David Alves Jr.

El creador de los cielos y de la tierra, aquel que sanó a los enfermos y calmó la tempestad; es el mismo Señor que mostró su poder ilimitado al estar sobre la cruz.
Los hombres al mirar Jesucristo solo pudieron ver en él una aparente debilidad. Pablo escribe: “Fue crucificado en debilidad” (2 Co. 13:4). La multitud, los malhechores y los soldados en burla le retaron a que mostrara su poder durante aquellas horas de angustia.
El Señor sí mostró su poder, no quizás como lo querían ver los hombres, pero sí manifestó su omnipotencia. Jesucristo mostró su gran poder para el bien de la humanidad.
Mostró su poder al poder soportar llevar los pecados de todas las personas de todos los tiempos. El Cordero de Dios puede quitar el pecado del mundo (Jn. 1:29) porque tuvo la capacidad de llevar sobre sí los pecados de todos. Murió por todos los injustos (1 Pe. 3:18). En su cuerpo cargó y llevó todas nuestras maldades (Isa. 53:6; 1 Pe. 2:24). Cualquier hombre en su lugar habría rápidamente sucumbido, más Jesucristo pudo hacerlo, sin duda, costándole un gran sufrimiento.
Jesucristo no solamente mostró poder en haber llevado todos nuestros pecados, pero también al haber concluido y consumado la obra de la salvación. Aún antes de ir a la cruz, Cristo aseguró que la completaría cuando dijo: “He acabado la obra que me diste que hiciese” (Jn. 17:4). Al haberla concluido, exclamó: “Consumado es” (Jn. 19:30). Solamente él podía llevar todos los pecados y consumar la obra. Los sacrificios bajo el antiguo pacto eran repetidos una y otra vez, más el Señor tuvo que ser sacrificado “una sola vez” (Heb. 9:28) y con eso bastó. Jamás tendrá que repetir su obra por lo inmensa que es.
El infinito poder de Cristo también lo vemos en su resurrección. Él tenía el poder para entregar su vida y para volverla a tomar (Jn. 10:18). Quedó sin vida sobre ese madero, pero al tercer día de haber sido sepultado, resucitó victoriosamente. Ahora goza de poder vivir “según el poder de una vida indestructible” (Heb. 7:16).
Gracias a Dios por el poder de su bendito Hijo, aún claramente visto en su muerte.
Maravilloso todo su Poder mostrado en un gran acto de Amor: el Poder Humanarse, el Poder Humillarse, el Poder Condolerse de la humanidad, el Poder dar Sanidad, el Poder dar Vida a los muertos, el Poder dar su Enseñanza y Sabiduría, el Poder dar Ejemplo, el Poder dar su Vida y el Poder Volver a Tomarla… Toda su Deidad manifestada. Alabado sea nuestro Dios y Señor.
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