Deseables son más que el oro

Tipología Cristológica

David Alves Jr.

Introducción

La tipología es el método de la interpretación bíblica que estudia como existen personas, eventos, instituciones u objetos en el Antiguo Testamento que son tipos que prefiguran realidades mayores y definitivas en el Nuevo Testamento. La mayoría de los tipos son en cuanto a Jesucristo. Aquí nos centraremos en la tipología que está centrada en él.

Es importante que entendamos lo que es la tipología cristológica y como debemos aplicarla debidamente. Muchas veces nos vamos a dos extremos al estudiar la Biblia al realizarlo con este enfoque. Algunos de nosotros nos perdemos de muchas cosas que el Antiguo Testamento nos dice acerca de Jesús. Habemos aquellos que exageramos al querer señalar al Hijo de Dios en absolutamente todo detalle que es mencionado.

Para estudiar la Biblia viendo los tipos de Jesucristo de una manera adecuada y responsable hay distintas cosas que debemos tener en mente. La realidad es que no tenemos el derecho de entender la Biblia como nosotros queramos. Tenemos que hacerlo siguiendo los principios de interpretación que el Espíritu Santo mismo nos demuestra en su Palabra. Esto es lo que se conoce como la hermenéutica. Esta es la ciencia que busca darle el sentido correcto a un texto.

En términos generales, Dios nos enseña en la Biblia que el texto inspirado debe ser comprendido a través de una interpretación gramática, histórica y literal. Estudiemos la Biblia, no a nuestra manera, sino de acuerdo al propósito de Dios. Graeme Goldsworthy lo dijo tan acertadamente: “Si Cristo es verdaderamente nuestro Señor y Salvador, él es el Señor y Salvador de nuestra hermenéutica.” ¿Esto describe tú forma de estudiar la Biblia?

David King en su libro Tu Sermón del Antiguo Testamento Necesita Ser Salvado, busca orientarnos para que veamos al Señor de manera acertada en las Escrituras, y para podamos así predicar la Palabra efectivamente. Una clase dada por él fue utilizada para la redacción de una buena parte de este escrito.

Principios Exegéticos

Pensemos en los siguientes principios exegéticos para ayudarnos a encontrar a Cristo en el Antiguo Testamento:

[1] Cada parte del Antiguo Testamento señala algo acerca del Hijo de Dios. No importa si estamos leyendo la ley, los profetas o los escritos: todo apunta hacia Jesús. El Antiguo Testamento hace eso mismo a través de promesas, profecías y patrones. Esto lo vemos en lo que hizo el Señor al mostrarle a los dos creyentes de Emaús la manera en la que el Antiguo Testamento habla acerca de él. “Comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les explicó lo referente a él en todas las Escrituras” (Lucas 24:27). Jesús también le dijo a sus apóstoles: “Esto es lo que yo les decía cuando todavía estaba con ustedes: que era necesario que se cumpliera todo lo que sobre mí está escrito en la ley de Moisés, en los profetas y en los Salmos” (Lucas 24:44). Si Cristo usó el Antiguo Testamento para hablar de sí mismo, nosotros debemos hacer lo mismo al trazarle a él en la Biblia hebrea. Leon Morris bien dijo: “No hay una sección de la Biblia que no dé testimonio del Señor Jesús”.

[2] Jesucristo debe ser buscado en los pasajes donde no aparezca estar de una forma muy obvia. Es nuestra tarea investigar y ver lo que una porción nos enseña en cuanto a él. Jesús parece aludir a esto cuando habla en Juan 5. Le estaba hablando a personas que leían las Escrituras pero no con la profundidad requerida. Él les dijo: “Su palabra no la tienen morando en ustedes, porque no creen en aquel que él envió. Ustedes examinan las Escrituras porque piensan tener en ellas la vida eterna. ¡Y son ellas las que dan testimonio de mí!” (v.38-39). De igual forma les dijo: “Si creyeran a Moisés, me creerían a mí, porque de mí escribió él. Pero si no creen sus escritos, ¿cómo creerán mis palabras?” (v.46-47). 

[3] Ningún pasaje puede ser interpretado adecuadamente sin ver su cumplimiento en Cristo. Él dijo en el Sermón del Monte: “No piensen que he venido para poner fin a la ley o a los profetas; no he venido para poner fin, sino para cumplir. Porque en verdad les digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, no se perderá ni la letra más pequeña ni una tilde de la ley hasta que toda se cumpla” (Mateo 5:17-18). Jesús se está refiriendo a todo el Antiguo Testamento. Da a entender que las Escrituras hebreas son validas y que deben ser comprendidas a la luz de su obra de redención. Génesis 3:15 resume la historia del Antiguo Testamento. La simiente de la serpiente se opone a la simiente de la mujer y se tiene la esperanza de la venida del Mesías quien vendrá a derrotar a la serpiente. Todo el Antiguo Testamento debe ser interpretado a luz de esa increíble promesa. 

