Cristo en toda la Biblia

La Propiciación: Solo en Cristo y Solo por Gracia

David Alves hijo

1 Samuel 6:1-21

Los filisteos cometieron el grave error de pensar que debían aplacar el castigo de Jehová sobre ellos al presentar distintos regalos. Creyeron que ofrecerían gloria a Dios y que podrían elevarle ofrenda por su culpa, al enviar a los hebreos el arca junto con objetos de oro, una carreta nueva y dos vacas. Pensaron que podían expiar de esa manera su pecado para que fuesen sanados y para que se apartara la mano de Dios sobre ellos y sus dioses. Se convencieron que haciendo todo esto, Dios les haría mejor que a los egipcios. Ellos habían oído la manera en la que los de Egipto se habían rebelado al Señor y de las distintas formas en las que él les había herido.

La convicción de los de Filistea era conforme a lo que ellos creían en cuanto a la forma en la que ellos debían expiar sus pecados. Creían que a través de sus esfuerzos y sus ofrendas, es que podían lograr que la ira de los dioses fuese aplacada.

¿Qué no es lo mismo que observamos en la actualidad en las personas? Es trágico que las personas del siglo XXI, que se supone es el tiempo de la modernidad y de grandes avances en el razonamiento humano, vive pensando igual a los filisteos paganos de la antigüedad. El paganismo de hoy es el mismo que el de hace tres milenios.

La arrogancia del hombre le hace creer que puede tener el número de dioses que quiera, y aún si cree que hay un solo Dios, piensa que puede quitar su culpa a través de sus propios méritos.

Dios hace muy claro en su Palabra lo siguiente en cuanto a la expiación y propiciación de nuestros pecados:

1. Es a través de la Persona de Jesús. Las Escrituras señalan que únicamente Jesucristo es nuestra propiciación. El apóstol afirma esto al decir: “Él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo” (1 Jn. 2:2). Ningún hombre puede ser su propia propiciación ni la propiciación de alguien más. Es Cristo, y solamente Cristo. Si no fuera por él, no habría esperanza para la humanidad. Ni todo el oro del mundo ni todo el esfuerzo colectivo de la humanidad puede ganar el favor de Dios. Nadie ni nada puede tratar el asunto de nuestra perversión. La remoción de las iniquidades es exclusivamente a través del Cristo de Dios.

Ingmar H

2. Es a través de la obra de Jesús. La ira de Dios no es aplacada a través de ofrendas que el hombre pueda ofrecerle. La maldad debe ser juzgada para que Dios pueda quitar la culpa. Por eso fue que Jesucristo tuvo que soportar el enojo del Señor durante las tres horas que estuvo sobre el madero en completa oscuridad. El profeta Isaías predijo: “Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isa. 53:5). El apóstol Pedro escribió: “quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados” (1 Pe. 2:24). Él también afirmó: “Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios” (1 Pe. 3:18). ¿Cómo puede el hombre igualar esa obra? Tenía que ser el justo Hijo de Dios quien llevase nuestro pecado para que nuestras rebeliones fuesen borradas. Esto lo aseveró Pablo al escribirle a los corintios: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2 Co. 5:21).

3. Es a través de la sangre de Jesús. Hay distintas razones por las que solo el Hijo de Dios puede remover nuestros pecados para que no sigamos expuestos al juicio del Señor. Una de las razones por las que no hay nadie aparte de Cristo que pueda expiar nuestras transgresiones, es porque él derramó su sangre sobre el madero del Gólgota. Dios establece muy directamente que “sin derramamiento de sangre no se hace remisión” (Heb. 9:22). Cada persona puede gozar que sus pecados sean quitados porque el Hijo de Dios derramó su sangre para que eso mismo pudiese ser ofrecido. El escritor a los creyentes hebreos afirma: “no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su [Jesús] propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención” (Heb. 9:12). Jamás nos cansaremos de leer 1 Juan 1:7 donde el discípulo amado declara: “la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Jn. 1:7). El himno que cantaremos en el cielo para alabar al Cordero ya ha sido escrito. Dios nos dice que le cantaremos a su Hijo: “Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación” (Ap. 5:19).

4. Es a través de la fe en el Señor. Dios niega rotundamente que el hombre puede ganarse su favor y su salvación a través de sus propios méritos. El Señor afirma una y otra vez que el perdón de pecados es solo por medio de su gracia gratuita. La Biblia hace ver sin duda alguna que es absolutamente imposible que las personas puedan hacer algo para merecer su favor, porque es completamente inmerecido. Las Escrituras afirman que el rescate de nuestras almas solo es por medio de la fe. Pablo hace esto muy claramente en Romanos. “A quien [Jesús] Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados” (Rom. 3:25). “Por quien [Jesús] también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios” (Rom. 5:2). Lo único que puede hacer un pecador muerto en sus pecados es creer en Cristo Jesús para que sus pecados sean removidos y no padezca el juicio eterno de Dios. 



Recibe contenido bíblico para tu edificación. Sigue nuestro canal de WhatsApp:
https://whatsapp.com/channel/0029Va4byrd2f3EFIOGEQx1A

1 comentario en “La Propiciación: Solo en Cristo y Solo por Gracia”

Dejar un comentario