Cristo en toda la Biblia

El Pan de la Aflicción

David Alves Jr.

“Comerás con ella pan sin levadura, pan de aflicción, porque aprisa saliste de tierra de Egipto” Dt. 16:3

En Éxodo 12 leemos sobre la primera Pascua que fue celebrada en Egipto la noche que fueron redimidos por Jehová. En Números 9 vemos que la Pascua era una fiesta que fue celebrada al peregrinar la nación de Dios por el desierto. Aquí en Deuteronomio 16 se define cómo sería celebrada la Pascua al ya estar Israel en la Tierra Prometida.

En este capítulo 16 del quinto libro de Moisés, se le volvió a enseñar a Israel, que debían llevar a cabo la Pascua y los Panes sin levadura. Debían comer la Pascua y después comenzaba una semana en la que comían panes sin levadura. Ambas fiestas anuales en Israel señalan muy claramente a nuestro Señor Jesús. Cristo es nuestra Pascua que ya fue sacrificada (1 Co. 5:7); y en los panes sin levadura, mostraremos distintas cosas que traen a nuestra mente en cuanto al bendito Hijo de Dios.

Los panes sin levadura comidos por los judíos a lo largo de una semana, representan:

1. La pureza de Cristo, porque eran sin levadura. En las Escrituras la levadura representa pecado o falsa doctrina.

2. La llenura de Cristo, porque los comían durante siete días, y ese número representa algo que es completo o perfecto.

3. La satisfacción de Cristo, porque se saciaban durante esa semana con ese pan. Hablando del maná, Cristo dijo: “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo” (Jn. 6:51) quien promete quitar nuestra hambre espiritual.

4. Los sufrimientos de Cristo y su cuerpo partido, porque habrán partido el pan como comúnmente comemos este alimento.

5. La resurrección de Cristo, porque el día que fue sepultado, se celebraba los panes sin levadura. Nuestro Salvador resucitó porque murió siendo sin pecado. Sufrió por nuestros pecados, no por los de él que nunca tuvo.

En el versículo señalado en la parte superior de este escrito, es donde encontramos la única vez en toda la Biblia, que los panes sin levadura son llamados: pan de aflicción. Son llamados de esa manera, porque Dios quería que siempre que comieran estos panes, se acordaran de cómo habían tenido que salir de Egipto aprisa. Los panes les harían recordar la aflicción de su vida en esclavitud y de la forma en la que tuvieron que salir para ser librados de ese yugo. Comer panes sin levadura no es agradable comerlos, y por eso Dios pidió que fuesen preparados de esta manera.

Veamos entonces en los panes sin levadura, la aflicción de Jesús y la aflicción nuestra.

El pan de la aflicción, nos hacen pensar en Cristo, el “varón de dolores y experimentado en quebranto” (Isa. 53:3). Él es aquél que sufrió grandes angustias por llevar las cargas de otros y por sufrir rechazo por parte de muchas personas. A lo largo de su vida y durante su muerte, lo vemos sufriendo aflicciones de todo tipo y muy profundas. Cristo es el pan de la aflicción. Él sufrió eso para brindarnos a nosotros el gozo y la paz que no pudimos encontrar en el mundo. Desde que nos refugiamos en él, todo cambió.

Nosotros como los Israelitas, deberíamos constantemente recordar cómo era nuestra vida en la esclavitud al pecado (Jn. 8:34), a la vanidad (1 Pe. 1:18) y a la falsa religiosidad (Gál. 5:1). Era una vida de gran aflicción, hasta que conocimos al Señor, y él nos hizo verdaderamente libres. Desde entonces, ya no conocemos la aflicción que viene con una vida apartada de él. Él es nuestro gozo y nuestra satisfacción. En él lo tenemos todo. Jesús sufrió nuestras aflicciones, para poder invitarnos a ir a él, todos los que estamos trabajado y cargados, para darnos descanso (Mt. 11:28).

Le damos a Dios la gloria y la honra por su amado Hijo.

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