Cristo en toda la Biblia

Impurezas e Imperfecciones en los Sacerdotes

David Alves Jr.

Levítico 21:1-24

Dios dio distintas formas en las que los sacerdotes que servían en el tabernáculo o en el templo debían de mostrar santidad. Habían impurezas o imperfecciones que podían llegar a descalificar a un sacerdote de poder servir.

v.1-4, 11 Contacto con cuerpos muertos
v.5-6 Prácticas paganas
v.7-8, 13-15 Decisión en cuanto al matrimonio
v.9 Hijos deshonrando el nombre de la familia
v.10 Muestras de luto
v.12 No salir y no profanar el santuario de Dios
v.16-24 Defectos físicos

Al que la aplicaba alguno de esos puntos, su servicio a Dios podía verse con impedimento para poder ejercer el sacerdocio, aún si era de la tribu de Leví.

Todas estas leyes nos enseñan la santidad y la pureza que Dios quería ver en aquellos que servían en su morada.

La posibilidad que existía en el hecho de que un sacerdote se viera descalificado para poder servir, nos lleva a pensar en la eterna pureza y perfección de nuestro Sumo Sacerdote el Señor Jesucristo. En Israel tristemente vemos que el sacerdocio se corrompió en los días de los reyes y continuó de esa manera hasta los días del Señor Jesucristo. La santidad de nuestro Sumo Sacerdote jamás menguará. Él para siempre mantendrá ese atributo. Gracias a Dios que el que intercede por nosotros, siempre guarda su justicia y rectitud.

El escritor a los Hebreos es el que nos presenta al Señor en toda su perfección allá en la gloria como nuestro Sumo Sacerdote. El escritor deseaba convencer a los judíos recién convertidos que el Sumo Sacerdote que ahora tenían, era mucho mejor que los que podían tener bajo la ley.

1. Heb. 2:17 ”Debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel Sumo Sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo.”

A pesar de que se encarnó para poder quitar nuestro pecado, él fue ”semejante” a nosotros pero no exactamente igual. Tomó cuerpo de carne como nosotros, pero jamás pecó.

2. Heb. 4:15,16 ”No tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.”

¡Qué bendecidos somos! Cuando nos encontramos en alguna tentación, tenemos a alguien en el cielo que se identifica con nosotros porque él también fue tentado y uno que nos puede socorrer porque su poder es ilimitado. La gran diferencia siendo que él no pecó. Nosotros sí pudiéramos llegar a pecar. Los sacerdotes bajo el antiguo pacto pecaron. Pero nuestro Sumo Sacerdote no podía pecar.

3. Heb. 7:26 ”Tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos.”

Los sacerdotes en el antiguo testamento, para poder servir, primero tenían que ofrendar sacrificios por sus pecados. Nuestro Sumo Sacerdote no tiene que hacer tal cosa porque es absolutamente perfecto.

El Señor Jesús, nuestro gran Sumo Sacerdote, cumple Levítico 21 a la perfección. No podemos encontrar ningún defecto en él. No hay nada que puede impedir su sacerdocio, como en el caso de muchos sacerdotes, porque en él no hay impurezas o imperfecciones.

Foto por Dickens Lin en http://www.unsplash.com

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