David R. Alves
Números 19
Madera de cedro, e hisopo, y escarlata
Al fuego en que ardía la vaca alazana eran echados tres ingredientes: madera de cedro, hisopo, y escarlata (versículo 6).
El cedro y el hisopo aparecen juntos en tres pasajes bíblicos que van a ayudarnos a identificar otros aspectos en los cuales vemos en la vaca alazana un hermoso tipo del Señor Jesús. Nos referiremos, en este orden, a 1 Reyes 4:33, Levítico 14:4-7; Números 19:6.
Al describir la fama y sabiduría del rey Salomón, se nos dice que “también disertó sobre los árboles, desde el cedro del Líbano hasta el hisopo que nace en la pared”, 1 Reyes 4:33.
Salomón conocía de cerca el cedro del Líbano. Utilizó mucha de esta madera para la construcción del templo. (Los cedros del Líbano son simbólicos de ese país hasta el día de hoy; hay uno representado en su bandera nacional) Son árboles que crecen hasta unos treinta metros, y pueden llegar a vivir unos tres mil años. Sus troncos son derechos; su madera es aromática y de gran valor.
En Cantar de los Cantares (5:15), se dice del amado: “Su aspecto como el Líbano, escogido como los cedros.” Cristo es el ejemplo perfecto del justo que “crecerá como el cedro en el Líbano”, en Salmo 92:12 En el cedro vemos la majestad, gloria, valor, y fragancia eterna de Cristo.
Sin embargo, el árbol de cedro era foráneo al desierto en que peregrinaba Israel. Quizás compraban esta madera de mercaderes que iban hacia Egipto. Números 19:6 habla de “madera de cedro”, no el árbol entero. Sin dejar de ser lo que siempre había sido, Cristo vino al mundo velado. Aun así, algunos vieron algo de la “madera de cedro” en Él. Juan escribió: “Aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria)”, Juan 1:14.

En contraste muy marcado con el majestuoso cedro está el pequeño hisopo. Es un arbusto común y crece en lugares que normalmente serían adversos para las plantas. Realmente desconocemos a cuál especie específica pertenece esta planta. Algunos la relacionan con la menta, otros con el orégano. También es usado como antiséptico y tiene otras propiedades curativas.
El hisopo nos recuerda la bajeza del Señor en su vida aquí sobre la tierra. “Se hizo pobre, siendo rico”, 2 Corintios 8:9. “Se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo”, Filipenses 2:7-8. “Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo” (Isaías 53:2). En un acto despectivo, los soldados en la escena de su crucificción usaron hisopo para acercarle a la boca la esponja empapada de vinagre, Juan 19:28-30.
Un hilo o trozo de tela color escarlata también era echado al fuego en que ardía la vaca alazana. Este color, también traducido carmesí, era un rojo brillante que se obtenía al triturar un gusano, probablemente de la especie de la cochinilla (coccus ilicis). Es uno de los colores que aparecía con frecuencia en el tabernáculo, y es mencionado unas veinticinco veces en el libro de Éxodo.
La escarlata nos habla de la humillación de Cristo “hasta la muerte, y muerte cruz”, Filipenses 2:8. “Mas yo soy gusano, y no hombre; oprobio de los hombres y despreciado del pueblo”, le dijo a su Dios desde el Calvario (Salmo 22:6).
En el caso de la purificación del leproso, una avecilla viva, madera de cedro, hisopo y escarlata eran mojados con la sangre de una avecilla que había muerto sobre aguas corrientes y se soltaba a la avecilla viva en el campo, Levítico 14:4-7.
Aquí, en Números 19:6, se quemaba la madera de cedro, el hisopo y la escarlata, junto con la vaca entera, incluyendo su sangre derramada. Veremos que las cenizas resultantes mezcladas en agua serían la provisión de Dios para purificar ceremonialmente al inmundo.
La combinación de madera de cedro, hisopo, y escarlata nos ilustra algunas de las glorias adquiridas por nuestro Señor por medio de su encarnación, la bajeza que experimentó en su vida, y la humillación extrema de su muerte.
Será continuado…