David R. Alves
“A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron”, Jn. 1:11.
Este versículo nos es precioso. Contiene una de las descripciones más conmovedoras del rechazo que sufrió el Señor sobre la tierra.
Hay que leerlo, o citarlo, con exactitud. Tome nota de “lo suyo”, y de “los suyos”.
En “lo suyo”, al usar un adjetivo neutro, Juan parece referirse a algo, a una posesión, o pertenencia.
Pero en “los suyos”, el adjetivo es masculino y parece referirse a personas.
El versículo se ha traducido así: “Vino a su propia casa, pero su gente no le recibió”, Jn. 1:11 (W. Hendriksen).
Hay tres maneras de interpretar este versículo:

Primeramente, un vistazo amplio, o general.
Cristo vino al planeta Tierra (lo suyo), del cual era el Creador y propietario, pero sus criaturas humanas (los suyos) no le recibieron.
El salmista concuerda al decir: “De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan”, Sal. 24:1-2. Sin embargo Cristo, siendo “la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz”, Jn. 3:19.
En segundo lugar, se le puede dar un enfoque especial.

Cristo vino a Israel (lo suyo), su nación terrenal, pero los judíos (los suyos) no le recibieron. Dios le había dicho a la nación: “Seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra”, Éx. 19:5. “Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial”, Dt. 7:6.
La manera en que Israel rechazó a Cristo se ilustra en la parábola de Los Labradores Malvados, quienes cuando “vieron al hijo, dijeron entre sí: Este es el heredero; venid, matémosle…Y tomándole, le echaron fuera de la viña, y le mataron”, Mt. 21:37-39.
Jehová había dicho: “El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor; Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento”, Isa. 1:3. “Por la rebelión de mi pueblo fue herido”, Isa. 53:8.
Finalmente, estas frases podrían describir lo que fue una experiencia familiar.

Cristo vino a Belén (lo suyo), la ciudad de David, de donde era José, pero los familiares de José (los suyos), sus parientes cercanos, no le recibieron. José y María subieron “a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David” Lc. 2:4. Pero María “dio a luz a su hijo primogénito…y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón”, Lc. 2:7.
“Lo suyo” se traduce “su casa” en Jn. 19:27. “Los suyos” en Mr. 3:21 se refiere a sus hermanos y a su madre.
En cada esfera destaca la ingratitud del hombre para con Dios al no recibir a su Hijo.
Sin embargo, habemos millones que sí le hemos recibido por fe, y exclamamos: “¡Gracias a Dios por su don inefable!” 2 Co. 9:15.
Amen hermano, muy bonito enfoque respecto a lo suyo y alos suyos ojalá mucho mas personas reflexionen y formen parte del redil del Señor.
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