Himnología

El Canto Congregacional

David R. Alves

“Edificaré mi iglesia”, predijo el Señor Jesucristo durante su ministerio público (Mateo 16:18). Esta Iglesia, el cuerpo de Cristo, sería un organismo vivo, invisible, nuevo y diferente a lo que había existido desde el principio de la historia humana (Efesios 3:5). El apóstol Pablo describe este cuerpo, compuesto de creyentes judíos y gentiles, como “un solo y nuevo hombre” (Efesios 2:15). 

Paralelamente, desde el Día de Pentecostés, Dios comenzó a establecer iglesias en diferentes localidades como testimonios visibles sobre la tierra. El Nuevo Testamento menciona unos cuarenta lugares en que había iglesias establecidas. La primera iglesia local mencionada es en Jerusalén (Hechos 2:47) y la última es en Laodicea (Apocalipsis 3:14). 

Brilla por su ausencia en todas estas congregaciones cualquier mención de instrumentos musicales, grupos corales, cuartetos, solos, el don de la música, un director de canto, el ministerio de la música, o alguna orquesta o banda musical.

Por ser algo nuevo en el programa divino, las doctrinas de la Iglesia y de las iglesias, como es de esperarse, están en el Nuevo Testamento. Es un error imitar el antiguo tabernáculo o templo como base para nuestras prácticas en nuestras iglesias hoy.

En las iglesias del Nuevo Testamento el canto era congregacional. Todos cantaban. Cuando se canta, se adora, se alaba, se agradece, se regocija, se comunican verdades bíblicas. Es el privilegio de todo creyente participar en esta actividad. No se requiere un talento especial, no se requiere un don espiritual. No divide al pueblo del Señor. No descarta a algunos creyentes.

El canto congregacional:

  • Se hace para la gloria de Dios (1 Corintios 10:31). Los buenos himnos son Cristocéntricos, no egocéntricos, para que en todo Cristo tenga la preeminencia (Colosenses 1:18). La atención no se fija en quiénes cantan, sino acerca de quién y de qué se está cantando.
  • Es un ejercicio espiritual (1 Corintios 14:15), no es sensorio, sensual, meramente emocional, ni mucho menos carnal.
  • Enfatiza que “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren”, Juan 4:24.
  • Es edificante para todos. Se usa el entendimiento al cantar (1 Corintios 14:15). Muéstreme a creyentes que conocen bien los himnos y le mostraré creyentes que conocen bastante de las doctrinas fundamentales de la fe. Es importante aprovechar el buen número de himnos, salmos y cánticos espirituales que hay en nuestros himnarios y no caer en la rutina de siempre cantar lo mismo. 
  • Se hace decentemente y con orden (1 Corintios 14:40). Esto va a requerir que todos se ejerciten en el aprendizaje de los himnos, y que algunos de los hermanos con el don del servicio (Romanos 12:7), o el don de la ayuda (1 Corintios 12:28), sepan guiar a la congregación en el canto: escogen la melodía correcta, establecen el tono y el ritmo.
  • Es una manera en que todos participan en ofrecer a Dios, por medio de Cristo, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios, Hebreos 13:15.
  • Expresa la alegría de los creyentes, Santiago 5:13. El gozo es fruto del Espíritu, Gálatas 5:22. En Efesios 5:19 el canto es evidencia de la llenura del Espíritu. El canto fervoroso de todos ayuda a que el Espíritu no se apague en la iglesia, 1 Tesalonicenses 5:19
  • Es de bendición a los incrédulos. “Para que los gentiles glorifiquen a Dios por su misericordia, como está escrito: Por tanto yo te confesaré entre los gentiles, y cantaré a tu nombre”, Romanos 15:9. Aunque la escena es la de dos hermanos cantando en una cárcel, Hechos 16:25 es un ejemplo del impacto que tienen los himnos cantados.
Make a Joyful Noise: Congregational Singing | by Boomer West ...
  • En vez de segregar a creyentes, los une. Fíjese en la escena del aposento alto, después de la institución de la Cena del Señor, salieron “cuando hubieron cantado el himno”, Mateo 26:30. Pescadores (Pedro, Andres, Jacobo, Juan), publicanos (Mateo), expolíticos (Simón), y a otros, cantaron con Cristo a una voz. Dudo que estos hombres conocieran de pentagramas y solfeo. En aquella ocasión Cristo estaba presente físicamente. Hoy está presente entre su pueblo pero de manera invisible (Mateo 18:20). ¿Será posible que Cristo también cante cuando nos reunimos aunque no le escuchemos? “En medio de la Iglesia cantaré tu alabanza”, Hebreos 2:12 (Versión Moderna, 1911). Lo que sí sabemos es que ¡sí nos escucha!
  • No se interrumpe si se enferman los músicos, o si se descompone el autobús de la banda. Los que están continuarán ininterrumpidamente. Más que las cuerdas de algún instrumento inerte, a Dios le da sumo gozo escuchar todas las voces de sus redimidos, cuyas cuerdas vocales vibran con motivo del gozo y gratitud que emanan de corazones que le adoran.

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