[4] Los apóstoles tuvieron un entendimiento profético basado en lo enseñado en el Antiguo Testamento. Es muy importante que estudiemos las ocaciones en las que los escritores del Nuevo Testamento citaron pasajes del Antiguo Testamento. Debemos aprender las técnicas que ellos sí emplearon y tomar nota también de lo que ellos no hicieron para que nosotros apliquemos esa misma hermenéutica. Por ejemplo, en Mateo 2:15 vemos que el escritor cita Oseas 11:1. Cuando leemos este último pasaje, a primera vista no pensaríamos que se está refiriendo al Mesías, sino solamente a un evento histórico de la nación de Israel. Esto nos lleva a entender que todo el Antiguo Testamento forma parte de la promesa que Dios hizo en cuanto a la venida del Mesías. Esto significa que para Mateo, cuando el Antiguo Testamento habla de Israel saliendo de Egipto, esto prefigura al Mesías también saliendo de Egipto. Michael Morales en su libro Éxodo: Antiguo y Nuevo hace ver todas las correspondencias que hay entre el éxodo de los israelitas de Egipto en los tiempos de Moisés y el éxodo de Judá de Babilonia en los tiempos de Esdras; y cómo todo esto apunta al mayor y verdadero éxodo que llevó a cabo Jesús al comenzar su ministerio. 

[5] El Antiguo Testamento debe ser estudiado con el deseo de ver a Cristo en la revelación progresiva de Dios. Al pasar el tiempo, las revelaciones fueron desarrollándose o dándole más claridad a lo que Dios ya había prometido en cuanto al Mesías. Por ejemplo, en Génesis 3:15 solo se revela que la simiente de la mujer aplastaría a la simiente de la serpiente. Pero en Génesis 12:2-3 la revelación es más específica en cuanto a la familia de la cual nacería la simiente y en qué tierra habitaría. Jesucristo debe ser siempre considerado como siendo el clímax de toda revelación en el Antiguo Testamento. La epístola a los Hebreos hace esto abundantemente claro en su inicio. “Dios, habiendo hablado hace mucho tiempo, en muchas ocasiones y de muchas maneras a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por su Hijo” (Hebreos 1:3). En Cristo se cumplen las promesas hechas a los patriarcas, todos los pactos realizados, el éxodo, todo lo relacionado al tabernáculo, los sacrificios, el reinado de los monarcas, etc. 

[6] Es indispensable que Cristo sea señalado a través de un estudio cuidadoso de los pactos mencionados en el Antiguo Testamento. Debemos estudiar la Biblia preguntándonos: ¿Cómo es visto Jesús en el pacto hecho con Adán, Noé, Abraham, Israel y David? ¿Cómo nos llevan esos pactos a entender el nuevo pacto inaugurado por medio de la sangre del Señor? Pablo habrá tenido esto en mente al escribir
2 Corintios 3:14-16. Él enseña acerca de la ceguera de los judíos en cuanto al antiguo pacto y como ese velo ha sido quitado con la venida del Señor. Nosotros ahora tenemos la dicha de comprender lo que cada pacto de Dios representa y lo importante que es el pacto actual. 

Foto de Aaron Burden

Evitemos las Exageraciones

Hay distintos puntos que son muy importantes en los cuales debemos reflexionar para que no exageremos cuando interpretemos la Biblia tipológica y cristológicamente. 

[1] Realizar una buena exégesis de cada pasaje. No debemos imponerle nada al texto, sino solo debemos extraer únicamente lo que está presente en el texto. Para ver como un pasaje prefigura a Jesús, necesitamos observar algo tan importante como lo es el contexto. No podemos ver a Cristo donde a nosotros se nos ocurra. Aquí nos ayuda mucho considerar la definición que Jim Hamilton Jr., le da a la tipología. Él dice: “La tipología es una correspondencia histórica ordenada por Dios e intencionada por el autor, y una escalada de importancia entre personas, acontecimientos e instituciones a lo largo de la historia redentora de la Biblia”. En otras palabras, tenemos que ver tipos, sombras y figuras donde Dios quiere que las veamos y donde podamos estar seguros que esa fue la intención original del autor que fue guiado para escribir por el Espíritu Santo. Por eso es tan crucial que interpretemos la Biblia de acuerdo a una hermenéutica gramática, histórica y literal. Un ejemplo de esto sería la parábola del buen samaritano en Lucas. Comúnmente se enseña que el buen samaritano es Cristo y que nosotros somos el hombre medio muerto tirado junto a un camino. El contexto de la parábola hace ver que no fue la intención de Cristo que se interpretara de esa manera. El contexto indica que el Señor estaba mostrando lo que significa amar al prójimo en base a la pregunta que le hizo un hombre. 

