David Alves Jr.
Personas de distintos trasfondos religiosos han enseñado la necesidad de bautizar a los bebés. Las explicaciones para ello varían.
Los católicos consideran que el bautismo limpia a los infantes del pecado original y que de esta manera son adoptados como hijos de Dios.
Congregaciones ortodoxas enseñan que es una forma en la que Cristo les imparte su gracia.
Los anglicanos afirman que el bautismo activa las conciencias de los niños y que esto les permite vivir una vida en castidad y pureza.
Los luteranos consideran que los bebés deben ser bautizados porque Mateo 28:19 no especifica una edad para los que debían cumplir con esto.
Nuestros hermanos presbiterianos tienen la convicción de que el bautismo para infantes es la señal del pacto de gracia y les permite ser añadidos a la iglesia visible. Lo igualan a la circuncisión.
Distintas denominaciones reformadas afirman que es para niños que tienen padres creyentes para que ellos también crean en el Señor más adelante.
Los metodistas tienen la convicción de los niños sí deben ser bautizados para que acepten de esa manera la gracia de Dios y para que los miembros recuerden la responsabilidad que tienen hacia los niños.
¿Qué enseña la Biblia sobre el bautismo? ¿Es correcto lo que enseñan cada una de estas agrupaciones religiosas?
Consideremos las siguientes razones por las que no es correcto el bautismo de infantes.
El bautismo en el Nuevo Testamento siempre fue para “hombres y mujeres” (Hch. 8:12). No encontramos un solo ejemplo de bebés siendo bautizados. Muchas veces es utilizado como ejemplo el hecho de que el carcelero de Hechos 16 se bautizó junto con su familia. El hecho de que su familia creyó a Dios (v.34) indica que sus hijos tenían la suficiente edad para entender el evangelio y de poder aceptarlo. Un infante no tiene la capacidad de hacerlo.
La mayoría de las doctrinas ya mencionadas, indican que el bautismo es el comienzo del proceso de salvación de los niños. La salvación no es un proceso, sino que es algo que se recibe en el momento que uno se arrepiente y cree en Cristo Jesús. El bautismo no quita el pecado original, no hace que uno entre en pacto con Dios, no resulta en la aceptación de la gracia del Señor, no me hace ser hijo de Dios y no me hace miembro de la iglesia. Todas estas cosas ocurren el momento de nuestra conversión. Para resumirlo: “nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia” (Tit. 3:5); y también: “Por gracia sois salvos por medio de la; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Ef. 2:8, 9).

Al haber creído en Cristo, ahora es cuando uno sí puede bautizarse. En los Hechos de los apóstoles hay varios ejemplos que comprueban esto: 2:41; 8:12, 36-38; 9:18; 10:47, 48; 16:15, 33; 18:8; 19:4, 5.
Volvemos a enfatizar, bajo la autoridad de la palabra de Dios, no existe en las Escrituras el bautismo para infantes.
También tendríamos que considerar el hecho de que se enseña que el bautismo para niños sí debe ser practicado porque bajo la ley se circuncidaba a los bebés recién nacidos. Normalmente utilizan Col. 2:13 para corroborar esto. Primeramente, solo para aclarar, la circuncisión del Antiguo Testamento ya no es valido para nosotros en la actualidad. Era la señal del pacto de Dios con Israel. Nosotros no nos regimos bajo ese pacto, sino que en el nuevo pacto en el que estamos, la señal es la sangre Cristo.
En la cita mencionada en Colonenses, Pablo enseña sobre la circuncisión espiritual que sí aplica para nosotros hoy en día. El enfoque de Pablo, no son quienes son circuncidados, que en este caso eran los varones a los ocho días de nacidos. Pablo está asemejando el acto de la circuncisión con lo que ocurre en el ser de cada persona que acepta la palabra de Dios. Así como se cortaba un pedazo de carne bajo el antiguo pacto; de igual forma nosotros somos circuncidados espiritualmente al creer en Cristo. En Col. 2:11 escribió: “En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo”.
Al creer en Cristo, la carne, esa naturaleza perversa que recibimos de Adán, ya no nos domina como antes sí lo hacía. Después de que esto sucede, Pablo explica en el v.12 que nos bautizamos porque es una representación de lo que sucedió en nosotros. Él escribe: “sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos”. Esto concuerda con la enseñanza dada por Pablo mismo en Romanos 6. Ahí también enseña que el bautismo simboliza que hemos muerto al pecado y que tenemos una nueva vida por medio de la muerte y la resurrección de Cristo.
Dicho sea de paso, la mayoría de los que enseñan que los infantes sí deben ser bautizados, enseñan que debe ser por aspersión. El bautismo de la Biblia siempre es por sumersión. Tiene que ser de esta manera para poder cumplir con la simbología mencionada en Romanos 2 y Colonenses 2 en cuanto a muerte y resurrección.
Por lo tanto, el bautismo no es para niños, sino por sumersión para personas que han creído en Cristo y que entienden el significado de este mandamiento suyo.