David R. Alves
“Se reúnen en un día determinado antes de la salida del sol y cantan himnos a Cristo como a un dios.” Esto se dijo de los primeros cristianos en el Imperio Romano, en lo que hoy es parte de Turquía, apenas una década después de morir el apóstol Juan. El gobernador de Bitinia, Plinio el Joven, así describió a los creyentes al emperador Trajano.
Al principio de la era de la Iglesia, los creyentes:
- Cantaban cuando se reunían
- Cantaban a Cristo (aunque otros oían)
- Cantaban las grandes verdades de su fe (en este caso, la Deidad de Cristo)
Después de instituir el Partimiento del Pan, la noche antes de ser crucificado, el Señor Jesucristo cantó un himno con los once antes de salir al monte de los Olivos, Mateo 26:30. Es posible que lo que cantaron fue el Hallel, según la costumbre de los judíos, una alabanza compuesta de los Salmos 113 a 118. Conmueve imaginarnos al Señor cantando en la víspera de su muerte: “Amo a Jehová” (116:1); “estimada es a los ojos de Jehová la muerte se sus santos” (116:15); “la piedra que desecharon los edificadores” (118:22); y “éste es el día que hizo Jehová; nos gozaremos y alegraremos en él” (118:24).
Es obvio que Pablo contemplaba el canto como parte íntegra de la reunión de una iglesia local. Escribió a los corintios: “Cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento”, 1 Corintios 14:15. Al cantar debemos ejercitar nuestros espíritus, por medio de los cuales nos comunicamos con Dios. El ejercicio del alma, solamente, buscará nada más lo sensual, lo emocional (como en el caso de los incrédulos). Debemos ejercitar nuestras mentes también, para que lo que cantemos nos sea de provecho.
Santiago, medio hermano del Señor, recalca que el canto de alabanzas expresa la alegría de los creyentes, Santiago 5:13.
Aunque encarcelados, a media noche Pablo y Silas cantaban himnos a Dios y los presos los oían, Hechos 16:25. La resultante contrición y conversión del carcelero nos hace pensar en el impactante contenido de lo que cantaban esos dos prisioneros.
El apóstol Pablo exhortó a los efesios y a los colosenses al hábito de cantar en sus comunicaciones interpersonales: “Hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo”, Efesios 5:19-20 (ver Colosenses 3:16).

A lo largo del texto del Nuevo Testamento se notan versículos que parecen contener fragmentos, por lo menos, de himnos que cantaban creyentes del primer siglo. Abra su Biblia y disfrute estos pasajes, pensando en creyentes, muchos de ellos esclavos, otros sufriendo persecución, cantando himnos a Dios:
- Lucas 1:46-47, el “Magnificat” de María.
- Lucas 1:68-69, el “Benedictus” de Zacarías.
- Lucas 2:29-32, el “Nunc Dimittis” (Ahora despides) de Simeón.
- Juan 1:1-17, el Verbo.
- 1 Corintios 15:3-4, el evangelio.
- Efesios 5:14, exhortación para el creyente.
- Filipenses 2:5-11, la mente de Cristo, su humillación y exaltación.
- Colosenses 1:15-20, la Deidad de Cristo, Cabeza de la Iglesia.
- 1 Timoteo 1:17, doxología al Padre.
- 1 Timoteo 3:16, el misterio de la piedad: Dios manifestado en carne.
- 2 Timoteo 2:11-13, consolación y ánimo para creyentes.
- Hebreos 1:1-3, Cristo la revelación final y completa de Dios.
- 1 Pedro 2:21-25, Cristo el ejemplo perfecto.
Otro podría escribir tomos acerca de cada uno de estos himnos. Solamente haremos mención más detallada de 1 Corintios 15:3-4. Que dice:
Cristo murió por nuestros pecados,
conforme a las Escrituras;
y que fue sepultado,
y que resucitó al tercer día,
conforme a las Escrituras.
Como prefacio, Pablo dice “os he enseñado lo que asimismo recibí”. Eruditos creen que Pablo estaba citando palabras que fueron compuestas por otros creyentes unos dos años, a más tardar, después de la crucifixión y resurrección de Cristo, ¡antes de que Pablo fuera salvo! Eran palabras que se repetían el uno al otro y las cantaban los creyentes resumiendo su firme convicción en cuanto a la veracidad de la obra de Cristo y de las Escrituras. Si la Primera Carta a los Corintios fue escrita en el año 55, este canto tendría ya unos veinte años en circulación cuando Pablo escribió, bajo inspiración divina, este monumental capítulo sobre la resurrección.
En el segundo siglo, Clemente de Alejandría, escribió: “Cultivamos los campos entonando alabanzas, navegamos cantando himnos … por este medio nos unimos al coro celestial”.
Querido creyente, el día pronto viene cuando cantaremos el nuevo cántico (Apocalipsis 5:9-10). Mientras tanto, no perdamos la práctica de cantar en nuestros hogares, en familia o con otros creyentes e inconversos y en nuestras asambleas. Estamos ensayando para lo que será una de nuestras ocupaciones eternas.
Es increíble lo que un canto expresa y más cuando es dirigido a nuestro Salvador
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Amen y Amen!!!
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Muy buen analisis. Muy edificante.
Gracias por enviarme los correos.
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Gracias hermano David por enviarnos los correos
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