En la primera semana de este mundo, en el primer Sábado, Dios reposó al haber creado todo. “En él reposó de toda la obra que había hecho en la creación.” (Gén. 2:3).
Dios no reposó porque se había cansado, porque Él “no desfallece, ni se fatiga con cansancio” (Isa. 40:28). Dios reposó para disfrutar la obra de Sus dedos y para establecer el descanso que Él iba a ofrecer a los Suyos.
El Shabath (“descanso”) para Israel cada día séptimo, Dios lo usó como señal de Su pacto con aquella nación (Ez. 20:12). Hebreos 4 nos indica que Israel no encontró el reposo por causa de su desobediencia. También nos señala cuál es el verdadero descanso.
“Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas.” (Heb. 4:9, 10). Solo en Cristo pudimos descansar en Su perfecta obra vicaria para encontrar el reposo que tanto queríamos y para algún día entrar en nuestro descanso eterno.
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