David Alves Jr.
Imagen: Penélope Alves
“Esto es mi sangre del nuevo pacto…” (Mt. 26:28).
Mañana Domingo, si el Señor no ha venido, beberemos de la copa y pensaremos en la sangre de nuestro Salvador.
El Señor vino “mediante agua y sangre” (1 Jn. 5:6). Murió derramando su sangre. “Uno de los saldados le traspasó el costado con una lanza, y al momento salió sangre y agua” (Jn. 19:34). Cuando venga a la batalla de Armagedón su ropa estará teñida en sangre (Ap. 19:3).
Hay por lo menos tres cosas que la Biblia nos enseña acerca de la sangre de Cristo. Su sangre es:
1. Inocente (Mt. 27:4)
2. Preciosa (1 Pe. 1:19)
3. Mejor (Heb. 12:24)
Ahora notemos los beneficios de la sangre derramada del Señor.
1. Remisión o perdón (Mt. 26:28; Heb. 9:22)
2. Trajo el nuevo pacto (Mr. 14:24)
3. Iglesia ganada (Hch. 20:28)
4. Propiciación (Rom. 3:25)
5. Justificación (Rom. 5:9)
6. Redención (Ef. 1:7; Co. 1:14; Ap. 5:9)
7. Hechos cercanos (Ef. 2:13)
8. Paz (Co. 1:20)
9. Entrada al lugar santísimo (Heb. 10:19)
10. Santificación (Heb. 13:12)
11. Rociados (1 Pe. 1:2)
12. Limpieza (1 Jn. 1:7; Ap. 1:5)
Con razón cuando lleguemos al cielo y veamos a nuestro Amado, lo único que podremos hacer es alabarle y cantarle:
“Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación” (Ap. 5:6).