Cristo en toda la Biblia

La Túnica de Lino y el Cinto

David Alves Jr.

Éxodo 28:39 


Hemos llegado al final de nuestro estudio en mirar a Cristo en las vestiduras del sumo sacerdote. En estas semanas hemos notado a Cristo en el efod, pectoral, manto del efod y en la mitra. Hoy buscaremos hacer lo mismo con la túnica y el cinto. Es fascinante cómo toda la Biblia nos presenta un mismo tema, el cual es: Jesucristo. Al hablar de las Escrituras, Cristo dijo: “ellas son las que dan testimonio de mí” (Jn.  5:39).

Bien me enseñaron a cantar de niño en cuanto a la Biblia:

Me habla siempre de Cristo; 
es él a quien necesito. 
Juntos andaremos, 
mi Biblia y yo. 

Veamos entonces la túnica y el cinto. La túnica era de lino y por lo tanto era blanca. Este color siempre nos lleva a pensar en la puridad de nuestro bendito Señor. “Fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.” (Heb. 4:15)

El lino del efod nos habló de la pureza que podía ser vista por los hombres en la vida de Cristo. El lino en la túnica, al ir debajo del efod y del manto del efod, nos pudiera señalar algo de la pureza del Señor que únicamente Dios podía disfrutar en la vida de su Hijo. ¡Cuántas cosas podía ver el Padre en su Hijo que sólo eran para él gozar! 

En el día de la expiación, según Levítico 16, el sumo sacerdote se quitaba sus ropas de honra y hermosura para llevar a cabo la fiesta vistiendo solamente su túnica blanca. Esto nos puede llevar a pensar en el Señor dejando las glorias del cielo y encarnándose al venir a este mundo de maldad para morir por nosotros. 

En Éxodo 39:27-29 aprendemos que el cinto de la túnica era también de lino fino, azul, púrpura y carmesí. El cinto ajustaba la túnica para permitir que Aarón caminara y sirviera con más agilidad. El sumo sacerdote usaba dos cintos: uno para el efod, que iba por fuera, y otro para la túnica, que iba por dentro. Tanto la túnica como el cinto no estaban a la vista. Recalcamos otra vez que hay muchas cosas que Cristo hizo que, como en el caso de la túnica, sólo Dios podía mirar y disfrutar. 

A tu Padre le diremos
de las glorias de tu ser,
aunque poco comprendemos
de lo que Él sí puede ver.

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