[2] Al estudiar un pasaje, contestemos las preguntas: ¿Cómo encaja el punto principal de un pasaje con la Persona y la obra de Cristo? ¿Cómo es este pasaje un sendero que nos lleva a Cristo? Cuando leemos las promesas de Dios que le hizo a Abram en Génesis 12, necesitamos verlas como cumpliéndose a través del Hijo de Dios. Cuando leemos las leyes en la Torá o los consejos dados en la literatura de sabiduría, necesitamos ver como esto habrá sido visto en la vida del Señor. Por ejemplo, cuando en Éxodo y en Proverbios leemos acerca del adulterio, necesitamos examinar lo que enseñó Jesús al respecto. Toda orden dada en las Escrituras, debe ser primero comprendida a la luz del Hijo de Dios, para entonces aplicarla a los oyentes.

[3] Analizar la progresión de la historia de redención que es contada a lo largo del Antiguo Testamento. Necesitamos preguntarnos: ¿Cómo concuerda la historia que estamos estudiando con la historia más importante de la historia de la redención? Las historias contadas en el Antiguo Testamento no tienen el propósito de entretenernos ni tienen como máximo objetivo señalarnos una virtud moral. Las historias del Antiguo Testamento forman parte del evangelio. Las historias del Antiguo Testamento cuentan la historia de historias, la cual es contada a través de toda la Biblia. ¿Cuál es esa historia de historias? La venida del Mesías para rescatar a los pecadores a través de su obra consumada. Por ejemplo, el libro de Jueces busca que veamos al Mesías en cada ocasión que Jehová salva a su pueblo de la opresión de una nación cananea. En el caso de la historia de Ester, el libro que lleva su nombre no tiene como máximo objetivo presentarnos a una mujer piadosa. Es provechoso y necesario que observemos eso, pero el punto principal de libro de Ester es para que veamos como Dios obra para preservar a su pueblo. Esto debe ser forzosamente relacionado con la salvación que traería su amado Hijo.

[4] Al estudiar la Biblia tipológica y cristológicamente, necesitamos también preguntarnos: ¿Cómo muestra el pasaje nuestra necesidad de un Salvador? Si estamos leyendo los libros de Reyes que recalcan la terrible maldad de la gran mayoría de los monarcas que gobernaron al pueblo de Dios, esto debe hacernos anticipar la venida del Mesías quien vendría a llevar a cabo la obra de la redención, y que vendrá por segunda vez para reinar en justicia. 

[5] Para encontrar los tipos de Cristo, obviamente tenemos que entender bien lo que son los tipos y como es que deben ser ubicados. Ya hemos considerado algunas cosas en cuanto a esto. Aquí queremos repasar el hecho de que un tipo es una sombra teológica en la que una realidad más grande es la sustancia. Pablo enseñó que lo mencionado en el Antiguo Testamento solo era la sombra de lo que habría de venir, pero que el cuerpo es Cristo (Colosenses 2:16-17). En Romanos 5 Pablo usó a Adán como tipo de Jesucristo. Contrasta la desobediencia de Adán con la obediencia de Jesús. El Señor usó el templo como figura de sí mismo (Juan 2:19, 21). Aquí es donde muchos de nosotros necesitamos ser cuidadosos. Cuando vemos los tipos de Cristo del Antiguo Testamento señalados en el Nuevo Testamento, vemos que los escritores señalaron cumplimientos generales, pero no realizaron comparaciones en cuanto a detalles minuciosos. Veamos los siguientes ejemplos. En Juan 3:14 Jesucristo se comparó a sí mismo con la serpiente que fue levantada en el desierto (Números 21:4-9), pero no fue más allá de eso. No se vio a sí mismo en otros detalles sino solo se centró en el hecho de que él se asemejaría a esa serpiente porque también sería levantado. En Hebreos leemos de manera general que Jesús es figura del sumo sacerdote y de los sacrificios ofrecidos, pero no lo hace en cuanto a detalles minuciosos. El error lo cometemos cuando queremos ir más allá de esta metodología que emplearon los autores que fueron guiados por el Espíritu Santo. Esto lo hacemos cuando queremos ver a Cristo en cada tabla del tabernáculo y en cada una de las puertas de Jerusalén que son mencionadas en Nehemías. 

