David Alves Jr.
Nunca podremos entender como Jesucristo quien es el “Señor de gloria” (1 Co. 2:8), aquí fue el el “siervo de los tiranos” (Isa. 49:7). Hoy en día vemos los estragos que dejan los tiranos en distintas naciones por el poder absoluto que imponen. Pensar que el Señor se sujetó a hombres injustos, crueles y malvados.
Al ser preguntado sobre el pago de los impuestos, pidió: “Dad a César lo que es de César…” (Mr. 12:17). Permitió que los hombres del sumo sacerdote Caifás le escupieran, dieran de puñetazos y lo abofetearan. Guardó silencio ante las muchas preguntas de Pilato el gobernador al grado de que quedó “muy asombrado” (Mt. 27:14). Pablo escribió que Jesucristo “dio testimonio de la buena profesión delante de Poncio Pilato” (1 Tim. 6:13). Lo mismo hizo con las preguntas llenas de violencia y de burla de Herodes. Esto resultó en que el Señor fuese humillado por él y sus soldados.
Sabiamente contestó a una pregunta hecha por Anás, pero uno de sus guardias le dio una cachetada. Bien resumió Isaías el comportamiento de Jesucristo ante los gobernantes que lo juzgaron. “Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca” (Isa. 53:7). En Apocalipsis Cristo es el “testigo fiel” que cuando sí habló, siempre lo hizo pronunciando la verdad. Pedro escribió de él: “el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente” (1 Pe. 2:22, 23). Ciertamente fue el “siervo de los tiranos”. En Apocalipsis Cristo es el “testigo fiel” que cuando sí habló, siempre lo hizo pronunciando la verdad.
Viene el día cuando los tiranos a los que Cristo se sujetó, le reconocerán como el “Rey de Reyes y Señor de Señores”. Será exaltado, puesto muy en alto y disfrutará de plena autoridad sobre todas las cosas por la eternidad.
