David R. Alves
Levítico 23:26-32
En unos días, al atardecer del domingo 27 de septiembre de 2020, hasta el atardecer del lunes 28, muchos judíos alrededor del mundo celebrarán el Yom Kippur, el Día de Expiación (v. 27) o, como le dicen ahora, el Día del Perdón. Esta fecha en nuestro calendario corresponde con el día diez del mes séptimo (v. 27) del calendario religioso de Israel prescrito por Dios hace 3,500 años en Levítico 23.
El Día de Expiación es la sexta de las siete fiestas mencionadas en Levítico 23, y la segunda fiesta de tres que se celebraban en el séptimo mes. Ya consideramos esta fiesta en más detalle cuando estudiamos Levítico 16. El propósito de esta fiesta era de traer a la memoria todos los pecados de la nación durante todo un año. Era un día sobrio pero no sombrío; tenía un final feliz. Dijo Dios: “En este día se hará expiación por vosotros, y seréis limpios de todos vuestros pecados”, Levítico 16:30. Es un tipo, o sombra, de la eficacia de la obra que realizaría Cristo una vez y para siempre en la cruz, Hebreos 9:26.
Guillermo M. Lear predicó en cierta ocasión, en cuanto a los pasajes principales en el Pentateuco acerca las Siete Fiestas, que:
- Levítico 23 delinea el tiempo de las fiestas,
- Números 28-29 describen el modo de las fiestas, mientras que
- Deuteronomio 16 distingue el lugar de las fiestas.

Lastimosamente, lo que en Levítico 23 se describe como fiestas de Jehová (v.v. 2, 3, 6, 34, 36, 36, 39, 41, 44) en el evangelio de Juan se le llama fiestas de los judíos (2:13; 5:1; 6:4; 7:2; y 11:55). Este cambio de énfasis expresa el ritualismo religioso que ya imperaba en los días terrenales de Cristo y prevalece hasta nuestros días. ¡Qué Dios nos ayude con esta lección! Nosotros, como ellos, somos muy propensos también a caer en la mera rutina y costumbre.
Específicamente, en los versículos 26 a 32 de Levítico 23 notemos que el Día de Expiación:
- Era un día de santa convocación (v. 27). Al atardecer del día noveno (v. 32) se escucharía en el campamento el sonido de las dos trompetas de plata (Números 10:2). Era un día solemne y santo. En este pasaje se describe lo que implicaba para el israelita ordinario. Dos veces se enfatiza la pena de muerte para el que no hacía caso (v.v. 29, 30). “La paga del pecado es muerte”, escribiría Pablo a los Romanos (6:23).
- Era un día de reposo absoluto para todos (v.v. 28, 30, 31, 32 (2x). Pero había una excepción. En Levítico 16 se enfatiza la intensa actividad que este día sería para el sumo sacerdote en Israel. Esto hermosamente ilustra que Cristo “efectuó la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo” (Hebreos 1:3). En cuanto al pecador, la salvación no es por obras (Efesios 2:9: Tito 3:5).
- Era un día de aflicción de alma (v.v. 27, 29, 32). Mientras el sumo sacerdote iba a considerar el problema del pecado nacionalmente, cada individuo en Israel debía considerarlo de manera individual, con la debida actitud de compungimiento y arrepentimiento. Momentos de seria reflexión son de provecho en la vida cristiana (1 Corintios 11:28, 31; 2 Corintios 13:5)
- Era un día de ofrenda encendida a Jehová (v. 27). En Levítico 16 se describe los sacrificios que efectuaba el sumo sacerdote, mientras que Números 29:7-11 parece añadir los sacrificios que también harían los israelitas en aquel día, particularmente los holocaustos y oblaciones. El sacrificio supremo e inigualable lo hizo Cristo (Hebreos 9:12-14), pero nosotros también podemos expresar gratitud a Dios con nuestras ofrendas (Romanos 12:1; Hebreos 13:15-16).
- Era un día de reconciliación con Dios (v. 28). Eran un pueblo redimido pero pecaminoso. Los pecados del año que había transcurrido eran cubiertos un año más, y el pueblo se iba a casa disfrutando limpieza, perdón y reconciliación. Los creyentes hoy día, si confesamos nuestros pecados, Dios es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda iniquidad, 1 Juan 1:9. La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.
Proféticamente, en cuanto a la nación de Israel, esta fiesta tendrá su cumplimento pleno cuando el remanente judío, genuinamente arrepentido de sus pecados, mirará a Cristo y se convertirá a Dios cuando el Mesías regrese en gloria. Esto fue predicho, por ejemplo, por el profeta Zacarías (12:10-13; 13:1). Isaías 5312 expresa el lenguaje del remanente en aquel día, incluyendo referencias bastante claras a los dos machos cabríos del Día de Expiación en referencia a Cristo: “derramó su vida hasta la muerte…habiendo llevado los pecados de muchos”.