[6] Hagamos la tarea de localizar el tema central de una porción para encontrar a Cristo. Recordemos que todas las historias del Antiguo Testamento forman parte del evangelio. Leamos una historia y busquemos encontrar cuál es el atributo de Dios que se está recalcando y relacionémoslo con Dios. Si leemos de la justicia de Dios, lo podemos vincular con la justicia de Cristo. Lo mismo podemos hacer con su ira, misericordia, perdón, amor, etc. Por ejemplo, ¿cuál es la intención de Dios detrás de la historia de la viña de Nabot (1 Reyes 21). Es para mostrar la maldad de Acaz y Jezabel. ¿Por qué Dios quiere exhibir la perversión de esas dos personas? Para hacer relucir su misericordia. Al final del capítulo vemos a Dios mostrando misericordia a Acab para no traer castigo sobre él durante su vida. Él se arrepintió y el Señor atrasó su castigo. Esto lo debemos relacionar sin ninguna duda con la misericordia que el Señor Jesús nos ha tenido a nosotros tan viles pecadores. 

Aplicación de Tipos Cristológicos

Todo pasaje debe ser aplicado al lector y al oyente. Cada pasaje donde Cristo es prefigurado debe ser interpretado, pero también aplicado. Necesitamos descubrir el “por qué” de una porción, pero también el “para qué” de esa porción. Esto quiere decir que tomamos un pasaje, analizamos su contexto y su gramática, lo llevamos a Cristo para ver lo que nos enseña acerca de él y señalamos de qué manera esa porción debe impactarnos en nuestro andar delante del Señor.

Al querer aplicar pasajes centrados en Cristo, ten en cuenta lo siguiente:

[1] Ratificación. Hagamos la pregunta en cuanto a un texto: ¿El cumplimiento del texto en la Persona de Cristo ratifica una verdad presentada en el Antiguo Testamento? Si es así, la verdad puede ser aplicada directamente al oyente. Por ejemplo, si enseñamos sobre un mandato en el Pentateuco sobre el cuidado de los pobres, podemos aplicarlo directamente a nosotros, a pesar de que nosotros no vivimos bajo la ley. Recordemos que el nuevo pacto no altera este tipo de verdades sino que las profundiza.

[2] Modificación. Hagamos la pregunta en cuanto a un texto: ¿El cumplimiento del texto en la Persona de Cristo modifica una verdad presentada en el Antiguo Testamento? La verdad puede ser aplicada solo cuando se considera a la luz de como el evangelio lo ha modificado con la venida de Jesús. Por ejemplo, nuestro llamado a adorar en esta dispensación de una manera santa y ya no en un lugar santo como lo fue durante el antiguo pacto (Juan 4:20-24).

[3] Anulación. Hagamos la pregunta en cuanto a un texto:  ¿El cumplimiento del texto en la Persona de Cristo nulifica una verdad presentada en el Antiguo Testamento? Estos son los pasajes que claramente señalan que Cristo los ha cumplido y que por lo tanto ya no deben ser puestos en práctica. Por ejemplo, las restricciones dietéticas dadas a Israel fueron anuladas con la venida del Señor quien trajo purificación de todo aquello que era inmundo (Levítico 11; Deuteronomio 14; Hechos 10).

Conclusión

Después de haber considerado todo esto, veamos lo importante que es que seamos extremadamente responsables a la hora de estudiar la Biblia. Veamos a Cristo donde él está en su Palabra, y no en donde él no lo está. Honraremos a Dios cuando respetamos los parámetros que él nos da a la hora de hacer la exégesis de sus Escrituras. Pecamos contra el Autor de la Biblia cuando la interpretamos de acuerdo a nuestra sabiduría o en base a nuestras experiencias y emociones.

Cuando centramos nuestro estudio de la Biblia en Cristo, y no en nosotros, alimentaremos nuestros espíritus con un banquete que nos dejará plenamente saciados en nuestro Amado. Si seguimos los principios exegéticos que hemos analizado, predicaremos de tal manera que seremos usados por la gracia y el poder de Dios para edificar a la iglesia.

Hermanos, estudiemos a Cristo, adoramos a Cristo, imitemos a Cristo, prediquemos a Cristo.

J.C. Ryle lo expresó tan elocuentemente en el siglo XIX en su obra Cristo Crucificado: “Sin Cristo crucificado en sus púlpitos, una iglesia es poco mejor que un obstáculo a la tierra, un cadáver, un pozo sin agua, una higuera estéril, un centinela dormido, una trompeta silenciosa, un testigo mudo, un embajador sin condiciones de paz, un mensajero sin nuevas, un faro sin fuego, una piedra de tropiezo para los creyentes débiles, un consuelo para los infieles, un semillero del formalismo, un gozo para el diablo y una ofensa para Dios”.


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1 comentario en “Tipología Cristológica”

  1. Excelente escrito INSTRUCTOR sobre un tema que me encanta: Ver al Señor en las Escrituras, allí donde Él está, no donde NO está. Adelante con este ministerio también. Sea nuestro Señor Agradado, Su pueblo enseñado sanamente y Su siervo animado.

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