Cristo en toda la Biblia

La Circuncisión

David Alves Jr.

No vamos a caer en el mismo error de algunos que llegaron a enseñar que sin la circuncisión era imposible ser salvo (Hch. 15:1). Lo que sí queremos hacer, es ver a nuestro Señor en este mandato de Dios para Israel, inicialmente ordenado a Abraham en Génesis 17.

La señal del pacto de Dios con Abraham fue la circuncisión de cada varón recién nacido. La señal del pacto de Dios con nosotros hoy en día es a través de la sangre derramada de Cristo (Mt. 26:27-29). Ambas señales de los pactos produciendo dolor físico, el de Cristo siendo mucho más profundo.

Dios pidió que los bebés fueran circuncidados a los ocho días de nacidos. El acto en sí representaba el anhelo que Dios tenía de ver a Su pueblo cortar el pecado de sus vidas (Dt. 10:16; 30:6; Jer. 4:4). El número ocho en la Biblia representa un nuevo inicio. Eso es exactamente lo que hemos podido hacer nosotros a través de Jesucristo. Nos ha dado una nueva vida y por Él hemos podido circuncidarnos espiritualmente y cortar el control que tenía sobre nosotros la carne (Rom. 4:11; Col. 2:11).

Cuando Dios le pide a Abraham y a su descendencia practicar la circuncisión, es cuando modifica su nombre. Pasa de ser “Abram”, que significa “Padre enaltecido”, a “Abraham”, que significa “Padre de muchedumbre de gentes”. La gran obra de Cristo ha permitido que esa profecía se cumpla al darle a Abraham un sin fin de hijos espirituales de todos los rincones de la tierra (Gál. 3:29).

El evangelio de Lucas es el único que nos habla de la circuncisión del Señor (Lc. 2:21). Increíble pensar, que como cualquier otro bebé judío, el Señor también fue circuncidado. La gran diferencia era que Él no tenía la necesidad de representar el pecado siendo cortado en Su Ser, porque- era, es y siempre será- perfecto. Se circuncidó al querer identificarse con el pecador en Su anhelo de salvarlo de ese mal. Fue en el día de Su circuncisión que José y María lo llamaron “Jesús” que significa “Jehová es salvación”.

Al circuncidar Abraham a Ismael, Dios le recuerda que Su pacto con él es por medio de Isaac, no por Ismael. Esto de una manera nos hacer recordar lo significativo que es el Hijo Jesucristo para Su Padre. Uno de Sus hermosos Nombres es “Hijo Unigénito”. No enfatiza tanto que es Su único Hijo, más bien señala claramente que no hay Hijo como Él.

Los que eran comprados por dinero y eran extranjeros también debían de ser circuncidados, aún cuando no eran Hebreos. De esta manera podían gozar de las bendiciones prometidas a Abraham. Esos somos nosotros, hermanos. Ajenos al pacto de Dios hecho a Israel pero como Gentiles hechos cercanos a Dios por medio de Su Hijo y también redimidos. En Éxodo 12:44 se establece que los extranjeros comprados que habían sido circuncidados podían comer de la Pascua. Cristo es nuestra Pascua (1 Co. 5:7). Quitemos todo pecado de nuestra vida y hagamos así memoria de las agonías de nuestro Señor y Salvador.

Foto por Mona Jain en http://www.unsplash.com

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