David Alves Jr.
Una madre llamada Raquel, al sentir los dolores de la muerte y de parto a la misma vez, llamó a su hijo Benoni, que significa “hijo de mi tristeza”. Un padre llamado Jacob, con el corazón quebrantado por la muerte de su esposa, pero alegre por el nacimiento de su décimo segundo hijo, lo llamó Benjamín. Significa “hijo de mi mano derecha”.
Cristo, no por significado de nombres como Benjamin, sino por experiencia propia, supo lo que fue ser el hijo de tristeza por todo lo que sufrió como el “Varón de dolores”. Pero agradecidos estamos de que también supo lo que fue pasar a ser el hijo de la mano derecha, cuando llegó a la gloria y se sentó a la diestra de Dios.
Encontramos que hay otras semejanzas entre Cristo y Benjamin, ahora en cuanto a los nacimientos de ambos. Raquel dio a luz a Benjamín, murió “y fue sepultada en el camino de Efrata, la cual es Belén.” (Gén. 35:19). Fue el único de los hijos de Jacob que nació en Palestina. Aquel pequeño pueblo, que su nombre significa “casa de pan” y que está a unos 8 kms de Jerusalén, también vio nacer al Salvador del mundo pero en rechazo y pobreza. En el nacimiento de Benjamín escuchamos el lloro de su madre (Jer. 31:15); mientras que poco tiempo después del nacimiento de Cristo, oímos decenas de mujeres llorar, al haber perdido a sus hijos por orden del rey Herodes cuando buscó matar a nuestro Señor (Mat. 2:17, 18).
No solo encontramos a Cristo en Benjamín, sino también en la tribu en Israel que llevó su nombre. Jacob antes de morir predijo que los hijos de Benjamín serían como “lobo arrebatador; a la mañana comerá la presa, y a la tarde repartirá despojos” (Gén. 49:27). Vemos en esto la conquista futura de Cristo y el dominio pleno y glorioso que gozará como Rey. La tribu de Benjamín, en más de una ocasión, la vemos relacionada con la tribu de Judá, ésta siendo la tribu de los reyes. Esto también nos recuerda de la realeza única de nuestro Señor. La tribu de Benjamín se distingue por darle a Israel su primer rey, que fue Saúl. Ningún rey como Cristo. Le dio a Israel su segundo juez, que fue Aod. Ningún juez como Cristo. Le dio a Israel y a los Gentiles un notable predicador, el apóstol Pablo. Ningún predicador como Cristo. De todos los lugares heredados a Benjamín en Canaan, el que más sobre sale, es la ciudad de Jerusalén (Jos. 18:28). La misma ciudad que fue la escena de la muerte cruel de nuestro Salvador, será donde Él reinará. “Es la ciudad del gran Rey”. (Mat. 5:35)

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