David Alves Jr.
Isaías 53 nos hace llegar a las profundidades de los dolores de Cristo. De las muchas cosas que podemos aprender, quiero sencillamente mostrarle las cuatro veces que se repite la palabra: “no” en este capítulo.
“No hay parecer en él” (v. 2).
“No lo estimamos” (v. 3).
“No abrió su boca” (v. 7). Se repite dos veces.
Las primeras dos tienen que ver con lo que nosotros como seres humanos hicimos con el Señor. No encontramos atractivo en él y por lo tanto no lo apreciábamos por lo que él era. Ahora deseamos congregarnos para hacer memoria de su muerte y así alabarle.
La tercera es en relación a lo que él sufrió por nosotros. El cerdo aturde nuestros oídos cuando llora al ser matado. Tanto el cordero siendo llevado al matadero; como la oveja al ser trasquilada, guardan silencio. Así el Señor fue a la cruz y sufrió sobre la cruz en silencio.
El Espíritu de Dios nos guíe al llevar a cabo una vez más el Partimiento del pan, sabiendo que pudiera ser la última vez que la celebremos aquí al venir Cristo por su iglesia.
