bondad”. Anticipo con gozo conocer a T. Ward en el cielo. Sus himnos han sido de gran bendición.
Pasemos ahora a la última estrofa:
Quiero al Salvador conmigo
como Guía y Buen Pastor,
hasta que estén pasadas
muerte, pena y aflicción.
Al cantar esta última estrofa, acerca de Cristo como el Guía y Buen Pastor de los que son suyos, uno se identifica con el rey David en el Salmo 23, cuando escribió: “Jehová es mi pastor, [en hebreo, es un verbo, y podría leerse así: Jehová pastoreándome] nada me faltará… me guiará por sendas de justicia… aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, [y ahora David cambia de tercera a primera persona y se dirige directamente a su Pastor ]porque tú estarás conmigo… en la casa de Jehová moraré por largos días” (v. v. 1, 3, 4, y 6). Y otro salmo que dice: “Este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre; Él nos guiará aun más allá de la muerte” (Sal. 48.14).
Este himno me recuerda de los dos que caminaban tristes a Emaús, días después de la crucifixión de Cristo. Dice Lucas que “Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos” (24:15). ¡Qué diferencia! Después de tan grata compañía “se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?” (v.32). No puedo imaginarme cómo sería la vida tratando de caminar sin Cristo.
El sentir del coro lo resume todo:
Confiando en el Señor,
consolado por su amor,
seguiré por mi camino
sin tristeza, sin temor.
Quiera Dios que todo el que lee este mensaje pueda seguir adelante en su senda en la vida disfrutando al máximo la presencia del Señor Jesucristo como Salvador. Él inspira confianza al indeciso, consuela al doliente, llena de gozo al que está triste, y quita el temor del que tiene miedo.
La tonada de este himno puede escucharlo aquí:
https://youtu.be/Zk6hjEyo_Po?si=YfwEcYJpPRguzWZE
Gracias
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