Vida Cristiana

Susurros no Tan Inocentes

David Alves Jr.

¿Por qué hay una demanda tan grande en nuestra sociedad para programas en la televisión, páginas en las redes sociales y artículos en revistas, que son sobre las vidas de otras personas?

¿Por qué muchas de nuestras pláticas se enfocan sobre las vidas de los demás?

Sin darle muchas vueltas al asunto, la razón es porque nos atrae mucho el chisme. Nos llama la atención saber acerca de la vida de gente famosa, personas que conocemos o hermanos en la iglesia. 

Se ha creado una cultura entre nosotros en el que todos pensamos merecer saber todo acerca de la vida de los demás. La realidad es todo lo contrario. Dios lo prohibe al decirle a su pueblo: “No andarás chismeando entre tu pueblo.” (Lv. 19:16)

¿Qué es el chisme? 

El chisme es ocuparse con los asuntos de otras personas. Dios nos enseña que el chisme es entremeterse en cuestiones que no nos incumben. Pablo le pide a las hermanas que no sean “entremetidas, hablando cosas que no son dignas” (1 Tim. 5:13). Habían hermanos en Tesalónica que no querían trabajar y Pablo señala que andaban “desordenadamente, sin trabajar, pero andan metiéndose en todo” (2 Te. 3:11).

Éste problema del chisme vemos que no solamente es una debilidad en las mujeres, sino que también en los hombres.

En ambas citas mencionadas vemos que la ociosidad lleva a uno a chismear. Es más fácil hablar de los demás que hablar de temas enriquecedores.
   

Imagen: http://www.unsplash.com

Cuando no es chisme 

Cuando un comentario acerca de otra persona es hecho, no siempre se debe de considerar como chisme. Es posible que alguien que te tenga confianza, esté atribulado por algo que alguien más le hizo y llega contigo para contártelo porque verdaderamente necesita consuelo o un consejo. Si solo lo contara por contar, entonces sí sería chisme. Pero en este caso, es alguien que requiere ayuda. Tu responsabilidad es tratar de ayudar a la persona, pero también guardar eso en secreto. Harás un gran mal, si lo que te contaron, tú vas y se lo cuentas a otro sin ninguna razón que lo justifique. “El que anda en chismes revela secretos.” (Pr. 11:13) “El que repite el asunto separa los mejores amigos.” (Pr. 17:9) 

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Feo, pero atractivo

      Posibles razones por las que chismeamos:

     1. Buscamos reconocimiento. El saber acerca de la vida de otras personas nos hace sentirnos importantes. Nos pone por encima de otros y nos hace sentirnos reconocidos.


     2. Creemos poder ser juez de todos. Pensamos tener la moralidad para poder juzgar absolutamente todo lo que hacen los demás y consideramos siempre poder discernir cuando es que alguien está haciendo algo indebido. Por lo tanto, sentimos tener la capacidad y el derecho de divulgarlo.


     3. Sembramos discordia. Lo hacemos porque queremos que la persona vea de forma negativa a otra persona. Quizás lo hagamos abiertamente o sutilmente para que la otra persona llegue a la conclusión deseada. “El chismoso separa a los mejores amigos” (Pr. 16:28).

     4. Tenemos envidia. Un hermano se compra un carro y alguien hace un comentario acerca de eso a otra persona. ¿Qué lo motivó a decir eso? ¿Le incomoda porque es algo que no tiene o lo dijo porque está agradecido con Dios de que el hermano ahora tiene en que moverse? Si no es para agradecerle a Dios por lo que ese hermano ha recibido, ¿qué beneficio tiene que se lo cuente a alguien?
   
   Posibles razones por las que aceptamos oír el chisme:


     1. Curiosidad. Queremos saber algo sencillamente por saberlo. Pudiera ser hasta sin malicia. Aún así no deja de incumbirte. ¿Realmente necesitabas saber que Esperanza se compró una falda nueva? ¿Cómo te ayuda saber que un creyente en otra asamblea ha sido apartado por pecado?


     2. Poder. Anhelamos saber toda la información posible acerca de otra persona para atacarla o tratarla de una forma incorrecta. Salomón, el hombre más sabio de sus tiempos, señaló: “Donde no hay chismoso, cesa la contienda” (Pr. 26:20).


     3. Posición. Nos hace sentirnos importantes el hecho de que ahora nosotros también podemos compartir información privilegiada.
    

¿Tienes el valor de decirle a un chismoso que no quieres escuchar lo que te quiere decir?

    
Dos amigos: Don Chisme y Doña Calumnia 

Hay una diferencia entre chismear y calumniar pero van de la mano. En el chisme, se dice algo que realmente no le incumbía saber a la persona. En la calumnia, se dice algo que es abiertamente falso acerca de una persona.

El chisme puede dar lugar a la calumnia. Por ejemplo: Un chisme sería decirle a alguien en tono misterioso: “Yo vi que el vecino salió de su casa sólo ya muy noche.” Una calumnia sería que tú o la persona con la que estás hablando, diga: “Quizás tiene una amante.” Cuando en realidad el vecino salió a esas hora porque su esposa se había enfermado y salió a comprarle medicamentos.

Éste es un chisme, porque no se hizo el comentario con un sentido de preocupación. Jamás se tuvo la intención de ver si los vecinos se encontraban bien.

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Medidas para no hablar de más 

El Señor enseñó que seremos juzgados por cada palabra vana que digamos (Mt. 12:36). Cada chisme será revelado en el tribunal de Cristo después de su venida.

Una manera muy sencilla de corregir este problema es distanciarnos de personas que nos inducen a este pecado. Salomón sugiere tajantemente: “No te asocies con el chismoso.” (Pr. 20:19) 

Los chismosos no te convienen tenerlos como amistades. No quieren lo mejor para ti. “Las palabras del chismoso son como heridas, y penetran hasta el fondo de las entrañas” (Pr. 26:22). Mejor rodéate de personas que hablan de temas que te sean de provecho.
     

1 comentario en “Susurros no Tan Inocentes”

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