Cristo en toda la Biblia

Primer Mandamiento

David Alves Jr.

Llegamos a los diez mandamientos que el dedo de Dios escribió sobre dos tablas de piedra y que fueron entregados a Israel a través de Moisés al estar sobre el Sinaí. En las próximas semanas veremos, con la ayuda de Dios, cómo Cristo cumplió con cada uno de ellos. Algo que ningún hombre podrá jamás lograr. 

El primer mandamiento en las tablas establecía: “No tendrás dioses ajenos delante de mí.” (Éx. 20:3) Al Padre le habrá traído mucha satisfacciones en ver a Su Hijo enteramente entregado a Él, al mismo tiempo que el imperio Romano gobernaba una gran parte del mundo mostrando un profundo fervor hacia el paganismo. El Señor hablando de Su Padre dijo que era “el único Dios verdadero” (Jn. 17:3) y que uno era el Padre que está en los cielos (Mat. 23:9). 

Cristo continuamente mostró un anhelo inalterable e inconmensurable de mostrarle a Dios Su completa devoción. Esto Se lo mostró de las siguientes maneras: 


La gloria de Su Dios 

Cuando enseñó a los apóstoles a orar, Les hizo ver la importancia de pedir que el Nombre de Dios sea santificado (Luc. 11:2). Recalcó que en ocasiones las enfermedades son “para la gloria de Dios” (Jn. 11:4). Dijo que Dios era glorificado en Él (Jn. 13:31; 14:13). El Diablo habiéndole pedido que se postrara ante Él, Su respuesta fue: “Al Señor tú Dios adorarás, y a Él solo servirás.” (Luc. 4:8). Su vida se resume cuando Él dijo: “honro a mi Padre” (Jn. 8:49). Prometió que cuando Él venga, Lo hará “en la gloria de Su Padre” (Mat. 16:27). 


La voluntad de Su Dios

Postrado sobre la tierra de un huerto de olivos la noche antes de ser clavado a una cruz, Le dijo a Su Padre: “no se haga mi voluntad, sino la tuya.” (Luc. 22:42) Pablo escribió de Él: “haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” (Fil. 2:8). 


La palabra de Su Dios 

Satanás cuando lo tentaba, oyó de los labios de Cristo decir: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” (Mat. 4:4). Como nadie más, Se preocupó en leerla meditarla y practicarla. Isaías profetizó acerca de este firme deseo de Cristo. “Despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para que oiga como los sabios. Jehová el Señor me abrió el oído…” (Isa. 50:4, 5). Sufrió y dio Su vida para que todas las profecías se cumplieran. 


El servicio a Su Dios 

A los 12 años de edad ya señalaba la necesidad que tenía de ocuparse en los negocios de Su Padre (Luc. 2:49). Habló también sobre la imposibilidad de servir a dos amos al no poder “servir a Dios y a las riquezas” (Mat. 6:24). Al ser preguntado sobre el impuesto, enfatizó la imperiosa necesidad de darle a Dios lo que a Él le correspondía (Mat. 22:21). Su vida de servicio se dio porque vivía en obediencia al mandamiento: “amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.” (Mat. 22:37). 

El templo de Su Dios 

No defendió Su Persona, cuando fue constantemente atacado; pero cuando la gloria del templo de Su Padre se vió comprometida, sacó a los que se aprovechaban de la gente, y les dijo que habían hecho de la casa de oración, una cueva de ladrones (Luc. 19:46). Él de igual manera habló de cómo el celo de la casa de Dios Le consumía (Sal. 69:9). 

Cristo vivió y murió, poniendo en claro que seguía y servía a un solo Dios, y a ningún otro.  

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