Cristo en toda la Biblia

Dio Gracias

David Alves Jr.

El ser agradecido es una cualidad que agrada a Dios. Es común que las circunstancias de la vida nos nublen la vista para no ver las bendiciones que Dios manda. Esto nunca sucedió en el caso de Jesucristo. No importó en que situación se encontraba, siempre fue agradecido con su Padre. 

Dio gracias por las provisiones de Dios 

En dos ocasiones milagrosamente multiplicó panes y peces para alimentar a numerosas multitudes. Las personas tenían hambre, era ya tarde y no tenían donde conseguir alimentos. Cristo fue el único que podía satisfacer la necesidad de todas esas personas. En ambos casos, el Señor tomó los alimentos y le dio gracias a Dios (Mt. 15:36; Jn. 6:11). Mostró confianza y también agradecimiento a Dios por lo que él estaba proveyendo. Cristo es el mejor ejemplo de alguien que vivió una vida en completa dependencia en Dios. 

Dio gracias por haber sido oído por Dios 

La escena es conmovedora. María y Marta lloran la muerte de su hermano, lo que conmueve a Cristo profundamente y también derrama lágrimas junto con ellas. El Señor pide que le lleven a donde está sepultado Lázaro. Al haber sido removida la piedra y antes de que Cristo resucitara a su amigo, alzó su voz al cielo y dijo: “Padre, gracias te doy por haberme oído” (Jn. 11:41). Cristo se estaba gozando de que Dios siempre oía sus oraciones. 

Hubo una ocasión en la que su oración no fue escuchada. Hace dos mil años, colgado sobre la cruz, rodeado de densas tinieblas, exclamó: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Sal. 22:1). El silencio de Dios fue la respuesta. 

Dio gracias por sus dolores 

Antes de ir a la cruz, Cristo junto con sus discípulos, tomó un pan y una copa y le dio gracias a Dios por amabas cosas (Lc. 22:17, 19). Dio gracias por el pan, que representaba su cuerpo que sería partido. Dio gracias por la copa, que representaba su sangre que iba a derramar. Sabiendo todo el sufrimiento que iba a tener que soportar y aún así dio gracias. 

¡Qué ejemplo es para nosotros nuestro Señor! Vivió siempre agradecido con su Padre. Solo nos queda decir con Pablo: “¡Gracias a Dios por su don inefable!” (2 Co. 9:15)

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