David Alves Jr.

Alguien pudiera preguntar: ¿por qué ustedes únicamente leen y enseñan la Biblia en sus reuniones cuando hay muchos otros libros escritos bajo la guía de Dios?
El único libro inspirado por Dios
La Biblia es el único libro inspirado por Dios. “Toda la Escritura es inspirada por Dios” (1 Tim. 3:16). “Los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Pe. 1:21). Ningún otro libro fue escrito bajo la guía de Dios. Esta sería la primera razón, y la más importante de todas, por lo cual únicamente deberíamos utilizar la Biblia en las iglesias.
Este no es el caso de libros como el Corán, Libro del Mormón, Perla de Gran Precio y el Catecismo. Hay otros libros que son de gran ayuda para entender la Palabra de Dios, pero son de estudio para la casa y no para ser leídos en la iglesia. El salmista escribió: “Has engrandecido tu nombre, y tu palabra sobre todas las cosas” (Sal. 138:2).
Exclusivamente de la Biblia, y no de cualquier otro libro, Cristo podía decir: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad” (Jn. 17:17).
La práctica del Señor Jesucristo
¿Cuántas veces el Señor basó sus enseñanzas sobre las Escrituras del antiguo pacto? Constantemente citó lo escrito por Moisés en los libros de la ley, por David en los Salmos y lo dicho por los profetas para fundamentar lo que estaba diciendo.
Él era Dios, y por lo tanto no necesitaba de la Palabra para sustentar lo que decía, pero lo hizo para que la gente creyera en su palabra y para dejarnos a nosotros un ejemplo a seguir.
Mientras los rabinos y fariseos utilizaban otros textos para basar sus enseñanzas, el Señor les condenó por anteponer esos escritos por encima de la Palabra de Dios (Mt. 15:9). En Lucas 4 leemos que cuando entró a la sinagoga, Jesucristo hizo una lectura de la profecía de Isaías, no de algún otro libro escrito por el hombre.
La práctica de los apóstoles
Los apóstoles siguieron el ejemplo de Cristo al basar todo en las Escrituras. La decisión de reemplazar a Judas Iscariote quien había muerto fue sustentado por la profecía en los Salmos (Hch. 1:20).
El apóstol Pablo al enseñarle a la iglesia en Corinto sobre el Partimiento del pan, les dijo que lo que les decía él lo había recibido del Señor y no de un credo elaborado por el hombre (1 Co. 11:23). Los apóstoles no tenían ningún otro libro que leían o seguían sino únicamente las Escrituras.
Pedro aseguró a sus lectores que tenían “la palabra profética más segura” (2 Pe. 1:19). Algo que no afirmó de ningún otro texto.
La práctica de las primeras iglesias
Los cristianos en Berea oyeron la enseñanza de Pablo pero para ellos las Escrituras tenían más autoridad (Hch. 17:11).
Pablo quería que la “palabra de Cristo” morara en los hermanos de Colosas (Co. 3:16).
A la iglesia en Tesalónica se les animó a que retuviesen la doctrina aprendida a través de la carta recibida por parte de Pablo que había sido inspirada por Dios (2 Te. 2:15).
Pablo aconsejó a Timoteo a que usara bien la “palabra de verdad” (2 Tim. 2:15) y que predicara la palabra (2 Tim. 4:2). También le recordó de las Sagradas Escrituras que había aprendido desde su niñez que le iban a salvar de perderse en las falsas doctrinas que abundaban (2 Tim. 3:15).
Es claro que en las primeras iglesias lo que les regía era la palabra escrita de Dios.
Conclusión
Se ha presentado suficiente evidencia para mostrar que en la iglesia la Biblia debe ser el único texto leído y enseñado. La palabra de Dios debe de gozar de una clara primacía al no haber ningún libro que se iguale a la Biblia. De igual manera debemos garantizar que la palabra de Dios reciba plena autoridad al gobernar todo lo que se enseña y se practica en la asamblea.