David Alves Jr.
Éx. 26:1-14; 35:25, 26; 36:8-19; 40:19
En el partimiento del pan hay cinco símbolos que deben ser vistos: hermanos bautizados, pan, copa, cabeza cubierta de las hermanas y cabeza descubierta de los hermanos. Hoy en día hay personas que niegan la necesidad de que las mujeres cubran su cabeza al reunirse la iglesia porque argumentan que era algo cultural en Corinto. El estudio del tabernáculo nos hace ver que mucho antes de que hermanas en Corinto cubrieran sus cabezas, Dios muestra la importancia que él le da a las cubiertas en relación a su presencia.
David dijo al profeta Natán: “el arca de Dios está entre cortinas… el arca del pacto de Jehová debajo de cortinas” (2 Sam. 7:2; 1 Cr. 17:1).
En el tabernáculo habían cuatro cubiertas que iban sobre un marco hecho de tablas, basas y barras. Daba la forma de algo parecido a una carpa. Las primeras dos son llamadas cortinas y la otras eran cubiertas. Iban en el siguiente orden: cortina de lino torcido con azul, púrpura y carmesí, cortina de pelo de cabra, cubierta de pieles de carneros y cubierta de pieles de tejón o foca. La palabra para tejón y foca en Hebreo es muy similar. Pudiera haber sido piel de foca ya que era un animal común en el Mar Rojo y de esa piel Dios calzó a Israel (Ez. 16:10). Difícil pensar que podía ser piel de tejón ya que en Israel era considerado inmundo.
Cortina de lino torcido con azul, púrpura y carmesí
Estaba hecha de una tela que hacían al tejer (“torcido”) usando hilos de fibras muy finas del tallo de la planta de lino. Al tejerlo, ponían la tela al sol para que quedara completamente blanco. La blancura del lino nos lleva a pensar en la pureza de nuestro Amado. Eran 10 cortinas que iban lazadas para formarla toda. El número 10 en la Biblia habla de responsabilidad. Por ejemplo: los 10 mandamientos. Hemos pensado ya en semanas atrás en el Señor obedeciendo perfectamente la ley de su Dios. Las cortinas iban unidas por lazadas de azul en la orilla y por corchetes de oro. Encontramos en eso la perfecta combinación en Cristo de su humanidad y deidad.
Esta cortina era blanca pero también llevaba otros tres colores, haciéndola muy llamativa. Tenía: azul, que representa a Cristo viniendo del cielo; púrpura, el color de la vestimenta de rey recalca la realeza de Cristo; y carmesí, que trae a nuestras mentes la sangre derramada por el Señor. La cortina era de obra primorosa (excelente, delicado, perfecto) porque llevaba también el diseño de querubines representando la santidad exigida por Dios en su morada.
Cortina de pelo de cabra
Encima de la cortina de lino fino, iba la cortina de pelo de cabra. Esta cortina estaba compuesta por 11 cortinas. La sexta era doblada al frente para que fueran 10. El número 11 en la Biblia es asociado con la desobediencia. El obediente Hijo de Dios jamás mostró eso en su vida. Las 11 cortinas las podemos acomodar en dos grupos: un grupo de 6 cortinas y el otro de 5 cortinas. En la Palabra de Dios, el número 6 representa al hombre y el 5 a la gracia de Dios. Llegamos al Partimiento del pan y debemos asombrarnos de la gracia de Dios a pesar de nuestros pecados. Muchos fueron nuestros pecados, pero más fue la gracia de Dios. “Cuando el pecado abundó, sobreabundo la gracia” (Rom. 5:20).
Lo más probable es que la piel era de color negro porque ese era el color más común en las cabras en esa región (Cnt. 1:5). El color en sí nos hace pensar en el pecado. La cabra en la Biblia es relacionada con sacrificios hechos por el pecado. De manera que la cortina de pieles de cabra también nos guía a meditar en los sufrimientos de Cristo por causa de nuestras imperfecciones (2 Co. 5:21; 1 Pe. 2:24).
Estas cortinas estaban unidas por 50 lazadas y 50 corchetes de bronze. El bronze en el tabernáculo representa el juicio de Dios sobre el pecado. No eran de azul o de oro, si no de bronze. Concuerda con lo que hemos explicado sobre el juicio por el pecado hecho a través de un sacrificio.
Cubierta de pieles de carneros teñidas de rojo
El carnero es relacionado con la consagración de los sacerdotes y era llamado el “carnero de la consagración”. Cristo estaba tan deseoso de entregarse a Dios y a su voluntad que sus primeras palabras al venir al mundo fueron: “He aquí que vengo oh Dios, para hacer tu voluntad…” (Heb. 10:7). Antes de morir, su deseo no menguó porque postrado en un huerto de olivos le dijo a su Padre: “no se haga mi voluntad, sino la tuya.” (Lc. 22:42).
Las pieles de carneros tenían que ser teñidas en sangre. No era de ese color originalmente. Volvemos a pensar en la sangre virtuosa de Cristo derramada para purificación de nuestros pecados. El cambio de color en las pieles, hace pensar como el Cristo que Dios le envió al hombre fue muy diferente al que el hombre le regresó a Dios. “De tal manera fue desfigurado de los hombres su parecer…” (Isa. 52:14)
Cubierta de pieles de tejón o foca
Esta era la cubierta que iba encima de todas. El tipo de material de esta piel protegía al tabernáculo de las lluvias. Vemos aquí a Cristo llevando la ira de Dios para protegernos a nosotros de tener que sufrir. Esta piel tenía un color no llamativo. El hombre natural no ve en Cristo algún atractivo (Isa. 53:2). Nosotros, como si fuera, podemos remover esta cubierta y sí logramos ver todas las excelencias llamativas de nuestro Salvador.