David R. Alves
Así como Felipe, el evangelista, le preguntó al etíope: ¿Entiendes lo que lees? También me pregunto a menudo si entiendo lo que canto en el himnario. Confieso que a veces no.
Consideremos un himno muy usado por Dios en la predicación del evangelio.
Nuestra vida acabará,
Cual las hojas caerá,
Cual el haz se ligará.
Busca a Dios.
Vuela cada día veloz,
Y volando da su voz:
“Ven a dar tu cuenta Dios”,
Busca a Dios.
Es un himno muy bíblico, aludiendo a varios versículos, y emplea por lo menos cinco figuras muy comunes para describir lo breve que es la vida. Enfatiza la urgencia de prepararnos para la gran eternidad que todos tenemos por delante.

Diez veces en el himno se implora al pecador a que busque a Dios. Es un llamado que aparece a lo largo de las Escrituras. “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano”, Isa. 55:6. “Buscad a Dios, y vivirá vuestro corazón”, Sal. 69:32. Pablo predicó esto en Atenas, aclarando que “no está lejos de cada uno de nosotros”, Hch. 17:27. La salvación que Dios ofrece está al alcance aun mientras uno canta este himno. Es por fe que se recibe.
Se desconoce hasta ahora quién escribió las palabras originalmente en inglés. ¡Cuántas almas habrán en la gloria que buscaron a Dios a raíz de este himno! La música fue compuesta por William J. Kirkpatrick (1838-1921). Un prolífico compositor de himnos que nació en Irlanda y murió en los Estados Unidos. Le debemos, por ejemplo, la tonada del himno muy conocido: “Qué grande carga, oh Salvador”, y también: “¿Tienes ancla que te podrá ayudar?”. La traducción al Español la hizo un hermano inglés de “nuestras asambleas”, Enrique Turrall (1867-1953), quien sirvió al Señor en España. Tradujo unos treinta y tres himnos al español, muchos de los cuales cantamos en nuestras reuniones.
Recuerdo que en mi niñez mi familia asistió a una reunión para la predicación del evangelio y bautismos. Había demasiada gente y ya no había lugar dentro del local. Nos quedamos todos en el carro estacionado y escuchamos los mensajes por medio de una bocina afuera. Después de cantar este himno para concluir la reunión, Lillian, mi hermana mayor, me preguntó: ¿Sabes qué significa: “Cual el haz se ligará”? “No”, contesté. Como era típico de ella, lo que prosiguió fue una cátedra de la lengua y del himno que acabamos de cantar.
Pero, primero, un paréntesis.
La vida de Lillian es una sobria ilustración de este himno. Después de vivir una vida sumamente sana, murió demasiada jóven. Sin jamás haber fumado un cigarro, sucumbió físicamente a una lucha cruel que inició con cáncer en los pulmones. Como si la escuchara hablando ahorita, recuerdo mi última conversación con ella. Estábamos en la sala de la casa de mis padres en Valencia. Ella estaba en una silla mecedora de madera, muy débil, muy enferma. Le pregunté cuándo fue salva. Con lujo de detalle, aunque no recordaba el día en el calendario, me contó de un momento específico cuando treinta y tres años antes ella había recibido a Cristo como su Salvador personal. No mucho tiempo después llegó el otoño de su vida, y la hoja cayó, pues murió, y su alma partió al cielo. No tengo la más mínima duda que allá la volveré a ver.
“El haz, David”, me explicó Lillian esa noche en el carro, “no tiene nada que ver con el modo imperativo del verbo ‘hacer’, es lo que hacen trabajadores agrícolas cuando atan un manojo de hierbas, o rábanos, por ejemplo. Los que son muy diestros lo hacen muy, muy rápido. Así, la vida es muy corta, pasa volando”. Me acuerdo de ella cada vez que canto esa línea.
Pierde el hombre su vigor,
Se marchita cual la flor,
Desvanece cual vapor.
Busca Dios.
Como el río aprisa va
Hasta entrar al vasto mar,
Vas así a la eternidad.
Busca a Dios.
“Toda carne es como hierba, y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca la flor se cae”. 1 Pe. 1:24.
“¿Qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece”. Santiago 4:15.
La última estrofa cierra con broche de oro. Mientras haya vida, ¡hay oportunidad de salvación! El pecador es responsable de su su decisión y de su destino.
Clama a Dios de corazón
Con sincera contrición,
Por Jesús Dios da perdón.
Busca a Dios.
Si no escuchas al Señor,
Si desprecias su perdón,
Te acarreas perdición.
Busca a Dios.
En el coro se menciona la trágica realidad de morir sin la salvación. La puerta de salvación quedará cerrada para siempre para aquel que muere sin Cristo. Dios ofrece, pero la oferta tiene límite de tiempo.
Busca a Dios, busca a Dios.
Entre tanto tengas tiempo, busca a Dios.
Si te atreves a esperar,
Dios la puerta cerrará.
Te dirá: “Es tarde ya”. Busca a Dios.