David Alves Jr.
En los últimos años, se ha popularizado un movimiento por parte de personas que profesan ser cristianos, en el cual se catalogan como siendo ávidos seguidores de las palabras del Señor Jesús, pero demeritan el resto de la Biblia.
Como sabemos, hay ciertas Biblias en las que las palabras del Hijo de Dios aparecen en rojo y todas las demás están en negro. Por eso se hacen llamar “Cristianos de las Letras Rojas”.
Estas personas creen que deberíamos enfocarnos únicamente en las palabras pronunciadas por el Señor, pero debemos poner a un lado, por ejemplo, las profecías de Isaías o las enseñanzas de Pablo.
Obviamente hay intenciones siniestras detrás de todo esto. Ellos analizan las palabras de Jesucristo, y llegan a la absurda conclusión, de que como él no enseñó sobre el aborto y la homosexualidad, esto nos da derecho de ver esos actos nefastos de manera positiva.
Estos pseudo-cristianos, meramente tuercen las palabras del Señor y soslayan las verdades en toda la Biblia, para buscar sustento para sus convicciones extremadamente seculares. Lo único que les interesa es poder defender sus opiniones, que en su totalidad, son temas con mucho tinte de este mundo, el cual es un sistema satánico que está para distraer a las personas de lo que realmente tiene valor. Viven por querer luchar por justicia social, calentamiento global, racismo, rol del ejército, pobreza mundial, educación pública, etc… No estamos diciendo que estos no sean males de plagan nuestra sociedad, sino que estos problemas son vistos por ellos de un ángulo que es completamente anti-Dios.
Sin duda, esto es algo en lo que tenemos que estar muy claros. No importa de que color sean las letras en su Biblia. Sean negras o rojas, lo que importa es que todas las palabras fueron inspiradas por Dios y absolutamente todas merecen su atención. Desde Génesis 1:1 hasta Apocalipsis 22:21, todas y cada una de ellas contienen la misma importancia, porque todas son el producto de la inspiración del Espíritu de verdad.
El salmista creía esto cuando escribió: “La suma de tu palabra es verdad” (Sal. 119:160). Pablo y Pedro lo entendían de la misma manera al afirmar que “toda la Escritura es inspirada por Dios” (2 Tim. 3:16) y: “los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Pe. 1:21).
Jesucristo le dio profundo valor a las palabras del Antiguo Testamento. Mencionó la creación (Mt. 19:4). Pidió que se cumpliera la ley de Moisés (Mt. 8:4). Deseaba que se cumplieran las profecías hechas por los profetas (Mt. 26:56). Pidió que las Escrituras fuesen escudriñadas (Jn. 5:39). Leía públicamente el antiguo testamento en las sinagogas (Lc. 4:17) El Señor no hubiese hecho eso, si no consideraba esos escritos como teniendo suma importancia. No hay ninguna duda, de que él creía que toda la palabra de su Padre era verdad (Jn. 17:17).
Pablo nos señala la necesidad que tenemos de encontrarle provecho a toda la Biblia. No solo creía que la Biblia es inspirada por Dios, pero estaba convencido de que la palabra de Dios en su totalidad nos es útil (2 Tim. 3:16). Él decía enseñar “todo el consejo de Dios” (Hch. 20:27) y no solamente las palabras de Cristo.
No seamos cristianos de las letras rojas. Seamos cristianos de todas las letras de la palabra de Dios.
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