Josué 14:1-15
David Alves Jr.
La tierra fue repartida a las doce tribus de Israel por suerte por medio de Moisés, Josué, Eleazar y los cabezas de las familias. Moisés le heredó a Rubén, Gad y a la media tribu de Manasés sus tierras al este del Jordán; y los otros varones le heredaron sus tierras a las otras nueve tribus y media al oeste del Jordán.
En Moisés, Josué y Eleazar podemos ver tres aspectos preciosos de nuestro Amado. Todo esto en cuanto a nuestra heredad espiritual que tenemos por medio de él.
Moisés fue el que libertó a Israel de la esclavitud de los egipcios. Él resalta a Cristo como nuestro Redentor. Moisés es una sombra de aquél que derramó su sangre para poder librarnos de la esclavitud del pecado. Damos gracias a Dios por el que “se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad” (Tit. 2:14). Lo realizado por Moisés, enfatiza la obra de Cristo hecha a nuestro favor en el pasado. El hecho de que en el pasado fuimos librados del pecado, nos permite gozar la heredad que él nos ha otorgado.
Eleazar era el sumo sacerdote en el tiempo en el que se dividió la tierra. Alabamos a Dios por Jesús nuestro Redentor, pero al considerar a Eleazar, pensamos en la gran bendición que tenemos de tener al Hijo de Dios como nuestro gran Sumo Sacerdote. Si Cristo como Redentor nos hace pensar en lo que él hizo por nosotros en el pasado, él como Sumo Sacerdote nos hace meditar en lo que él es para nosotros en el presente. En esta vida, mientras sufrimos pruebas y tentaciones; pero a la vez disfrutamos la heredad que tenemos en el presente, Cristo es nuestro Sumo Sacerdote. Nos anima y nos consuela saber que en nuestras dificultades, él intercede por nosotros (Heb. 7:25) y él se compadece de nosotros (Heb. 4:15).

Josué, como hemos visto ya al estudiar a Cristo en este libro, es figura del Mesías como nuestro Salvador. Vimos a Jesús como nuestro Redentor en el pasado y como nuestro Sumo Sacerdote en el presente; pero ahora lo vemos como nuestro Salvador en el futuro. La salvación de Dios en Cristo Jesús es tan grande y tan extensa que abarca nuestro pasado, presente y futuro. Fuimos salvados en el momento que creímos, seguimos siendo salvados, pero un día seremos salvados por completo. Al venir Jesús, él salvará a los suyos, y su salvación, en este sentido se completará. Como Redentor, nos hizo recibir nuestra herencia; como Sumo Sacerdote, nos acompaña para disfrutarla; y como Salvador, un día nos rescatará de este mundo para disfrutarla eternamente y para siempre.
¡Cuán glorioso es nuestro Señor! Lo que hicieron estos tres varones para el bien de Israel, Cristo solo lo hace todo en favor de los millares de millares que han obedecido al evangelio.
En este capítulo 14 de Josué, no solo vemos a Jesús como Redentor, Sumo Sacerdote y Salvador, en cuanto a nuestro pasado, presente y futuro. También lo vemos como nuestro Galardonador en el glorioso futuro que nos espera. Esto lo vemos en la narración que involucra a Caleb en esta porción que estamos considerando. Este varón de Dios, junto con los demás hijos de Judá, tuvieron una conversación con Josué. Caleb le recordó que por haber sido un espía fiel, Moisés le había prometido su tierra al llegar a Canaán. Josué cumplió con lo prometido y le brindó Hebrón por heredad. Habían pasado años desde la promesa de Moisés, Caleb había tenido que luchar y padecer con mucha paciencia y determinación, pero ahora era tiempo de recibir y gozar su recompensa en la tierra que recibió.
¿No es esto el tribunal de Cristo? Cuando el Señor Jesús venga por nosotros, él nos hará pasar delante de él en los cielos, y él será nuestro Galardonador al darnos a cada uno nuestras recompensas y coronas. Jesús pronto viene. Tengamos paciencia, porque como Caleb, muy pronto recibiremos los galardones que el Señor en su tierna gracia nos ha prometido.
Adoramos a Dios por nuestro Redentor, Sumo Sacerdote, Salvador y Galardonador. No hay nadie como él. Todos estos maravillosos oficios le pertenecen solo a él. Hagamos memoria de su muerte y ofrezcámosle la alabanza de la cual él es digno.
Gracias.
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