David Alves Jr.
Josué 16-17
José el sufriente, fue bendecido grandemente después de todo lo que padeció. Fue odiado, traicionado y vendido por sus hermanos. En Egipto, fue acosado por una mujer malvada, fue injustamente encarcelado, y olvidado en la cárcel. Dios no ignoró nada de eso, sino que tomó en cuenta todo lo que este varón piadoso padeció por él. Apreciado hermano, el Varón de dolores no menosprecia los dolores que tú sufres para honrar su nombre. Cada lágrima, cada preocupación y cada temor es observado muy cuidadosamente por él. Josué fue recompensado por todo lo que sufrió por el nombre del Señor; tú también serás galardonado generosamente.
Jacob, el padre de José, antes de morir pronunció que su hijo favorecido sería bendecido al ser una “rama fructífera junto a una fuente, cuyos vástagos se extienden sobre el muro”. Jacob relacionó esas bendiciones dadas a su hijo por Dios por lo que José sufrió. Jacob dijo: “Le causaron amargura, le asaetearon, y le aborrecieron los arqueros; Mas su arco se mantuvo poderoso, y los brazos de sus manos se fortalecieron por las manos del Fuerte de Jacob (por el nombre del Pastor, la Roca de Israel), por el Dios de tu padre, el cual te ayudará, por el Dios Omnipotente, el cual te bendecirá con bendiciones de los cielos de arriba, con bendiciones del abismo que está abajo, con bendiciones de los pechos y del vientre.”
Hay muchas maneras en las que José se asemeja a nuestro Señor Jesucristo. Una de ellas es en como el que sufrió mucho, fue prosperado generosamente por Jehová. Está claro que el sufrimiento y la recompensa de José no puede compararse con los dolores y las bendiciones de nuestro Señor. Pero aún así, las experiencias de José sí traen a nuestras mentes todo esto en cuanto a nuestro Salvador. Él es el grano de trigo que tuvo caer a la tierra para morir, pero después de morir, produjo mucho fruto. Nosotros somos parte de ese fruto que representa una de las bendiciones que el Padre le ha brindado a su Hijo. Aquél que sufrió que su nombre fuese humillado hasta mas no poder, llegará el día cuando su nombre sea exaltado sobre todo otro nombre.
La bendición recibida por José, benefició a su esposa y a toda su posteridad. Su esposa Asenat era egipcia, pero aún así, en la gracia de Dios pudo disfrutar todo lo que recibió José. Nosotros, la iglesia y esposa de Jesús, nos podemos mirar en aquella mujer gentil. Estábamos lejos de los beneficios de las promesas y del pacto hecho a Israel, pero Dios se compadeció de nosotros. No podemos comprender la inescrutable gracia de Dios, que él haya colocado a judíos y a gentiles en un mismo cuerpo, para hacerla la esposa de su precioso Hijo. Quizás a esa se refería Jacob proféticamente cuando habló de que José sería como una rama que sus vástagos se extenderían sobre el muro. Los vástagos de la gracia de Dios nos alcanzaron donde nos encontrábamos, sumidos en el lodo cenagoso del pecado.

La bendición recibida por José, también benefició a sus hijos. Los nombres de sus hijos reflejan la angustia que sufrió, pero también el triunfo que gozó en aquella tierra ajena. El nombre de Manasés, su hijo mayor, significa: “Dios me hizo olvidar todo mi trabajo, y toda la casa de mi padre”. El nombre de Efraín, su hijo menor, significa: “Dios me hizo fructificar en la tierra de mi aflicción”. En los nombres de los hijos de José podemos ver estos dos aspectos de Cristo ya mencionados. Él experimentó angustia pero ahora goza del fruto de la cruz. Una de las maneras en las que los hijos de José gozaron de las recompensas dadas a José, fue el hecho que cada uno de ellos tuvieron el privilegio de tener su propia tribu en Israel. Cada uno de los hijos de Jacob recibió una sola tribu, pero José recibió el doble porque de él salieron dos tribus. Manasés tuvo su tribu, Efraín tuvo su tribu. Si la madre de estos hombres, nos habla de nosotros los gentiles siendo beneficiados por la gracia de Dios; estos dos hijos de José, nos recuerdan de las bendiciones recibidas hasta el día de hoy por la nación de Israel. Gracias a Dios, que a pesar de la rebeldía de Israel, Dios les permite aún pertenecer al cuerpo de Jesucristo.
La bendición de Dios para las tribus de Efraín y Manasés también lo vemos en la repartición de las tierras en Canaán. Efraín recibió su heredad en la parte central; y Manasés, al haberse dividido en dos, recibió heredad al occidente y al oriente del Jordán. También vemos el favor de Dios hacia José al desear que sus hijos fueran de los primeros en recibir sus tierras, a penas detrás de Judá, la tribu de la familia real que fue el primero en recibir su territorio.
Finalicemos en un punto más que nos vuelve hacer pensar en lo privilegiados que somos los gentiles en haber sido buscados por el Dios de Israel. Maquir, hijo primogénito de Manasés, moró al este del Jordán, en Basán y Galaad. Lo llamativo de Maquir era que su madre fue una mujer gentil de acuerdo a 1 Crónicas 7:14, 15. La abuela y la madre de Maquir ambas fueron mujeres gentiles. Otra vez nos maravillamos de la gracia de Dios hacia nosotros los gentiles.
Deseo que esta sencilla meditación nos ayude al hacer memoria de nuestro Señor. Pensemos en él quien sufrió, pero que ha sido exaltado. Engrandezcamos a nuestro Dios, que como gentiles que somos, él nos invita a poder adorarle mañana en espíritu y en verdad.
En esta semana que inicia seamos como las hijas de Zelofehad, de la tribu de Manasés, quienes insistieron en recibir su herencia. Busquemos lo espiritual; dejemos de buscar lo material.
Excelente meditación gracias hermano , solo una pequeña observación no se si leí mal pero la esposa de José fue Asenat.. gracias por compartir
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Muchísimas gracias. Da gusto ver que hay aquellos que leen los escritos con mucha atención.
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Gracias.
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