David Alves Jr.
Levítico 1:1-17; 6:8-13
Toda la Biblia apunta a Cristo. Las cinco ofrendas principales que ofrecían los Israelitas no son la excepción. Puedes leer sobre estas ofrendas en Levítico capítulos 1-7. Las ofrendas son: holocausto, oblación, por la paz, por el pecado y por la culpa.
Tratemos de encontrar al Señor en la primera de ellas, en la ofrenda del holocausto. Cada ofrenda nos presenta un aspecto distinto sobre Jesucristo. En la ofrenda del holocausto, esteremos notando la consagración o la entrega del Señor Jesús a su Padre.

Al pasar por la única puerta del tabernáculo y al entrar al atrio, uno se encontraba con el altar de holocausto. El altar hecho de madera y bronce era para quemar las ofrendas y los sacrificios, incluyendo la ofrenda del holocausto. Era el mueble más grande del santuario de Dios. También era el más concurrido al ser el único al cual podían llegar los sacerdotes y los que iban a ofrecer algo.
Ofrenda voluntaria
La ofrenda del holocausto era una ofrenda voluntaria. No era como la ofrenda por el pecado o como la ofrenda por la culpa que eran obligatorias. Las ofrendas de holocausto, oblación y por la paz eran ofrecidas porque alguien lo proponía así en su corazón. Hace pensar en Cristo entregándose a su Padre voluntariamente.
La razón por la que se ofrecía
Holocausto significa ”ascender”. El hebreo ofrecía esta ofrenda en señal de que deseaba quedar acepto delante del Señor y mostrar su intención de consagrase a él. Recuerda que Dios le pidió a Abraham que ofreciera a Isaac en holocausto (Gn. 22:2). Era la expresión más clara y evidente de que Abraham buscaba quedar acepto y consagrarse delante de Dios.
Aquí vemos una hermosa figura de la consagración de Cristo a Dios. ”Diciendo primero: Sacrificio y ofrenda y holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron (las cuales cosas se ofrecen según la ley), y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último (Heb. 10:8, 9).
Ofrenda quemada sobre el altar
El animal sacrificado era puesto sobre el altar y era quemado toda la noche hasta que era hecho ceniza. Esto también nos hace ver la perfecta y completa entrega de Cristo a Dios. ”Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante” (Ef. 5:2). El fuego ardiendo debajo del animal, hace ver a Cristo sintiendo la ira de Dios por nuestros pecados sobre el madero.
Tipos de animales ofrendados
Eran tres tipos de animales que podían ser ofrecidos: ganado vacuno, ganado ovejuno y aves.
De entre el ganado vacuno, se ofrecía un novillo. Al ser un animal de carga, nos hace pensar a Cristo como siervo de Dios entregándose a su voluntad.
Como en todas las ofrendas, el novillo tenía que ser sin defecto. Esto nos habla de la pureza de Cristo al ofrecerse a Dios. El que lo ofrecía ponía sus manos sobre el animal y así se hacía expiación por su pecado para poder quedar acepto delante de Dios. Jesucristo no tuvo que hacer tal cosa para consagrarse a Dios porque era sin pecado.
De entre el ganado ovejuno, se podían sacrificar ovejas y cabras. En la oveja, vemos la mansedumbre de Cristo al ser confrontado por sus opositores por obedecer la voluntad de su Dios. En la cabra, vemos el paso firme de Cristo con la intención segura de encaminarse a la cruz para morir por nuestros pecados.
De entre las aves, se ofrendaban tórtolas y palominos. Eran animales limpios según la ley de Moisés y eran aves dóciles. También nos traen a la mente la perfección y la mansedumbre de Cristo.

El sacrificio de los animales
Los novillos, las ovejas, las cabras y las aves siendo matadas hace pensar en la muerte del Señor. Pablo dice de Cristo: ”fue obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Fil. 2:).
La sangre de los animales era derramada sobre el altar; así también nuestro Señor para poder purificarnos de nuestros pecados.
Cuando era novillo, oveja o cabra; las piernas y los intestinos del animal eran lavados con agua. Las piernas lavadas hablan del andar consagrado de Cristo en absoluta pureza. Los intestinos lavados, representan las intenciones y las emociones de Cristo siempre siendo para el deleite de su Padre.
Las aves tenían que ser hendidas por sus alas, mas no divididas. Difícil poder dividir una ave en dos partes iguales sin romper un hueso. ¿No nos habla esto de cómo ningún hueso de Cristo fue quebrado a pesar de tanto sufrimiento? Tenemos 20 huesos en el cráneo y en el rostro. Cristo fue golpeado con puñetazos en su rostro y con cañas en su cabeza. Ni uno de ellos fue quebrado. Tenemos 27 huesos en las manos y 26 en los pies. Cristo fue crucificado de sus manos y de sus pies y ni un solo hueso fue quebrado. Tenemos 24 costillas. El soldado al ver a Cristo muerto, tomó su lanza y la traspasó en su costado. Ni aún así fue quebrado hueso suyo. Ver: Sal. 34:20; Jn. 19:36.
Las cenizas
Nosotros no ponemos atención a las cenizas cuando quemamos algo, pero Dios sí. Él pidió que las cenizas del holocausto fuesen llevadas fuera del campamento y puestas en un ”lugar limpio”. Para Dios, las cenizas eran valiosas porque eran evidencia de que todo el animal había sido quemado para su disfrute.
Las cenizas puestas en un ”lugar limpio” hacen pensar a Cristo, aquél que se entregó hasta más no poder, y cómo él también fue puesto en un ”lugar limpio” al ser sepultado en una tumba nueva.
Gracias a Dios por aquél que se ofreció enteramente a Dios como ofrenda en holocausto.