David R. Alves
“¿No os conmueve a cuantos pasáis por el camino? Mirad, y ved si hay dolor como mi dolor que me ha venido?” Lamentaciones 1:12.
“Quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es”, Éxodo 3:5.
“Pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas … y escupiéndole, tomaban la caña y le golpeaban en la cabeza”, Mateo 27:29-30.
Cabeza ensangrentada, / cubierta de sudor,
de espinas coronada / y llena de dolor.
¡Oh celestial cabeza, / tan maltratada aquí,
de sin igual belleza, / yo te saludo a Ti!
“Eres el más hermoso de los hijos de los hombres”, Salmo 45:2. “De tal manera fue desfigurado de los hombres su parecer, y su hermosura más que la de los hijos de los hombres”, Isaías 52:14. “Hicieron con él todo lo que quisieron; así también el Hijo del Hombre padecerá de ellos”, Mateo 17:12.
Te admiro rostro herido, / espejo de bondad,
aunque en Ti han escupido / con infernal maldad.
¿Quién se atrevió, mi vida, / con loco frenesí
y saña fratricida / a escarnecerte así?
“Empapando en vinagre una esponja, y poniéndola en un hisopo, se la acercaron a la boca. Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu”, Juan 19:29-30.
Cubrió tu noble frente / la palidez mortal,
cual velo transparente, / de tu sufrir señal.
Cerrose aquella boca, / la lengua enmudeció;
la fría muerte toca / al que la vida dio.
“Matasteis al Autor de la vida”, Hechos 3:15.
Señor, lo que has llevado / yo sólo merecí;
la culpa que has pagado, / al Juez, yo la debí.
Mas mírame; confío / en tu cruz y pasión;
otórgame, bien mío, / perfecta salvación.
“Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios”, 1 Pedro 3:18.
Este himno, uno de los más antiguos en nuestros himnarios, fue escrito en latín hace nueve siglos por Bernardo de Clavaral (1090-1153 A.D.), un monje y abad francés. Entre sus obras más famosas está “Salve Mundo Salutare”, una cantata de 370 líneas en la que las siete estrofas tienen que ver con los pies, las rodillas, las manos, el costado, el pecho, el corazón y el rostro de Cristo.
¿Será Bernardo de Clavaral, tan contemplativo de la persona y pasión de Cristo, un ejemplo de un católico que estará en el cielo, no por ser católico sino por haber mirado por fe a Cristo y encontrado en Él la salvación?
Sin duda, una de las grandes sorpresas que nos vamos a llevar al llegar a la gloria es que habrán allá millones de almas que nunca estuvieron en asambleas congregadas al nombre del Señor Jesucristo. Tengamos en mente que ser salvo es una cosa, conocer y practicar la doctrina de los apóstoles es otra. Obviamente, ambas verdades son vistas en el Nuevo Testamento como la experiencia normal de todo hijo de Dios, pero no siempre sucede así. El cuerpo de Cristo, la “Iglesia Universal” estará compuesta eternamente de todos los salvos desde el Día de Pentecostés hasta el Rapto, sin que necesariamente hayan podido congregarse bíblicamente.
Paul Gerhardt, un teólogo e himnólogo luterano tradujo el himno del latín al alemán en 1656 A.D. “Passion Chorale”, una composición hecha por Hans Leo Hassler en 1601, arreglada por el célebre compositor J. S. Bach en 1729, es la melodía original al cantar el himno, aunque también usamos “Aurelia”, la melodía de: “Señor, nos recordamos de tu pasión aquí”.
Parece ser que el alemán Federico Fliedner (1845-1901), uno de los primeros misioneros evangélicos en España, fue el que tradujo el himno al Español, aunque otras fuentes (especialmente de este lado del Atlántico) señalan que el traductor fue George (Jorge) P. Simmonds, un ministro inglés episcopal. Comparando las diferentes versiones del himno, es posible deducir que ambos contribuyeron a la versión que cantamos.
Simmonds (1890-1991) sirvió al Señor como misionero en Ecuador, exploró áreas del Amazonas, y trabajó en diversos países latinoamericanos. Empezó a cantar a los cuatro años de edad, y todavía cantaba en público (¡en televisión también!) a los cien años. Escribió y tradujo unos ochocientos himnos durante su larga trayectoria cristiana. Muchos de sus himnos fueron recopilados en un importante himnario en Latinoamérica, “Himnos de la Vida Cristiana”, publicado por la Alianza Cristiana y Misionera.
Cabe señalar que la traducción al Inglés la hizo Jeremiah. E. Rankin (1828-1904), un ministro congregacionalista en EE.UU, pero la versión de “Cabeza ensangrentada” en Español es más hermosa y más completa.

Exelente hno David Alves
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