Adán y Eva

David Alves Jr.

Sigamos viendo comparaciones que podemos notar entre Adán y el Señor Jesucristo. Ya vimos como Adán es figura de Cristo en el dominio que Él tiene sobre la creación. Ahora procuremos observar en Génesis 2 algunos aspectos de la relación muy especial entre Cristo y la iglesia; en la unión matrimonial de Adán y Eva.

Dios trajo un sueño profundo sobre Adán; Cristo sufrió en tinieblas. Adán despertó para conocer a su esposa; Cristo resucitó poderosamente de entre los muertos para conseguirse una esposa.

De una de las costillas del costado de Adán fue formada su esposa; del costado de Cristo fue derramada la sangre con la que compró a su esposa (Jn. 19:34).

Eva fue creada por causa de Adán (1 Cor. 11:9) para ser su “ayuda idónea”; la iglesia fue comprada y formada por causa de Cristo para ofrecerle a Él honra y gloria.

Fue Dios que trajo Eva a Adán para presentársela; Dios le presentará a Su Hijo Su esposa en las Bodas del Cordero (Ap. 19:7-10).

Adán reconoció a Eva como “hueso de mis huesos y carne de mi carne”; nosotros somos miembros del cuerpo de Cristo (1 Cor. 12:27).

Adán y Eva se unieron para ser “una sola carne”; eternamente disfrutaremos de una relación íntima con Cristo como Su esposa. Adán, siendo varón (en Hebreo “Ish”) vio su relación con Eva tan íntima, que la llamó igual que él, solo añadiendo una letra, al llamarla “Isha” o “Varona”.

Al no haber pecado en el mundo, Adán y Eva “estaban ambos desnudos… y no se avergonzaban”. Un día, la iglesia, la esposa del Señor, será presentada a Él como “una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.” (Ef. 5:27) Juan escribe que en las Bodas del Cordero, seremos presentados al Esposo vestidos de “lino fino, limpio y resplandeciente…” (Ap. 19:8)

La historia de Adán y Eva solo es un diminuto destello de la unión muy especial entre nosotros y el Señor Jesucristo.