David Alves Jr.

David iba bien. Había soportado los constantes embates del rey Saúl. El pueblo del Señor lo admiraba y aclamaba. Por intervención divina había llegado al trono. Recuperó el arca del pacto de los Filisteos y lo situó tal y donde debía estar. Dios había hecho pacto con él prometiéndole que el reino eterno del Señor sería a través de su linaje. Conquistó territorios pertenecientes a la nación de Israel. Mostró increíble madurez al tener misericordia de Mefiboset de la casa de su enemigo acérrimo Saúl.
A pesar de todo eso, cometió grandes males.
Todo iba bien hasta que envió sus hombres a la guerra pero él permaneció en su palacio. Todo iba bien hasta que el general del ejército guardó su espada y no salió a pelear.
Cayó la tarde aquél día y David se levantó de su cama y salió a su terrado a caminar. Desde las alturas, miró hacia abajo y vio a una mujer desnuda muy hermosa llamada Betsabé quien se bañaba. La concupiscencia le ganó, la mandó a llamar, ella subió y ambos cometieron adulterio.
¡David! ¡No lo hagas! ¡Vas muy bien!
Demasiado tarde. El pecado ha sido cometido.
Quizás esto es lo que ha sucedido contigo.
En vez de despreciarte, aislarte o reprenderte; quiero con mucha ternura dirigirme a ti sin minimizar la gravedad del pecado. Quizás la iglesia te ha tratado mal por lo que has hecho. Yo anhelo con todo mi corazón poder tratarte como Cristo lo haría. Él no quiebra la caña que está lastimada ni hace que la mecha que ya humea se apague (Isa. 42:3). Te escribo con un ”espíritu de mansedumbre” al entender que muy fácilmente yo pudiese estar en tú situación habiendo cometido el mismo pecado o uno aún más grave (Gál. 6:1).
Quiero que veas conmigo lo que Dios hizo para hacer que David reconociera y confesara su pecado. Y deseo que notes cómo Dios le perdonó y permitió que lo siguiera sirviendo.
¡Así es! Leíste perfectamente bien. Dios tiene grandes planes y propósitos para tu vida por más que te hayas equivocado y alejado de él.
Regresemos al relato de David. ¿Te fijaste cuál fue el primer error que cometió? Se quedó en su palacio y no fue a la guerra. Esto nos enseña que la concupiscencia y la codicia se nutren de momentos en la vida cuando no nos mantenemos activos. El consejo de Pablo es tan cierto. ”Redime el tiempo” (Col. 4:5) al mantenerte siempre haciendo algo constructivo y edificante. Mentes inactivas son propensas a meditar sobre cosas indebidas que nos llevan a pecar.
El segundo error cometido por David fue que al ver a Betsabé la siguió mirando. Entre más la veía, más la deseaba. Debió haberla visto e inmediatamente quitar la mirada de ella. Pero no fue así. Cuando tú ves a una persona atractiva, ¿qué decides hacer con tu vista y con tus pensamientos? Cuando entras a una tienda y ves la sección de revistas y en la portada de algunas hay imágenes provocativas, ¿qué haces? Cuando alguien sube una imagen indebida en su muro de Facebook, ¿sigues viendo lo demás que han publicado tus amistades o te detienes a verla?
¿Te fijaste cuál fue el tercer error que cometió David? Permitió encontrarse a solas con una mujer. Error fatal. Salomón aconseja sobre esto al preguntar: ‘‘¿Tomará el hombre fuego en su seno sin que sus vestidos ardan? ¿Andará el hombre sobre brasas sin que sus pies se quemen?” (Pr. 6:27, 28). Cuidado con la comunicación que tienes con alguien del sexo opuesto. Evita lo más que puedas estar a solas con alguien que no sea tu cónyuge.
El pecado de David no se quedó en adulterio. Por querer ocultar su pecado, mintió y en cierta manera, podríamos decir que mandó matar a Urías el esposo de Betsabé quien había quedado embarazada. ¿Sí ves cómo nos complicamos la vida cuando no somos honestos? El pecado es un amo sumamente esclavizante. Nos hace pensar que solo vendrá mal si lo confesamos y nos convencemos de que todo será mejor si mejor lo ocultamos. La experiencia de David nos hace ver que un pecado lleva a otro.
Dios es muy misericordioso con nosotros cuando pecamos, pero cuando él ve que no somos sinceros, él tiene que tomar medidas drásticas para hacernos recapacitar. Primero notamos que le dio mucho tiempo a David para que se arrepintiera. Al no ceder, envió al profeta Natán a David para ayudarlo a reconocer su pecado cometido lo cual sí resultó. No concluyó el asunto allí. Por dejar tanto tiempo pasar hasta que por fin concedió, Dios permitió que el bebé de Betsabé muriera unos días después de que naciera.
Al ver cómo a veces tratamos a los que cometen pecado, seguramente le hubiéramos dicho a David: ”Vete olvidando de poder servir a Dios. Fue demasiado grande tu pecado. Dios ya no te va a poder usar para su gloria.” Lo bueno es que Dios no es como nosotros. Él es todo lo contrario. Él es el Dios de la segunda oportunidad. Detesta el pecado, pero anhela fervientemente usarnos en su servicio cuando nos arrepentimos de nuestro mal. La palabra ”restauradle” en Gál. 6:1 es el término que usaban en tiempos antiguos para cuando un pescador remendaba su red que se había dañado o cuando un doctor ponía en su lugar un hueso dislocado de algún paciente. Por más que tu vida esté sin rumbo o con consecuencias muy perplejas por el pecado que has cometido, Dios quiere hacerte ser lo que un día fuiste. No es cierto. Corrijo. Dios quiere hacerte mejor de lo que un día fuiste.
El Salmo número 51 nos hace ver lo que tuvo que hacer David para recuperar su comunión con Dios. Reconoció lo grave que habían sido sus pecados delante de Dios, pidió que Dios lo limpiará y que le hiciera regresar el gozo de su salvación.
¿Hay esperanza para ti? ¡Claro que la hay! Restauró no solamente a David sino también a muchos otros como a Abraham y a Pedro que habían pecado también. David siguió sirviendo a Dios. Tuvo el privilegio de recibir de Dios los planes que él tenía que se le construyera un templo. Le permitió reinar por muchos años y hacerle de muy buena manera. Quizás lo más sobresaliente, es que para siempre estará en la genealogía de Cristo el Rey en Mateo 1 junto con la mujer de Urías.
Lo más asombroso es la descripción que Dios da de la vida de David: ”David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón” (Hch. 13:22). Nosotros tenemos la tendencia de reducir la vida de alguien a las faltas que cometió. Dios ve toda la vida de la persona y se enfoca en el bien que hizo. Abraham cometió adulterio, pero en Santiago 2:23 es llamado el ”amigo de Dios”. Lot fue permisivo con muchas cosas perversas, pero en 2 Pe. 2:7 es llamado ”justo”. ¡Qué gracia la de nuestro Dios! Otra cosa maravillosa de nuestro Dios. El pecado de David es tratado en 2 Samuel pero ya no es mencionado en las Crónicas de los reyes de Israel. Dios perdona y olvida nuestra maldad.
Te animo a que en estas semanas de confinamiento adquieras el deseo delante de Dios a que restaures tu comunión y tu servicio al Señor. Si Dios restauró a David, él lo puede hacer contigo.