Vida Cristiana

Consérvate Puro: La Avaricia

David Alves Jr.

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Diez cosas que necesitas saber sobre la avaricia:

  1. La avaricia es cuando se fija un deseo sobre algo que no es Dios al grado de convertirse en una pasión, fanatismo u obsesión. Dios exige que solo él sea el centro de nuestras vidas (Mt. 22:37).
  2. Se puede manifestar en relación al dinero, posesiones terrenales y hacia personas con las que no estamos casadas (Éx. 20:17; Dt. 5:21; 1 Tim. 6:10). Muchos pensamos que la codicia únicamente tiene que ver con el dinero, pero la Biblia enseña que también es cuando anhelamos una persona fuera del matrimonio.
  3. Como con todos los demás pecados, este es uno que debemos de aborrecer (Éx. 18:21; Pr. 28:16).
  4. Un malentendido común es que la avaricia es un pecado mayormente cometido por los ricos. La avaricia es un pecado con el que todos luchamos porque todos batallamos con la carne. Seamos ricos o pobres. La codicia es una obra de la carne (Gál. 5:19-21) y es un mal que sale del corazón de todos (Mr. 7:22). La riqueza sí puede ser el resultado de la avaricia, pero también puede provenir de Dios como bendición y en base al esmero en el empleo (Pr. 10:22; 13:4).
  5. Una vida llena de avaricia es característica de un incrédulo (Rom. 1:29; Ef. 5:3, 5;
    1 Co. 6:10). Por lo tanto, una persona que dice ser salva, pero comete habitualmente este pecado, no es verdaderamente convertido. El cristiano que comete este pecado, debe ser apartado de la comunión de la iglesia hasta que corrija su vida (1 Co. 5:10).
  6. En Col. 3:5 la codicia es relacionada con la idolatría. La semejanza entre ambos pecados es que se adora algo que no es Dios. En uno se adora una imagen; y en el otro, se desea profundamente un bien material o una persona.
  7. Lo contrario a la avaricia es vivir contentamente y satisfechamente con lo que Dios nos ha dado (1 Tim. 6:8; Heb. 13:5). También deberíamos de vivir con esto en mente: ”Más bienaventurado es dar que recibir (Hch. 20:35).
  8. Es un pecado comúnmente cometido por predicadores falsos del evangelio (2 Pe. 2:14). Se caracterizan por hacer mucho énfasis en los diezmos y en las ofrendas al grado de chantajear, manipular y obligar a las personas a darles dinero.
  9. La lectura de la palabra de Dios nos detiene de cometer el pecado de la codicia (Sal. 119:36). En ese pasaje, se nos da la decisión que tenemos: inclinarnos a la palabra de Dios o a la avaricia.
  10. Dios sí nos permite codiciar. Él lo permite cuando anhelamos usar los dones espirituales para su honra y para la edificación de la iglesia (1 Co. 12:31; 14:39). En ambos pasajes, la palabra ”procurad”, en el griego es la palabra ”codiciar”. No codicies el mal, codicia todo aquello que es de agrado a Dios.
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