David Alves Jr.

Muchos están siendo afectados por la cuarentena que los gobiernos de varios países han implementado para evitar la propagación del COVID-19.
Como miembros de la familia de Dios, estos son tiempos en los que especialmente se requiere que hagamos el bien los unos a los otros y que practiquemos la ayuda mutua. ‘‘No se olviden ustedes de hacer el bien y de la ayuda mutua, porque de tales sacrificios se agrada Dios” (Heb. 13:16).
Ayudar a la ”familia de la fe” (Gál. 6:10) es nuestra prioridad, pero también pudiéramos apoyar a los que aún no son salvos, con la mira de ganarlos para el Señor.
Las personas de la tercera edad y aquellos con ciertas enfermedades son más susceptibles a contraer el coronavirus. Lo recomendable es que ellos se mantengan en casa y que alguien más salga por ellos a hacer sus diligencias. Esta es una manera en la que tú pudieras ser de ayuda. Ofréceles ir a comprarles su comida o medicamentos que necesitan. Quizás tengan otros pendientes por hacer y tú pudieras salir a hacerlas por ellos. Mostremos que nos amamos no solamente de ‘‘palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad” (1 Jn. 3:18).
Para otras personas, la cuarentena les afecta, porque no están recibiendo ingresos al haber tenido que cerrar sus negocios o al haber sido suspendida su jornada laboral. En esos casos, si hay las posibilidades económicas, pudiéramos compartirles un donativo; comprarles una despensa o compartirles de la comida que hemos preparado. Pablo dijo: ”Deben ayudar a los débiles, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: ‘Más bienaventurado es dar que recibir’.” (Hch. 20:35).
Con la ayuda de Dios, permitamos que este tiempo, en vez de distanciarnos o dividirnos, nos una aún más en el Señor al ayudarnos los unos a los otros. Nuestro Señor oró a su Padre: ”Que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros” (Jn. 17:21).