David R. Alves
Dios: Su Persona y Sus Obras – Sin Paralelo
En Dt. 4:35 y 39, Moisés repite esta expresión con relación a Dios: “No hay otro”. Véase también: Éx. 9:4; 1 R. 8:60; Isa. 45:14, 18; 46:9, Joel 2:27; y Mr. 12:32. Aparte de Dios “no hay más”, dice Isa. 45:21, 22; 1 Co. 8:4. Dios es único, sin rival, y sin paralelo.
Estas dos frases de ninguna manera contradicen la doctrina de la Trinidad. La Biblia enseña que hay un solo Dios que existe en tres personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, Mt. 28:19. Estas tres personas son coiguales, coeternas, y coexistentes. La coexistencia de los tres niega la enseñanza denominada “la unicidad de Dios”, que falsamente trata de enseñar que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son manifestaciones diferentes del mismo Jehová.
Deuteronomio significa “segunda ley” y en este libro Moisés repite, recalca, amplifica y, en algunos casos, añade, por inspiración divina, a lo que Dios había dicho cuarenta años antes a la generación anterior en el Sinaí. Aquí, en el capítulo 4, vemos cómo Dios vuelve a establecer claramente lo enseñado ya con el Primer Mandamiento: “No tendrás dioses ajenos delante mí”, Éx. 20:3.
El capítulo 4 destaca otra gran verdad, y es que Israel había sido testigo de obras que entre las naciones jamás se habían visto. “Pregunta ahora si en los tiempos pasados que han sido antes de ti, desde el día que creó Dios al hombre sobre la tierra, si desde un extremo del cielo al otro se ha hecho cosa semejante a esta gran cosa, o se haya oído otra como ella”, v. 32.

Jesús: Su Persona y Su Obra – Sin Paralelo
Escuchemos a Pedro predicar en Jerusalén: “Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”, Hch. 4:12.
“No hay otro.” Jesús es el único Salvador, singular, sin rival sin paralelo. Él mismo dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí”, Jn. 14:6.
Cuando Cristo clamó sobre la cruz “Consumado es”, había terminado una obra sin precedente en la historia de la humanidad, y la validez y eficacia de esta obra es eterna, sin paralelo. “Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados… con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados”, Heb. 10:12, 14. Cantaremos a Cristo: “Digno eres de tomar el libro… porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación”, Ap. 5:9.
El apóstol Pablo junta estas grandes verdades de Dt. 4 y Hch. 4 al escribir a Timoteo: “Hay un solo Dios, y un solo Mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”, 1 Tim. 2:5.